Saber que tengo un idealista cerebro hipereficiente, regido por el hemisferio derecho, me ayuda a sobrellevar que mis amigos analogicos españoles, eligen que sus allegados mueran de cáncer, antes que atreverse a sugerirles probar un método natural que elimina las consecuencias de la quimioterapia. E incluso consigue que desaparezcan diversos cánceres como el de piel, que comprobé hace 7 años con un allegado. La esencia de este producto es que oxida las células cancerígenas. Escribo, españoles, porque con inmigrantes de otros continentes, cuando han escuchado la posibilidad de vida, se han lanzado sin dudarlo. Me da, que por una mente más abierta frente a la arcaica e ignorante que tenemos en España.
¿El problema? La nula confianza que transmiten mi mensaje a los normopensantes que sois la mayoría. Que por un lado, parece magia, y por otro, no hay referencias en las primeras respuestas de Google o Chat GPT que te aporten una mínima dosis de confianza, para apostar por una innovación analógica española. La causa de ello, es que al ser natural, y no generar patentes, los fondos de inversión y las farmacéuticas le dan la espalda. ¿Te sobran 12 millones de euros para la tercera fase de un ensayo clínico para validarlo con medicamento? Es más fácil seguir clasificándose de homeopatía fake.
Seguramente, si una persona allegada tuya falleció por un cáncer, consideraras una falta de respeto esta columna. Por mi parte, aquí sigo, lanzando guantes para ver si alguna consultora farmacéutica hace los pertinentes ensayos clínicos y me calla de una vez mi bocaza. Pero son nones, solo silencio, que bien sabemos desde la Covid19, que la salud humana “es el mercado, amigo”. Además, “se van a morir igual”.
Aunque, mi poder de acción efectivo es cada día más limitado, aquí seguiré, alzando la voz, y tirando la piedra, sin esconder la mano. Mientas, asumo, que si mi libertad acaba donde empieza la tuya, debo asumir que las almas deciden cambiar de dimensión, por mucho que el presente sea el regalo. Cuando se ha peleado durante años con un cáncer, y se consiguió una tregua de varias décadas, como las venganzas se sirven frios el puto cáncer, suele dar señales de vida, cuando ya ha casi conquistado la bandera.
Dejar morir, es un acto de amor, de respeto por quién tomó en libertad esa decisión, ¿con la información limitada? Puede, pero siempre hay que respetarlo por muy emocional que sean las decisiones. Recordar sus miradas sonrientes y sus enseñanzas.
Soy un firme defensor de la eutanasia, y del testamento vital, que de éste último me tocó aprender hace año y medio, cuando mi padre casi cambia de estado, pero en el último instante, me ha regalado una vacaciones de vida para cuidarle, a él y a mi madre, en su últma y nonagenaria existencia en esta fase. Ellos lo tienen todo hecho, hablado y decidido, y así será cuando llegue el momento de cambiar del estado sólido al gaseoso. Dejarles morir en paz, conocedores de toda la información.
GO!