22 de Diciembre de 2016
Actualizado el 02 de julio de 2024
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“Espejito, espejito mágico. ¿Hay alguien en este reino cuya belleza pueda ser tenida por mayor que la mía?” Recuperados en el espacio y el tiempo, y con la esperanza de que una vez alcanzado el final de la presente reflexión no sea otro el resultado que de tal acto se precipite que el propio de considerar como bien empleado el cúmulo de instantes que a tal fin hayáis dedicado; lo cierto es que no es en absoluto un cuento, si bien, como en tales, hay moraleja, que ampliamos nuestras expectativas en tal dirección a la hora de tasar lo destinado a considerar como justa valía, si a tal precepto se hubiera de tender cuando de meras figuraciones subjetivas constan en exclusiva las mentadas reflexiones.Porque no, no es un cuento, o al menos de otra consideración se viste sin duda el votante/simpatizante de cualquiera de los grupos políticos que a estas alturas se muestran empecinados en apropiarse, unas veces con sus silencios, otras con sus palabras, de la quien sabe si a estas alturas ya desahuciada, correcta consideración de PARTIDOS DE IZQUIERDA.Abrumados cuando no aburridos por la letanía a la que la comprobación de tales consideraciones nos ha abocado a lo largo del presente año natural, quién sabe si lo único cierto, o por ser más exacto lo único constatable, pase por la ineludible aceptación de un hecho no revelado, sino constatable por la tiranía del análisis objetivos. Hoy por hoy, el concepto de La Izquierda (entendido tal y como propios y extraños se empeñan en hacer,) parece abocado a la desaparición.Que nadie se alarme. No estoy diciendo que La Izquierda se haya quedado sin sitio. Tampoco me dispongo hoy (al menos no de momento,) a azuzar el debate vinculado a si es o no La Izquierda competente para acaparar a los, por decirlo suavemente recién llegados. Lo que estoy poniendo de manifiesto no es sino la necesidad de llevar a cabo la aportación de un marco teórico destinado a acaparar en su seno la certeza reseñable a partir de la conmiseración pragmática del hecho por el cual, la distancia existente entre el corpus doctrinal históricamente llamado a delimitar los modus operandi de La Izquierda, y la forma de referirse a ellos que demuestran los anteriormente aludidos en tanto que personas que conjugan su paso por la vida bajo la forma de Activistas de Izquierdas; ha alcanzado tal grado de desbarajuste e incoherencia que, a estas alturas cualquier intento de reorientación se erige en una verdadera utopía.Tenemos así pues que, muy probablemente, una cosa es la sucesión de conceptos destinados a encuadrar los parámetros de lo que podríamos considerar “conductas lícitamente llamadas a considerarse como “de Izquierdas.” Y otra cosa, a menudo bien distinta es la resultante de observar el modo y manera mediante el que se conduce el llamado individuo de Izquierdas. Porque sí, señoras y señores. En este mundo en el que todo es cambio y evolución. En este mundo en el que a menudo la originalidad se recrea de manera esperpéntica retozando en gozoso binomio con usos y pareceres que son del todo propios de cualquier cosa menos de lo que en una mente cabal estaría llamado a predisponernos a tener un reencuentro con el deseo licito de volver a nuestros orígenes. Precisamente en esta semana, llamada a conmemorar el 150 aniversario de la Iª Internacional, si bien lo hace con el silencio vergonzante con el que La Iglesia de Roma hubo de asumir errores garrafales como el de exterminar gatos en mitad de una pandemia cuyo ente transmisor era albergado por las ratas. Con ese o con parecido silencio hemos de empezar a asumir la posibilidad de que, hoy por hoy, resulta más que posible que haya tantas Izquierdas como marcos referenciales, o sea como personas, tengan a bien erigirse en coherentes con tal consideración.Pero puestos a ser serios, no hemos de olvidar que vivimos en un mundo serio, o lo que es lo mismo, competitivo. Se establece