Todo ser humano, nazca dónde nazca y viva dónde viva, necesita para hacerlo de forma adecuada las dos partes que componen su cuerpo: Derecha e Izquierda.
Es cierto también que después de sufrir un déficit neurológico de causa cerebrovascular que persiste más allá de 24h puede acabar en el fallecimiento de dicho cuerpo en ese período de tiempo. En el mejor de los casos, un accidente isquémico transitorio con una evolución positiva y bajo control periódico del neurólogo, puede hacer que dicho cuerpo recuperé su actividad habitual.
Pero también puede suponer la parálisis de una de las dos partes del cuerpo humano. Es cierto que se puede vivir con una sola parte, pero siempre será un "ancla colgada al cuello" de la otra. Nunca se podrá volver a vivir bien, dignamente y con independencia.
Si esa persona se llama España, y una de sus dos partes sufre algún tipo de accidente cerebrovascular y se convierte en dependiente de terceras personas (Naciones/Países), nunca logrará volver a vivir bien y tendrá el resto de su existencia un trauma que la impedirá crecer y desarrollarse.
Ambas partes de esa persona llamada España, llevan ya mucho tiempo con un "Ancla al Cuello" que las traumatiza.
La derecha lo lleva desde aquel 14 de abril de 1931, en la que sintió que el latir del corazón del pueblo, necesitaba recuperar su Dignidad, Independencia, su Libertad y su Luz ante el resto del mundo, y vio cómo la dinastía borbónica se marchaba de Madrid a escondidas, sin ningún pudor ni vergüenza. Sus intereses particulares dogmáticos, mesiánicos y sectarios, pasaban a ser propiedad de todo el cuerpo de esa persona llamada España.
La izquierda de España, en cambio, decidió colgarse el "Ancla al Cuello" un 18 de Julio de 1936, obligada por la irracional actuación de la derecha intolerante y violenta que, con tal de mantener sus privilegios, quiso mantener a España en una permanente apoplejía que llega hasta nuestros días.
El día en que ambas partes logren quitarse el "Ancla del Cuello", serán capaces de escucharse y mostrarse respeto, sabiendo al tiempo que, lo que dicta, piensa y sueña la cabeza española, debe ir al compás y ritmo que marca el corazón español, poniendo pasión, sangre y sentimientos.