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El Efecto Bruselas, un beneficio global inevitable

13 de Septiembre de 2024
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Parlamento Europeo JAG Bruselas
Hemiciclo del Parlamento Europeo | Foto: José A. Gómez

Alguna otra vez hemos hablado del llamado Efecto Bruselas, que es la capacidad de influencia que tiene la Unión Europea en mundo, a través de la regulación que emite. ¡Así se lo digo!

Las leyes que dicta la Unión Europea acaban siendo normas de uso general, hasta en China. Y es que 500 millones de consumidores de alto poder adquisitivo promedio, es una muy buena razón.

Esto ya pasó antes diversas veces, por ejemplo, con la Protección de Datos. El Efecto Bruselas está transformando también la regulación de la inteligencia artificial (IA) a nivel mundial, beneficiando a todas las personas del globo, incluso si no lo pidieron.

Este fenómeno, en el que las estrictas normativas de la Unión Europea (UE) imponen su estándar a todos, está impulsando patrones más altos de seguridad, transparencia y derechos humanos en el desarrollo y uso de IA. Pero el modelo de mundo es el de la vieja Europa colonial.

La Ley de Inteligencia Artificial de la UE, ha sido la primera normativa integral de IA en el mundo, se ha convertido en el estándar de referencia, no porque todos estén emocionados por cumplirla, sino porque, bueno, ¿quién quiere perder acceso al enorme mercado europeo?

Este marco regulatorio adopta un enfoque basado en el riesgo y así se categorizan las IA. Eso significa la creación de un ranking de cumplimiento de derechos fundamentales, lo que obliga a las IA a alinearse con los ideales democráticos europeos si no quieren verse expulsadas del mercado. Estamos ante la forma más farisaica de ejercer el poder, ya que estas normas acaban en manos de lobbys, como el de la Propiedad intelectual.

A través de la transparencia y la rendición de cuentas, la UE ha establecido un marco que no solo beneficia a sus ciudadanos, sino que convenientemente se extiende al resto del planeta, y así puede controlar lo que no tiene, ni ha inventado.

El reciente Convenio Marco del Consejo de Europa sobre IA es otra demostración clara de cómo Bruselas interviene en el rumbo de la tecnología mundial, a pesar de no tener ni una sola empresa de primer nivel. Este acuerdo, firmado por países como Estados Unidos, Canadá, Japón, Israel, Australia, México, Argentina, Perú, Uruguay y Costa Rica, busca, sobre el papel, garantizar que la IA no interfiera con los derechos humanos.

Aunque algunos podrían argumentar que cada país tiene derecho a desarrollar sus propias normativas, Bruselas gentilmente se ofrece para hacer el trabajo por todos. Este Convenio, el primero jurídicamente vinculante en su tipo, no solo es pionero, sino que incluye principios clave de la Ley de IA de la UE, porque ¿quién mejor que la UE para dictar las reglas del juego?

California, el estado de las grandes tecnológicas, no ha querido quedarse fuera de la fiesta reguladora. La Ley SB 1047, aprobada recientemente, establece medidas similares a las europeas, como la implementación de “botones de apagado de emergencia” para grandes modelos de IA; porque, por supuesto, siempre es útil al gobierno de turno tener un interruptor gigante para apagarlo todo en caso de emergencia.

Curiosamente, en la exposición de motivos de esta normativa dice que se busca prevenir que la IA se utilice para crear armas biológicas o cibernéticas; lo que es más que curioso, ya que no parece haber informes masivos sobre el uso de IA para tales fines… aún.

Por supuesto, el camino hasta la aprobación de estas leyes no ha estado exento de obstáculos. Las big tech han dejado clara su postura en contra de estas regulaciones, aunque han acabado participando y consintiendo la norma californiana.

Sin embargo, la argumentación de que esas normas sofocarán la innovación y asustarán al talento, es ya una excusa familiar y repetida. Los legisladores, tanto en Europa como en California, aseguran que estas normas, lejos de asfixiar a las empresas tecnológicas, fomentarán un ambiente donde solo los productos más seguros y éticos puedan prosperar, pero sobre todo les dará a los estados el botón de apagado.

Gracias al Efecto Bruselas, la regulación de la IA no se limita a Europa, sino que afecta ya a usuarios de todo el mundo. La protección de los derechos humanos está asegurada, incluso si algunos creían que podían arreglárselas sin la ayuda de Bruselas.

Con esta normativa, la UE garantiza que los avances tecnológicos en IA se desarrollen de manera responsable y segura para todos. Así que, si alguna vez pensaste que podrías escapar de las estrictas leyes europeas, la regulación de Bruselas te encontrará, estés donde estés.

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