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De rozamiento, coeficientes y fricciones

22 de Diciembre de 2016
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Dice el saber popular, que el roce hace el cariño. Sin embargo, algo que es conocido, cuando no demostrado, afectando por ello a todos, es que el roce, como forma de fricción, además de protagonizar una forma de rozamiento, se erige a menudo en la fuente de pérdida de energía que, como ocurre con las hemorragias internas, en caso de no ser controlada a tiempo, bien puede dar al traste con las expectativas de un proyecto, cuando no provocar la muerte del organismo sobre el que se manifiesta.Es entonces que, una vez demostrada siquiera a priori la gravedad del hecho pronosticado, que preferimos mostrarnos prudentes abandonando entonces el posibilismo propio del quehacer filosófico cuando éste se refugia en el relativismo sea o no moral; para preferir dar un paso hacia delante cuando, a la vista del rigor al que nos somete la mera posibilidad que se atisba desde el riesgo, abandonar toda condescendencia apostando fuerte por el rigor absoluto preconizado por la objetividad de la ciencia.Tenemos así que, siempre desde los designios apuntados por la Física: El impulso que se hace necesario para que un cuerpo en estado inmóvil abandone tal situación, ha de vencer la resistencia ofrecida por tal cuerpo, la cual se basa en su tendencia natural a mantener su estado original. En este caso, el estatismo.Llamamos a esa tendencia: Coeficiente de Rozamiento Estático.Por analogía, el total de impulso que ha de serle comunicado al cuerpo una vez que ya hemos logrado iniciar su desplazamiento, será inferior, en tanto que la propensión que presenta el cuerpo fomenta ahora el ya desencadenado movimiento.Llamamos a esa tendencia: Coeficiente de Rozamiento Dinámico.Tal y como es de suponer, dentro de el orden de las cosas; y una vez que erigimos a la Física como uno de los grandes baluartes llamados a cimentar semejante orden; haremos bien en disponer las cosas en consonancia con lo que del análisis científico de tales consideraciones se extraiga.Si en base a lo dicho, inútil resulta promover la activación de un cuerpo si el total de fuerza aplicado no supera el mencionado coeficiente estático; peligroso en extremo resulta aplicarse en exceso, lo que se identificaría con excederse en la superación del coeficiente dinámico.Bastará pues una sencilla extrapolación en el contexto, mas no en los valores, para entender que en la Política, entendida como manifestación formal del quehacer social, tal aseveración resultan igualmente aplicable.Si bien es cierto que en su momento los esfuerzos desarrollados por cierto movimiento social resultaron muy loables, siendo digno de admiración el procedimiento que siguieron para despertar del letargo a una sociedad que, impertérrita ante lo que estaba por venir, se mostraba incapaz de comprender el desastre al que su inacción inequívocamente le conducía; no resulta menos cierto que el proceso de depauperación en el que tal entidad se halla hoy por hoy sumida, ya sea por enajenación o, en el peor de los casos por exceso de celo, apunta en principio hacia un final muy malo. Es así que dejados a un lado los eufemismos, identificando a Podemos con la mariposa en la que finalmente cristaliza ese largo proceso que en definitiva es la metamorfosis del gusano; la gran paradoja en la que en definitiva se encuentra instalada la formación del Sr. Iglesias amenaza ahora con hacerlo saltar todo por los aires. Precisamente ahora, cuando más salvables parecen los obstáculos, cuando más a la vista está el objetivo supuestamente perseguido.En lo concerniente al tratamiento paradójico, la cuestión parece obvia, y se substancia desde la metáfora con la que he arrancado la presente reflexión así, una vez efectuadas las correcciones que se tenga a bien efectuar, tan solo nos quedará la certeza de constatar hasta qué punto el no medir las fuerzas, puede condenar definitivamente si no a los activistas de la revolución, sí a los que en esencia un día, soñaron. Y Podemos difícilmente podría reponerse de semejante traición.Los Clásicos lo advirtieron. Lo que diferencia el Movimiento de la Revolución, es que el movimiento nace siendo conocedor de sus límite; es por ello finito, tanto en el fondo como por supuesto en la forma. Por el contrario la Revolución tiene a lo sumo en el infinito su percepción. Nace libre, como exigencia, teniendo pues tan solo en la consecución de lo que configuró el incendio que le dio la vida, la justificación de su fin. Satisfacción del objetivo y fin, se confunden.Se deduce pues que, de seguir alimentando la hoguera con las antorchas que otrora iluminaban las calles, la posibilidad de convertirse en pirómano es evidente.Una vez superada la oscuridad de las calles, sustituidas éstas por las instituciones, y cuando la algarada da paso al debate en el interior de, digamos, el Congreso de los Diputados; la superación del momento es una obviedad.Porque de eso se trata, de saber traducir el momento. Un momento que ahora requiere de modos diferentes, lo que a su vez, más pronto que tarde esperemos, habrá de llevar a considerar que las personas encargadas hasta ahora de llevar a cabo los procedimientos, están inexorablemente llamados al cese, o a la sustitución.Porque en Política, como en casi todo, saber cuando irte se convierte en una virtud; con la diferencia de que en el quehacer político nunca hay una segunda oportunidad de hacer buena la que fue una magnífica primera ocasión.
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