la competición como un proceso en el que el premio (retribución) se logra en la medida en que eres el primero, si no el mejor, en alcanzar satisfactoriamente los ratios que a tal efecto han sido considerados por alguien.Dicho de manera más coloquial, y sin que de ello se observe la mínima reducción en la intensidad del comentario: Existe un canon al que, inexorablemente antes o después habremos de referirnos si queremos poder afirmar con rotundidad no ya si somos o no de Izquierdas; sino, lo que es peor, cuán de Izquierdas somos.Váyanse pues preparando las preguntas del examen. Aunque llegados a este punto, una cuestión trascendental aflora, una que en términos románticos nuestros ancestros ya formulaban: ¿De Izquierdas se nace, o te haces? Dejados de romanticismos, una y solo una aflora como la cuestión vital: ¿Es la pertenencia a la Izquierda una cuestión actitudinal; o se halla por el contrario ligada al noble proceder evolutivo y/o de adaptación?En caso de decantarnos por la opción primaria, aquella en base a la cual la adscripción vendría a formar parte de nosotros como una forma más de nuestra propia condición en tanto que individuos, para referirnos a la misma solo el entrenamiento en pos de afinar los procedimientos propios se erigiría en proceder cauto.Mas al contrario, de pertenecer la condición de asocio en La Izquierda al cúmulo de parámetros constatables dentro del acervo, esto es, de ser un logro cultural en tanto que tal computable a los vínculos asumidos desde fuera (desde la Cultura), afirmaremos sin lugar a dudas que, como en la actualidad algunos se empeñan en demostrar con sus actos: Resulta una opción obvia el ser más o menos de Izquierdas, o hay formas mejores y peores de ejercer como integrante de La Izquierda.Sucumbamos pues aunque obviamente de manera interesada, a la tentación de equipararnos a la llamada Justicia Retributiva. El “tanto tienes, tanto vales”, por el que se rige tal consideración, resultaría en este caso equiparable a pasar una prueba de cuyo resultado dependería la calidad de tu pertenencia a la Izquierda. Sería como mirarte en el espejo convencido no ya de que no va a haber sombras, sino de que éstas, de materializarse, lo harían no por causa del sujeto actor, sino por perversión de los materiales (nudos en la madera, o espejo mal pulido.)Pero tranquilos, en una Sociedad que se mueve presa de la mediocridad en la medida en que ni tan siquiera los principios morales que determinan la corrección o justicia de cada uno, pueden aspirar a ser pronunciados con una intensidad mayor a la empleada para esconder un mal farfullo; no aspiramos nosotros a cargar a nadie con la desinencia en la que acabaría por convertirse cualquier aspecto llamado a ser tenido por erigirse en proceder llamado a dejar secuelas en formade responsabilidad, como podría devengarse del tener que proceder desde la calidad moral de decir qué resulta, y qué no resulta, un comportamiento propio de La Izquierda.Así que todos aquellos que llevan meses, cuando no años, atribuyéndose la disponibilidad para decidir qué merece y qué no merece ser considerado por las bendiciones de La Izquierda; que se vayan preparando. Nuestro amigo a la par que mentor Manolo, se haya en disposición de regalarnos su saber, traducido en sacrificio de generosidad en pos de, previo examen (gratuito, que nadie piense mal,) expediros el pertinente certificado de APTITUD ADECUADA PARA LA PERMANENCIA-INGRESO en La Izquierda.Las plazas son limitadas, y la inscripción seguirá un protocolo en el que tendrá lugar la pertinente observancia del orden seguido por las peticiones.Así pues ¡A darse brío! Que acaban de hacer pública la convocatoria del Comité Federal de uno de los Partidos considerados como integrantes de esa Izquierda; y seguro que poner a caldo a tu Secretario General “mola más” si lo haces con tu incipiente certificado que te acredita como de verdadero integrante de La Izquierda da nivel e impulsa.
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