El título que vengo a proponer es una pista de lo que escribiré a continuación. Como se deja entrever, adopto la dialéctica hegeliana para expresar que, hasta donde hemos visto, la democracia no es compatible con la gestión de la pandemia e incluso, es su antítesis. De aquí podría salir la síntesis de un sistema político tecnócrata, en el cual, la opinión de los expertos se impusiera a la de la mayoría. Desde que empezó la pandemia, hemos vivido en una continua falacia ad verecundiam, también conocida como falacia de autoridad.
Se ha llegado a tal paroxismo que buena parte de la población es incapaz de razonar por sí misma respecto al covid. El argumento pasa muchas veces por el dogmatismo hacia lo que han dicho “los expertos”, a pesar de que, aquello que han dicho esta semana pueda contradecir lo que dijeron hace un año o incluso hace unos días, el ejemplo más fehaciente es el coitus interruptus del Departament de Salut de Cataluña, el cual estaba a favor de la cuarentena de dos semanas para personas que hubieran estado en contacto con infectados a pesar de estar vacunadas. Tuvieron que recular el 22/12/2021 porque las indicaciones a nivel estatal eran las contrarias[1].
Habría que ser muy prudentes y no ir hacia el camino que irremediablemente hemos cogido, la tiranía de los expertos. Me baso en William Easterly y en su análisis macroeconómico en cuanto a las teorías del desarrollo y cómo estas se han implementado mediante entidades internacionales sin ofrecer resultados convincentes. La figura del déspota ilustrado (no diré nombres, pero simplemente véanse los asesores y expertos sanitarios que colman portadas, telediarios, programas en prime time, etc) sirve perfectamente a los autócratas/gobernantes para implementar sus decisiones, puesto que, ¿quién osa criticar a los expertos? Si no tienes idea de epidemiología, será mejor que permanezcas callado. Quizás algunos aún no han entendido que esto no es por una cuestión de salud y que, la medicina y sus ramas no operan al margen de otras disciplinas. Si aplicamos a raja tabla las medidas sanitarias, la economía, el derecho, la democracia, la privacidad, e incluso, los individuos desaparecerían. Sería peor el remedio que la enfermedad.
La exasperación de una población que quiere el fin de esta pesadilla provoca que se aferren a un clavo ardiendo y acaten como medrosos las directrices de los “expertos”. Recordemos que, al principio se dijo que las mascarillas no eran necesarias (por fortuna tenemos vídeos que lo corroboran[2]) y, ¿cómo sustentaban esta premisa? “Lo ha dicho la OMS”. Luego pasaron a ser obligatorias y la nueva fórmula para llegar a la normalidad definitiva eran las vacunas[3]. También hay que destacar el esperpéntico show sobre el IVA de las mismas y los balones fuera de María Jesús Montero para mantenerlo en el 21% y no en el 4% apelando a que era el reglamento europeo el que impedía bajarlo[4]. ¿Quién recuerda ya a Fernando Simón diciendo que España no tendría casos de coronavirus? No olviden que él sí que es epidemiólogo.
Sea como fuere, después de una gran campaña de incentivar y coaccionar a la población para vacunarse, hay algunos periodistas que se han atrevido a alzar la voz y cuestionar cuáles son los conflictos de intereses que tienen los médicos, las farmacéuticas y buena parte del gremio periodístico. Recientemente, ha salido a la luz cómo el gobierno vasco concedía una subvención a su televisión autonómica a cambio de “el compromiso de mantener la misma línea de información de cercanía y servicio a la ciudadanía en relación con la pandemia”[5]. Decía Orwell que “el periodismo es imprimir lo que otros no quieren que se imprima, todo lo demás son relaciones públicas”.
Animo al lector audaz a consultar el portal de transparencia de compañías como Pfizer y encontrará doctores con nombres y apellidos que han recibido dinero directamente de la multinacional[6]. También instituciones públicas y privadas que han cobrado de empresas farmacéuticas. Aún no están los datos del 2021, pero sí los del 2020.
Más allá de los intereses económicos que pudiera haber, otro punto cardinal es el fundamentalismo científico que impera en el discurso actual. ¿Quién no ha escuchado eso de “yo creo en las vacunas”, “yo creo en la ciencia”?, está última es un oxímoron como una catedral, puesto que en la ciencia no se puede creer, esta es fáctica o no es. Debe partir de los hechos observables, medibles, cuantificables, verificables y preciosos. Así como debe ser analítica, especializada, comunicable, constituir un patrimonio público, tener una investigación metódicamente planificada, aspirar a la búsqueda de las regularidades en sus distintos campos, establecer leyes y principios generales que sean explicativos del mayor número de hechos posibles. Ha de ser predictiva para explicar fenómenos que se repetirán[7]. Pero, además, tiene que ser abierta, no es dogmática, ni irrefutable ni absoluta, puesto que se procede a través del falsacionismo (criterio de demarcación para separar la ciencia de la pseudociencia) y no mediante el verificacionismo, véase The Logic of Scientific Discovery (1959) de Popper.
