Como consecuencia de los resultados de las recientes elecciones al Parlamento Europeo, hemos visto variopintas y al parecer sorprendidas reacciones. Pero la cuestión, y sería algo para interpelar a las elites europeas e hispanas, es: ¿De qué se extrañan? ¿De verdad esperaban algo distinto?
Si nos fijamos en el informe Arope, en el 2023, el 26,5 % de los hogares españoles, uno de cada cuatro, se encontraban en situación de pobreza, siendo este el porcentaje más alto de la Unión Europea, y superando a Grecia. También estamos a la cabeza de Europa en porcentaje de trabajadores pobres, es decir de personas que trabajando son consideradas pobres, con un 16 % del total. Como consecuencia de lo anterior, se ha triplicado la tasa de españoles que no puede pagar la calefacción y mantener su casa a una temperatura adecuada; un 21 % está en esta situación. Y debido al alza de las hipotecas, un 20 % de los hogares con ellas se encuentra en riesgo de pobreza.
Como consecuencia de lo anterior, no es extraño que según un estudio de Gallup, la mitad de los trabajadores españoles esté descontento con su trabajo, que un tercio sufra estrés diario, y que uno de cada cuatro esté triste y sienta intensos sentimientos de ira.
Existe un intenso malestar en un nuestro país, y seguramente también en buena parte de Europa, una ira larvada y profunda. Y es que al menos en nuestro país, y también en Europa, podemos afirmar que la Crisis del 2008 no se ha superado para el común de los españoles de a pie, que la respuesta a lo mismo ha sido generar más pobreza, más subempleo, más sueldos ridículos y más explotación, y que ello se ha traducido en un empobrecimiento creciente y notable de las clases medias y de las clases trabajadoras. Todo ello aderezado con un deterioro notable de los servicios públicos. Y mientras, asistimos a una reducidísima élite, cada vez más rica y poderosa, que dicta como quiere la realidad a sus empleados políticos y mediáticos, estableciendo agendas públicas que presentan lo negro como blanco y que insultan la inteligencia y también la dignidad de los ciudadanos. Y que de paso riñen al personal, porque no es lo suficientemente sumiso, y no celebra que además de empobrecernos, nos fría a impuestos viejos y nuevos, impuestos que ellos eluden y crean para los demás.
Esta es la realidad de las cosas. Y lleva muchos años activa y aumentando. Es por ello por lo que al menos podrían tener la decencia de no extrañarse, si es que saben lo que significa esa palabra, la decencia.