Mujeres filósofas han existido siempre pero hasta el siglo XX no empezaron a visibilizarse a consecuencia de nuestra tradición patriarcal.
Por desgracia la mujer en la filosofía siempre se ha mantenido en un completo tabú. De hecho, algunos filósofos occidentales atribuían al hombre un carácter racional y a la mujer un potencial más emotivo e intuitivo. De esta opinión fueron Aristóteles, Séneca, Tomás de Aquino, Rousseau, Hegel, Schopenhauer y Nietzsche. Pero esto no es cierto.
Un filosofo/a lo es con independencia de que sea hombre o mujer.
La capacidad de filosofar solo es atribuible al ser humano. Por lo tanto, es necesario hacer justicia histórica de todas las grandes filosofas que se han silenciado y que solo ahora se les da testimonio. Por poner algunos ejemplos, podemos citar a estas: Aspasia de Mileto que tuvo una gran influencia en su época; Lastenia de Mantinea que tuvo que disfrazarse de hombre para poder asistir a la academia de Platón; Hipatia que superó los prejuicios de su época; Mary Wollstonecraf que escribió “Vindicación de los derechos de la mujer”; y muchas más como Hannah Arendt, Simone de Beauvoir, Margaret Cavendish, Victoria Camps, Chantal Delsol, Rosa Luxemburgo, etc. En España tenemos filósofas de una gran calidad. María Zambrano por ejemplo, que tenía un gran compromiso cívico y un pensamiento poético, Celia Amorós, primera mujer que obtuvo el Premio Nacional de Ensayo y una gran feminista junto a Amalia Valcárcel.
En el terreo de la ética española han destacado Victoria Camps y Adela Cortina.
Finalmente Marina Garcés por adquirir un compromiso con la filosofía como forma de vida callejera. No obstante quizás sea conveniente aclarar que no hay un pensamiento femenino, como tampoco lo hay masculino.
El pensamiento, en este caso el filosófico, no tiene género. Puede ser bueno o malo pero sin género. Lo que si puede y debe haber es un pensamiento feminista en el que se incorpore tanto el hombre como la mujer. Pero en todo caso, la historia de la filosofía debe ser reescrita con estos y otros nombres que permanecieron en lo oculto durante siglos. Sin su presencia la historia a la que hacemos referencia no está completa ni es una historia auténtica. La historia del pensamiento tiene que nutrirse de todos los pensamientos posibles. Por eso, la justicia histórica es esencial para reescribir una historia filosófica verdadera.