Aparte del dogma cientificista, se buscaba la inmunidad de rebaño y se han tenido que conformar con el rebaño, lo cual, a la luz de los acontecimientos, no es poco. Me gustaría postular algunas observaciones que he ido pensando a lo largo de estos meses. En primer lugar, sin comerlo ni beberlo los jóvenes hemos sido el chivo expiatorio con cuestiones como los botellones o las fiestas (por cierto, yo soy abstemio) y resulta que, consultando los datos del Center for Disease Control and Prevention en USA desde el 01/01/2020 hasta el 12/12/2021, de la población entre 0 a 17 años, el total de muertes por covid ha sido de 668, sólo de neumonía en la misma franja de edad y en el mismo tramo temporal, han muerto casi el doble, 1205. Del parámetro entre 15 y 24 años (en el que me encuentro), el total de muertos por el virus ha sido de 2.053, casi los mismos que de neumonía, 1.904.
Más datos, de la franja de 25 a 34, por covid han muerto 8.768 y de neumonía siguen estando muy parejos, 7.454[8]. De 0 a 29 años (el 19,9% de la población de USA, unos 65.396.780 habitantes[9]) han muerto entre 3.000-6.000 personas[10]. Dando crédito a los más agoreros, cojamos la cifra de los 6.000, esto nos daría que la posibilidad de morir por covid entre esas franjas de edad es de 0.0091% (si cogemos la cifra más baja sería del 0,0045%) y la mitad de datos son de antes de la vacuna. Es más probable que un avión caiga mientras vuelas (1 posibilidad entre 5.000, 0.02%) que a que mueras por covid en la franja de edad mencionada (técnicamente el avión no puede “caer” a causa del Principio de Bernoulli).
En general, en USA quienes se ven afectados con más intensidad son los mayores de 85 años, se calcula que desde que empezó la pandemia han muerto 211.403 por covid. Si tenemos 5.123.805 habitantes en esa franja de edad (un 1.56% del total) estaríamos hablando que un 4,12% mayores de 85 años mueren a causa del virus. Ahora bien, hay que destacar que la esperanza de vida en los EUA si eres hombre es de 76.3 años y si eres mujer de 81.4años[11]. El caso español no diverge mucho de estas tendencias. Para ejemplificarlo más, en España, entre los 15 y los 29 años[12] murieron 268 personas por suicidio en 2018, en cambio, por covid en la franja de 10-29 años un total 145[13].
Además de los datos, otra observación que he constatado es en el ámbito político. La extrema izquierda, caracterizada por sus recelos ante el capitalismo y los supuestos complots por parte de la burguesía, ha aceptado de buen grado la benévola voluntad de las farmacéuticas. Ahora parece que los negocios privados no buscan el lucro, sino ayudar al prójimo (que conste que no estoy en contra de buscar las ganancias personales, pero la salud es el bien más preciado que tenemos). Para ejemplo un botón, Pablo Iglesias dijo que coincidía con Margallo en que “sería perfectamente razonable hacer la vacunación obligatoria”[14], por una parte, lo entiendo, para los socialistas el cuerpo del individuo pertenece al estado. Eso no quiere decir que no haya sectores de la misma corriente política que opinen diferente. El caso más flagrante que yo conozco se da en Italia, con Diego Fusaro, un comunista hegeliano convencido, el cual ha sido uno de los defensores más acérrimos de lo que él llama “dictadura sanitaria”.
En el lado opuesto, la extrema derecha patria también ha pedido medidas que van por el mismo sendero, con la vehemencia que le caracteriza, Losantos se ha empecinado en exigir pasaportes obligatorios y llamarbebelejíasa los que no se quieren vacunar o no quieren mostrar sus datos personales. Para más inri, los dirigentes de este paísvotaron en contra de aplicar el pasaporte covid en el Senado y en el Congreso[15]. Es decir, los ciudadanos de a pie debemos enseñar nuestra cartilla de vacunación para tomarnos un café, y ellos no necesitan hacerlo para dirigir a un país. Tanto di cappello!
Otra observación que he podido corroborar y que ya mencioné en mi anterior artículo[16], es que una parte de la ciudadanía está haciendo de agentes del orden (como hipérbole usé el término de KGB) y cuando notan que la mascarilla te baja a la altura del surco nasolabial se sienten interpelados para llamarte la atención. Esto sería el equivalente a ver a alguien fumando y acercarte para decirle: te estás poniendo en peligro y también al resto. Tu humo me mata y 9/10 cánceres de pulmón son de fumadores, no querrás saturar la sanidad, ¿no? Tres cuartos de lo mismo cuando veamos a alguien tomando una cerveza. Imaginemos que la ciudadanía se dedicase a interpelarlos “por su bien”.
