Hoy día ya todo el mundo sabe, o debería saber, qué es la autopublicación. Se habla mucho, últimamente más, y esta forma de publicar forma parte del panorama literario actual. Ser autopublicado (a mí me gusta más el concepto de autor independiente) no es ninguna bicoca. Tiene su aquel y, los que hemos bebido las mieles de la autopublicación, nos cuesta desprendernos de esta forma de llegar a los lectores y lectoras de todo el mundo.
El pistoletazo de la autopublicación en España llegó a finales de 2011 de la mano del gigante Amazon, a través de su libro electrónico: el Kindle. Quién hoy día no sepa qué es un Kindle, es que no sabe nada. La autopublicación trajo cosas buenas (la mayoría), pero esta novedosa forma de publicar no está carente de inconvenientes. Entre ellos, y quizá el más importante, la soledad. El autor independiente es un Quijote que lucha contra los molinos de viento de las todopoderosas editoriales, en busca de hacerse un hueco. Lo que, y es evidente, crea rechazo. El autopublicado es una especie de enemigo a batir, al que no invitan a ferias del libro, ni a eventos, del que se duda de la calidad de sus novelas. Literatura sencilla, mal corregida, han llegado a decir.
En el año 2012 surge un neologismo que busca aglutinar a todos esos autores y autoras que se autopublican, en especial los que lo hacen a través del libro electrónico. A remolque del Kindle, se sugiere el de «Generación Kindle». Este nombre aparece en una serie de mensajes de los hasta ese momento pioneros de esta forma de publicar, donde se aportan otras nomenclaturas como Generación Digital o Generación de Autopublicados. En los primeros artículos de la prensa de entonces ya se empieza a conocer a este reducido grupo de autores como «La Generación Kindle». Y en un extenso artículo de El País aseguran que yo fue el que acuñó el término. Ciertamente, fui el que aposté por esta denominación desde el principio. En lo personal sigo pensando que no es más que un sentimiento de pertenencia a un conjunto de autores que usaron (y usan) este método como forma de publicar. La cuestión es que la idea, y lo que esta idea aportaba, se extendió rápidamente y hay quien sigue utilizando este nombre para autodefinirse. Yo mismo lo suelo usar, porque me siento identificado con él.
En el año 2014, y esto hay poca gente que lo sabe, me di de alta como editor en Wikipedia con la intención de reforzar la poca visibilidad de la autopublicación. En mis primeras creaciones traje a este mundo artículos que no existían, como: Agente literario, Barcelona Negra, Getafe Negro, Pamplona Negra, Ciclos de Semana Negra en España, Castellón Negro… Y un amplio abanico de autores y autoras de novela negra y, en especial, autopublicados. Entre mis creaciones quiero destacar la de el Premio Literario Amazon Storyteller y la de los Premios del Libro por Editores Independientes.
La evidencia de que los autores independientes no somos bien recibidos, la percibí cuando, y sin motivo aparente, Wikipedia comenzó a borrar artículos relacionados con la autoedición. Han borrado no solo los de autores y autoras, sino incluso el de una de las editoras independientes más conocidas de España. Imagino que un día se preguntó por qué el artículo que hablaba de ella no estaba. O el de una de las autoras más conocidas y vendidas del mundo de la autopublicación. Y pionera de la Generación Kindle. A la que borraron su artículo (lo cree yo) argumentando que no era relevante.
Para que me entiendan, y vean más clara mi exposición. Un autor o autora de editorial, con un par de novelas, tiene artículo en Wikipedia. Y no solo el personaje, sino cada una de sus novelas; aunque no las conozca nadie, dispone de su correspondiente artículo. Y esto es así porque, a diferencia de los autopublicados, disponen de sus propios medios y herramientas para crear esos artículos. Supongo que no es ningún secreto que existen lo que se conoce como «cuentas remuneradas» que son editores de Wikipedia que, cobrando, crean y vigilan artículos de su interés, relacionados con los autores de las todopoderosas editoriales. Sí, no se alarmen, hay casos tan evidentes que sangran los ojos, donde la cuenta corresponde al nombre de la propia editora o la agente literaria, que es la que crea y mantiene el artículo.
Así nos encontramos con esplendorosos artículos (foto de estudio incluida) de autores de editorial, frente a paupérrimos artículos (foto cochambrosa) de autores independientes. Yo quise aportar. De hecho, durante un tiempo escribí artículos de autores independientes (para ayudarles a ser más visibles), entrevistas en mi canal de Youtube, etc. Pero mi hazaña se truncó cuando (¡oh, sorpresa!) una agente literaria me denunció en Wikipedia. Ahí siguió la denuncia de una correctora. Y alguna más, que incluso llegó al juzgado.
Los autores independientes (autopublicados) estamos solos y no hay nadie ni que nos defienda ni que apueste por nuestras obras. Hay una guerra abierta contra nosotros y que, y por eso escribo este artículo, me ha llegado a afectar ahora hasta el punto de que Wikipedia me define como (cito textual): «Todos podemos imprimir y vender desde casa y no por ello es un autor relevante». Eso, y es lamentable, es lo que piensan de los autores independientes.
El culmen, si es que hemos llegado a él, fue en 2023 cuando un festival de novela negra premió mi novela «La cuarta memoria» como la mejor novela negra publicada en 2022. Hubo otro premio, en igualdad de condiciones, para la autora Ana Isabel Fernández. En este caso, el festival, con buen criterio, decidió que el premio se lo merecía tanto una novela autopublicada, como una novela publicada con editorial, como el caso de mi compañera. Pero, el hecho de que un autor independiente reciba el premio a la mejor novela publicada supuso un salto tan importante, que creo que marcó un antes y un después. Y la diferencia está en que se reconoció una novela autopublicada como lo que es: una novela publicada.
¡Larga vida a la autopublicación!