Foto de perfil del redactor de Diario16 Josep Jover

Inteligencias artificiales al curro, humanos al paro

28 de Julio de 2025
Guardar
Inteligencias Artificial competencias
Foto: FreePik

Si su trabajo depende de un teclado — introducir datos, procesar facturas, rellenar plantillas, devorar Excel — vaya preparando las maletas digitales: el Foro Económico Mundial calcula que 92 millones de puestos quedarán pulverizados por la automatización de aquí a 2030, de hoy en cinco años. Una poda equivalente al 8 % del empleo mundial y del 30% en los países industrializados. No es una distopía lejana; es el balance provisional de un lustro de IA desatada; y eso, evidentemente, se ha de notar en la política de fronteras. Y se ha de notar más allá de los discursos de las derechas y las izquierdas. La protección social explosionará y habrá de alcanzar a uno de cada tres trabajadores, trabajadores a quienes les robarán el trabajo; pero no será un negro que viene en patera.

Mientras los analistas ajustan las cifras, la industria de la RPA presume de resultados tangibles: implantar “robots de proceso” reduce costes operativos un 30 % de media, gracias a que las macros nunca piden vacaciones ni se equivocan con las tildes. En las mesas de dirección, ya no se discute si automatizar, sino qué departamento automatizar primero. Y eso va desde las residencias de ancianos, a los hospitales, desde SEAT al taller de coches de Mondoñedo.

¿Y, quién se queda con los beneficios del pastel? Los de siempre. Amazon, Microsoft, Alphabet y Meta prevén gastar 3 billones de dólares en IA solo en 2025 para blindar su oligopolio de nubes, chips y datos. Con ese presupuesto podrían financiar tres misiones a Marte… o pagar un sueldo más que digno de por vida a todos los desempleados que ellos mismos van a desplazar.

Los chinos, por su parte, se han convertido en su verdadera sombra, creando productos buenos y que les convierten en colideres del cambio social.

Paradójicamente, Europa estrena Pacto de Migración y Asilo con controles biométricos y cribados exprés que, en la práctica, endurecen la entrada de trabajadores extranjeros. A eso hemos de sumarle los vaivenes de cada estado. Esto pasa justo cuando ya estamos viendo la inexorable llegada del robot de turno. Se cierra la barrera física mientras la puerta digital queda abierta de par en par a brazos mecánicos y algoritmos sin pasaporte.

El argumento oficial es impecable: “No va a haber trabajo ni para los nacionales; cerremos el grifo”. Pero el problema no es la inmigración, sino la sustitución tecnológica acelerada y la incapacidad política y social para reconvertir plantillas en tiempo récord.

En la misma semana en que Bruselas vota más controles en frontera, UiPath anuncia un bot capaz de leer 10 000 contratos por hora con criterio de abogado especialista, y Amazon inaugura un almacén donde los únicos humanos son los de las visitas guiadas. La ecuación es simple: menos empleados, más parados que habrá de mantener.

Plan B (porque el A es el paro)

  1. Reconversiones express: si el 39 % de las competencias actuales caducará antes de 2030, la formación continua deja de ser un plus para convertirse en necesidad de Estado, impulsémosla desde la ciudadanía, porque no podemos confiar en los empresarios, que estarán encantados de tener infinita mano de obra barata.
  2. Impuestos a la automatización: que las máquinas coticen para financiar la transición de quienes desbanquen.
  3. Renta básica europea: si el trabajo escasea, garantizamos el consumo, mientras, al menos, el personal se recicla.

Lo irónico es que los dos gremios con más tareas mecánicas son, precisamente, los más blindados: altos cargos políticos y directivos de Big Tech. Cuando un algoritmo escriba leyes y otro firme balances, quizá entiendan que levantar muros no detiene a los robots, pero sí a las personas que podrían reprogramar el futuro. Mientras tanto, ellos dominan el cotarro y nosotros… a actualizar LinkedIn.

Lo + leído