Todo ufano ha querido Alberto Núñez Feijóo ganarse unos puntos (y unos votos) para las elecciones generales del 23 de julio. Ayer, el gallego presentó su decálogo de medidas para tomar nada más llegar al Gobierno con la firme pretensión de que sea discutido por la sociedad civil y los medios de comunicación. Más allá de las dificultades para que alguien se concentre; por mucho que sean 10 propuestas; más allá de que la Sociedad Civil tan solo está pendiente de las subvenciones realmente; en realidad casi nadie va a analizar las diez propuestas.
En ese casi sí está quien esto escribe porque, sinceramente, es un despropósito. La primera propuesta es reducir el número de ministerios. Se espera que sea algo más de dos ministerios y no dependerá tanto de él como de la posibilidad de que tenga que compartir gobierno con otro u otros. ¿Reducir los ministerios ahorra una enorme cantidad de dinero? No. En términos globales el ahorro es calderilla porque lo que hoy hace un ministro lo hará un secretario de Estado, no tocando todo lo que hay por debajo. Lo importante, en realidad, no es el número sino el coste de las políticas y éstas, como ha afirmado, igual ni las toca. ¿Dónde va a colocar a tanto militante pepero?
Segunda. Pretende contar a los españoles cómo están las cuentas del país. Algo que está bien pero que cualquiera que tenga tiempo y ganas puede comprobar por sí mismo. Está todo en las cuentas públicas. Una medida, por tanto, estúpida que pretende dar a entender que se ha escondido algo al ciudadano porque Sánchez siempre esconde cosas. Se sabe hasta el dinero de las reformas de algunas viviendas de ministerios y lo que propone Feijóo es otro despropósito.
Tercera. Bajará los impuestos a los españoles, especialmente a las rentas medias y bajas en el IRPF. Luego sucede que baja dos céntimos a unos y millones a otros. Lo curioso es que si hay más dinero en circulación puede aumentar la inflación (que no está controlada del todo) y la bajada realizada para que los ciudadanos recuperasen algo de poder adquisitivo sería hasta peor, perderían más.
Cuarta. Recuperará el delito de sedición y modificará el de malversación. Se espera que lo haga y no se baje los pantalones porque le hagan falta los votos del PNV.
Quinta. Presentará una nueva ley orgánica para la renovación democrática del Consejo General del Poder Judicial. Muy bien ¿cuál? Porque por presentar puede presentar una cualquiera y quedar bien. ¿Qué tipo de reforma? ¿Qué consecuencias? ¿Adaptada a la Constitución? Ni lo sabe, ni le importa.
Sexta. La lucha contra la violencia de género será transversal y alejada de cualquier tipo de uso partidista. Muy bien. Perfecto. Lo mismo que ha venido sucediendo hasta la fecha. Hay algo que Feijóo no debe entender, la diferencia entre ponerse la medalla o la acción jurídica y policial. ¿Quiere decir Feijóo que hasta el momento jueces y cuerpos de seguridad del Estado han actuado de forma partidista?
Séptima. Convocará a los agentes sociales para fijar los objetivos de la legislatura. Ni un solo pero a esta parte… siempre y cuando hable con todos los agentes sociales.
Octava. Revisará cada una de las leyes que han contado con el voto de EH Bildu para ver si son constitucionales. ¿No lo sabe a día de hoy? Tiene a casi ochenta diputados y diputadas que han estado en el Congreso que deberían saber si lo son o no. ¿A qué viene esta propuesta si no tiene como finalidad el postureo? Filfa de la buena.
Novena. Conferencia de Presidentes (de comunidades autónomas) para analizar el reparto de fondos europeos, la política del agua y la financiación. Como suelen hacer todos los presidentes cuando comienzan la legislatura. Ahora solo falta que acudan todos y no hagan mutis por el foro algunos y algunas, como ha pasado con los peperos.
Décima. La presidencia de la Unión Europea será compartida con el jefe de la oposición. Será si le da tiempo a ser presidente antes de que termine. Entre unas cosas y otras podría irse hasta octubre la votación victoriosa. Eso si no hay que repetir elecciones porque no acuerde nada con el resto de grupos. Además, para qué querrá al jefe de la oposición, para que ¿le traduzca del inglés?, ¿para no ir solo porque le da miedo?...
Y hasta ahí las propuestas del Decálogo. Que como los mandamientos se resumen uno: la igualdad real (en Twitter dixit) Así, con dos testículos. Ni al más salvaje de los comunistas se le ocurriría pensar en implantar la igualdad real. De hecho es un imposible, tanto físico como ontológico. Étienne Cabet dijo aquello de “De cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades”. Ni los socialistas utópicos llegaron tan lejos y eso que el blanquismo (por Louis Blanc) estuvo muy presente en revoluciones como la Comuna de París. ¿De dónde han sacado que la igualdad real es posible? Ni ante los ojos de Dios en el momento de rendir cuentas serán todos los seres iguales. ¿Saben lo que dicen o piensan, como se temía Cuerda, que los españoles son gilipollas?