Aznar ha hablado, otra vez, del peligro de la destrucción de España. Siempre habla quién menos autoridad tiene para hacerlo. Alguien le tendría que recordar cual era el apoyo a la independencia antes de proclamarse presidente del gobierno español y cual fue después de la sentencia del Estatuto. Si alguien ha trabajado por la independencia ha sido esta fábrica de independentistas (FAES) en que el PP se convirtió desde de salir a recoger cuatro millones de firmas contra el Estatuto. ¿Y no recuerda aquello de Endesa, "antes alemana que catalana"?
Tal como explica el periodista Antoni Bassas, que Aznar pregone un "basta ya" contra la amnistía, igual que cuando todo era ETA, es un insulto a la democracia, pero no nos tendría que extrañar. Quien no está con él es terrorista. También ETA, según Aznar, fue la responsable de los atentados de Atocha, el 11 de marzo del 2004. Esto sin olvidar que el 1978 escribió artículos comprensivos con la abstención en el referéndum de la Constitución que ahora defiende como si fuera don Rodrigo Díaz de Vivar.
Aznar habla de "libres e iguales". Traducción: libres para actuar dentro de la lectura más regionalista posible de la Constitución, e iguales a él, es decir, culturalmente castellanos, e iguales ante la ley siempre que la interpreten los jueces debidamente controlados por la puerta trasera. Y si le quita el sueño esto que dice "cierto riesgo existencial" por la continuidad de la nación española, teniendo como tiene detrás la Corona, el ejército, los servicios secretos, el poder judicial, centenares de embajadas y una de las lenguas más habladas del mundo, entonces es que su confianza en España es muy poca y su respeto por la democracia es nulo.
Son muchas las voces de acreditados juristas y jueces (Martin Pallin, por ejemplo) que opinan que la amnistía es legal, y les invito a ver la opinión del catedrático de Derecho Constitucional, Javier Pérez Royo, sobre el tema.
Aznar ha hecho un llamamiento a la sociedad y a todos los poderes del Estado a movilizarse contra la posible amnistía que reclaman los independentistas, y que el PSOE está dispuesto a explorar, con el argumento que comportaría la "disolución nacional" de España. Es el mismo argumento que usó contra el Estatuto en 2006, y después contra los indultos el 2021 y, cada vez que el Estado hace alguna concesión en Cataluña. Entonces "España se rompe" y hay que salir a la calle para salvar la nación de los pérfidos que quieren destruirla.
La derecha española tiene muy mal perder y siempre utiliza la misma táctica cuando no ocupa la Moncloa: deslegitimar el gobierno de turno, atizar la calle y tensar la convivencia entre españoles (no tanto entre los catalanes, donde hay un consenso muy elevado a favor de acabar con la represión por el 1-O). Mira por dónde, el 23-J el mandato de las urnas fue muy claro: España, sobre todo gracias a los votos de vascos y catalanes, dijo que no en un gobierno PP-Vox y apostó para repetir la misma fórmula que había.
Ahora de lo que se trata es de encarecer el precio de la amnistía para Sánchez, de intentar desestabilizar las negociaciones, de buscar grietas en el PSOE (con la participación de González y Guerra) y de forzar como sea unas nuevas elecciones porque la perspectiva de cuatro años más a la oposición se los hace insoportable. Por eso no les importa incendiar la calle si creen que esto les acerca a la Moncloa. Pero es que, además, José María Aznar es lo menos indicado para acusar Sánchez, cuando él acercó presos de ETA a Euskadi y Navarra, envió una delegación a negociar con ETA en Zúrich y declaró en aquel momento que el Estado sabría ser "generoso" si ETA abandonaba las armas.
Aznar pasará a la historia como el presidente que mintió a todos los españoles asegurando que los atentados del 11-M habían estado obra de ETA cuando todas las evidencias ya apuntaban al terrorismo yihadista. Solo aquel episodio, en que Aznar llamó un por uno a los directores de los diarios más importantes para que atribuyeran el atentado a ETA, tendría que ser suficiente para inhabilitar públicamente el personaje y condenarlo al ostracismo.
Aznar le hizo decir a la representante de España ante la ONU y en asamblea general, que el atentado de Atocha había estado obra de ETA cuando empezaban a existir dudas razonables sobre su autoría y que ETA negó desde el primer momento.
Pero no. Aznar ha continuado dando lecciones y ha intentado influir en la línea de su partido como si no hubiera pasado nada. Y por supuesto nunca se ha arrepentido ni ha pedido disculpas, por ejemplo, por haber dicho en prime time en televisión para justificar la invasión de Irak que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva.
Al menos Toni Blair i Colin Powell tuvieron la dignidad de hacerlo. A todo este historial todavía tendríamos que añadir toda la corrupción sistémica que afectó el Partido Popular mientras él lo lideró, y que tuvo su culminación en la boda de su hija, ceremonia a la cual asistieron todos los que después serían procesados. Por eso resulta del todo incomprensible que al PP todavía se lo escuchen cuando lo que tendrían que hacer es esconderlo.