La foto fija de estos días del PSOE es muy preocupante: Susana Díaz, quizás a punto de declararse candidata a las primarias para la secretaría general de su partido, observa cómo lidera sola la parte del PSOE que más gusta al PP, mientras que en la otra parte de su formación aparecen dos candidatos que, al luchar entre ellos y de rebote, podrían darle a ella la victoria por mayoría minoritaria.
Patxi López se lanza a la carrera motu propio o no? El líder vasco no debe ignorar que lo segundo, más que lo primero, es la percepción de buena parte de la militancia socialista y de la ciudadanía española. Percepción es igual a imagen. Y la imagen es factor imprescindible en cualquier otro posible efecto comunicacional buscado. Patxi arriesga, pues, mucho para tan poco probable provecho.
Porque Pedro Sánchez va a cosechar gran cantidad de votos de las bases socialistas. Si gana, será secretario general de nuevo. Y si pierde, se posiciona con absoluta claridad como el líder de un PSOE de las bases y por el cambio sustancial, incluyendo -naturalmente- el abandono del compadreo con el gobierno conservador del PP. E incluyendo, como es obvio (y vergonzoso recordarlo), echar democráticamente a Rajoy y los suy@s, lejos de apuntalarles. Como habría hecho el fundador del socialismo español, Pablo Iglesias Posse.
En estas primarias del PSOE, por tanto, no se trata exclusivamente de elegir al número uno. Se dilucida el futuro del partido más antiguo de España y que más años ha gobernado. Un futuro liderado desde el abrazo a la gran coalición tácita (o no tan tácita) con el gran adversario, el PP. O un futuro en clave de socialismo democrático consecuente con su ideario, esto es, evacuar a los conservadores para propiciar un cambio importante a favor de la inmensa mayoría de los ciudadan@s de este país llamado España, miembro destacado de la Unión Europea. Las consecuencias de estas primarias socialistas son mayúsculas.