De la vendetta al cainismo en el PP
29
de Marzo
de
2018
Actualizado
el
02
de julio
de
2024
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Hace más de 20 años, el que hoy es secretario general del Grupo Popular en el Congreso, José Antonio Bermúdez de Castro -cuando entonces no pasaba de ser un diputado de provincias bien relacionado en Génova al que se le trataba de quitar el sillón por Salamanca desde la presidencia de su partido en esa provincia- me comentó algo que después comprobé como una realidad impepinable: “El cainismo María José está dentro de los partidos, los enemigos son los nuestros, es así”.Y así era y es. Porque cuando él luchaba en su provincia contra los cainitas envidiosos, su oponente político, el mismísimo socialista Jesús Caldera, también luchaba contra los suyos en la misma circunscripción electoral, donde, los suyos, por cierto, nunca le quisieron ni entendieron por qué les representaba el bejarano si , como decían, “está todo el tiempo en Madrid y aquí sólo viene a pedir el voto”.Hoy con la perspectiva que dan los años, creo que ambos, Bermúdez de Castro (PP) y el ex ministro Caldera (PSOE) , fueron buenos representantes en el Congreso para Salamanca. A ellos los ataques cainitas no los tumbaron en aquel momento. Caldera tuvo peor suerte con el paso de los años y hoy es secretario de Ayuntamiento en Ávila. Lo digo para aclarar que aquí no hubo puertas giratorias.Pero peor suerte han corrido las mujeres -salvo excepciones- en el PP -del PSOE hablaremos otro día- cuando han supuesto un peligro para quien ejerce el poder desde Génova. Porque estas vendettas no vienen de Moncloa, ni mucho menos.Y así tenemos a Cristina Cifuentes en medio de un proceso del master que le puede costar su carrera política, como hace un año tuvimos a Rosa Valdeón -vicepresidenta entonces de Castilla y León y clara candidata a sustituir a Juan Vicente Herrera al frente del partido y de la Presidencia de esta comunidad para las próximas elecciones regionales- cuando un control de alcoholemia, perfectamente aireado en los medios de comunicación por el número 3 del PP desde Génova, Fernando Martínez-Maíllo, acabó con la carrera política de una de las personas más honestas, válidas y comprometidas de cuantas he conocido en la política.No seré yo quien defienda a Cifuentes si, se demostrara, que su notable del master fue un regalo. Pero creo sinceramente, como ocurrió con Al Capone cuando sólo consiguieron meterle entre rejas por una evasión de impuestos- que en este pecado del master no debería estar la penitencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid.Quien conozca bien la institución académica de nuestro país, en general, sabe que este caso -de ser cierto- no es una excepción y que para algo así no es necesario ser un político o un reconocido personaje público. Basta con conocer al profesorado para que no haga falta asistir a las clases de un posgrado, para poder entregar trabajos que puede hacer otro por ti, y para que te pongan una buena nota, por eso de que trabajas mucho, pagas el curso y se trata de mantener el negocio. Y sí, también esto pasa en la Universidad Pública.Y si para algo debería servir la vendetta del PP contra Cifuentes sería para regenerar también la institución académica de nuestro país por excelencia: La Universidad.Cifuentes y Valdeón no se merecían el vía crucis en el que les ha puesto su propio partido. Bueno, a lo mejor, es el PP el que no las merece a ellas.
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