“Es lunes y estoy en mi despacho” fue el monumento al cinismo que, con solo siete palabras, construyó en sede parlamentaria el corrupto Rodríguez, personaje decisivo del PP de Palma durante un montón de años, para mentir sobre lo que le había dicho a Hidalgo, también corrupto y también del PP cuando, en realidad, lo que hizo aquella mañana fue llamar al entonces alcalde de Andratx para confirmarle que la Guardia Civil estaba a punto de entrar en el Ayuntamiento y realizar un registro del que el sábado anterior le habían advertido el propio Rodríguez y el también corrupto, también del PP y de sobras conocido ex ministro Jaume Matas, por lo que el avisado dedicó el domingo a destruir papeles, ahora que podrían haber pillado a Donald Trump en parecida maniobra. Aquel caso acabó desgajándose en 79 piezas separadas con hasta 140 imputados y supuso un coste inmenso para el erario, a la par que grandes perjuicios para las víctimas de otros delitos, que veían como se demoraban los trámites de sus demandas ante los tribunales por el exceso de trabajo que la corrupción política provocaba. Y sigue provocando.
Aunque lo de aquel Rodríguez no tenga nada que ver con mi decepción de hoy, ministra Darias, me ha venido a la memoria porque también es lunes, aunque 15 de agosto de 2022, y estoy delante de la pantalla del ordenador para reclamar de nuevo y desde mi mínimo rincón del Cuarto Poder que el Ministerio que usted dirige corrija la suma errónea de fallecidos por Covid que sigue ofreciendo en el informe 615, correspondiente al día 10 de julio de 2022.
Se lo diré otra vez, el acumulado de víctimas mortales a esa fecha, según obligan los números que figuran en los 19 sumandos de otros tantos territorios que también aparecen, era de 108.974 y no de 108.948, tal como insisten en mantener desde hace ya 35 días y a pesar de que desde este mismo medio se advirtió hace una semana del error en el artículo titulado “Ministra Darias, ordene arreglar esta suma, por favor”, que, a la vista del fracaso, deduzco que debería haber sido aún más explícito para conseguir el justo fin perseguido.
Dos reflexiones parecen oportunas con ocasión de este error material y sostenido desde un organismo público.
Durante la dictadura, con la intención de censurar y, cuando interesaba, castigar, se vigilaba de cerca todo lo que aparecía en unos medios de comunicación que, además, eran muchos menos. En cambio, de cualquier democracia, por muy “defectuosa” como la española que sea, se espera, además de la libertad de prensa, que los tres poderes, el ejecutivo, el parlamentario y el judicial, se interesen por lo que sale a la luz cada día con ánimo de conocer las denuncias y opiniones de los contribuyentes sobre la gestión que realizan las instituciones con los impuestos que entregan para que puedan funcionar bien, entre otras cosas.
¿Existe, en un ministerio como el de Sanidad, ya que estamos, algún departamento al que primero le lleguen y después revise las noticias y opiniones sobre su gestión? Seguro que sí. Por tanto, ¿hacen algo cuando se informa de errores y deficiencias?
Por otra parte, el hecho mismo de que errores materiales tan evidentes como el aquí denunciado puedan permanecer en el tiempo demuestra que no existen protocolos internos que permitan identificarlos y corregirlos. Estoy seguro que existen herramientas de software que realizan chequeos automáticos de cualquier operación matemática integrada en la gestión de la información que se ofrece al público y un Reino como el de España debería permitirse el lujo de adquirirlos y, si no los hay en el mercado, de inventarlos.
Le envié a un amigo el artículo citado en el segundo párrafo y me dijo que la corrección de errores materiales en la Administración Pública requiere muchos trámites y que, en algunos casos, no merece la pena. Le contesté que yo mismo había informado anteriormente de otros errores, también en las informaciones de Sanidad sobre la pandemia, y que los habían corregido sin mayor dilación. En cualquier caso, se trata de informaciones que, aunque sean oficiales, no son materia del BOE y, por tanto, el trámite para su corrección no parece requerir más que una nota al pie del cuadro de resultados modificado. Si usted, que está leyendo, y no me refiero ahora a la ministra Darias, accede a estos informes oficiales del Covid, podrá comprobar que proliferan las advertencias y los detalles para que quien los consulta no saque conclusiones equivocadas.
Por poner un ejemplo de otro Ministerio, en este caso el de Interior, el 7 de octubre de 2016 solventó con un comunicado de cuatro líneas lo que denominó un error pero que para mí fue una chapuza con intenciones tergiversadoras de los resultados electorales aplicada sobre el censo CERA de Castilla y León en las elecciones del 20D de 2015. Fueron las primeras que sacaron de quicio al PP y al PSOE, pues se anunciaban, y así ocurrió, como las primeras en las que fracasaría el cómodo y corrupto bipartidismo que gobernaba desde 1982.
Por cierto, acabo de acceder a la web de los de Marlaska para comprobar si siguen manteniendo, como hasta hace cuatro días, informaciones fuera de la legalidad vigente como censos diferentes para el Senado y el Congreso en las generales de 1993 y solo aparece “Página no encontrada”, a partir de lo cual sospecho que, en Interior, contra los errores y las deficiencias han decidido aplicar la terapia definitiva, aquella de “muerto el perro, se acabó la rabia”.
Vuelvo al principio para recordar también que la justicia del Reino de España
ha tardado 18 años en dictar sentencia definitiva, y condenatoria a pena de tres años y medio de prisión, contra el corrupto Rodríguez, una noticia que se conoció el 11 de julio pasado. No obstante, y gracias a las maniobras dilatorias de las que caben en las leyes porque para eso las redactan con trampas, este delincuente sigue sin pisar la cárcel.
Antes de quedar definitivamente decepcionado por una falta de respeto hacia las matemáticas que, sin saber por qué, me ha hecho pensar en la falta de interés de la Justicia cuanto tiene que perseguir a determinados sospechosos habituales, le pregunto, ministra, lo siguiente: ¿cree usted que su departamento tardará también 18 años en corregir la suma de la primera columna de la Tabla número 3 del informe 615 sobre el Covid publicado por su ministerio el día 10 de julio de 2022?
O, dicho de otra manera, ¿qué le parecería a usted si los profesores de matemáticas de Primaria pusieran a sus alumnos ejercicios prácticos consistentes en descubrir errores materiales en las estadísticas del Covid publicadas por el ministerio de Sanidad del Reino de España?
Tal como le dije en el artículo anterior, cuando vea corregida esa suma le informaré de otra con un error similar y que lleva mucho más tiempo insultando a las inteligencias con las que se cruza por las pantallas que encienden la Red.