El súmmum de todos los despropósitos posibles viene por parte de aquellos que quieren negarle la sanidad a los no vacunados. Recapitulemos, has estado toda tu vida trabajando, pagando impuestos directos e indirectos, para que ahora, alguien se atreva siquiera a plantear esa posibilidad. Sería el equivalente a no atender a un chaval de botellón cuando le da un coma etílico o un blancazo, a un montañista perdido metiéndose por zonas peligrosas, a un insensato conduciendo a una velocidad muy por encima de lo permitido y que acaba teniendo un accidente, a los que contraen enfermedades venéreas, a los fumadores, etc. Alguien podría argüir que se trata de no colapsar el sistema sanitario, habría que recordarles este ha colapsado cada año cuando ha llegado el invierno (dato sorprendente: antes del virus también había enfermedades). Muchos sanitarios se enervan contra “los irresponsables” respecto al covid. Esto sería el equivalente de los juristas a decir que no atenderán a personas que hayan firmado papeles con su banco sin leerlos previamente.
En resumidas cuentas, la pulsión autoritaria es patente, se está priorizando la seguridad por encima de la libertad y la Historia nos demuestra que cuando esto sucede, no se obtiene ni una ni la otra. Lo que más me preocupa es una generación como la mía, jóvenes que hemos sufrido los estragos de varias crisis económicas y ahora, sanitaria. Insisto en la paupérrima incidencia que ha tenido el virus en nosotros[17] y si con esto y los datos en la mano no somos capaces de reaccionar, nos merecemos lo que nos pase. Como anécdota, les expongo cuáles son mis probabilidades de morir por coronavirussegún la Universidad de Oxford[18], estamos hablando del 0.0003%. Y mi porcentaje no se aleja en absoluto de la gente entre 0 y 40 años. Me pregunto cómo he permitido que me roben buena parte de los últimos dos años.
Finalmente, mencionar también los discursos chantajistas e hipócritas que proclaman el bien común como justificación a disponer de tu cuerpo. Seamos sinceros de una vez, la mayoría de personas vacunadas no lo han hecho por caridad, sino para gozar de una libertad condicional que les ha sido revocada a las primeras de cambio. Que dejen de vender humo con ínfulas de superioridad moral cuando muchos vacunados lo han hecho para viajar, salir de fiesta y tomarse unas cañas.
[1]https://www.ccma.cat/324/salut-obligada-a-rectificar-els-contactes-estrets-vacunats-no-han-de-fer-quarantena/noticia/3136550/.
[2]https://www.youtube.com/watch?v=BzDxO88GNwU.
[3]https://www.elconfidencial.com/espana/2021-07-05/fernando-simon-coronavirus-mascarillas-obligatorias-riesgo_3168135/#:~:text=En%20este%20sentido%20ha%20recordado,gente%20o%20las%20zonas%20interiores.
[4]https://www.libremercado.com/2020-10-20/el-iva-de-las-mascarillas-continua-entre-los-mas-altos-de-europa-6671643/. Es importante mencionar que ya han dicho que subirán el IVA de las mismas este 2022.
[5] La información se encuentra en el II apartado del Acuerdo: https://www.euskadi.eus/gobierno-vasco/-/eli/es-pv/res/2021/11/23/65/dof/spa/html/.
[6]https://www.transparencia-pfizer.es/transparencia2020.
[7] Para explicar las características de lo que es “ciencia”, me baso en el libro de Mario Bunge La ciencia. Su método y su filosofía (1959).
[8]https://data.cdc.gov/widgets/9bhg-hcku?mobile_redirect=true.
[9]https://datosmacro.expansion.com/demografia/estructura-poblacion/usa.
[10] En los datos hay un solapamiento de edades, entre la franja de 15-24 son 2.053 y entre la franja de 18-29 hay 4.885, de ahí la estimación.
[11]https://datosmacro.expansion.com/demografia/esperanza-vida/usa.
[12]https://www.consaludmental.org/publicaciones/Observatorio-suicidio-espana-2018.pdf.
[13]https://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?t=36166.
[14]https://www.huffingtonpost.es/entry/iglesias-y-margallo-coinciden-en-la-vacunacion-obligatoria-estas-hecho-un-marxista_es_619c0a39e4b0451e54fdd048.
[15]https://www.lavanguardia.com/politica/20211221/7944495/congreso-rechaza-exigir-pasaporte-covid-diputados.html.
[16]https://diario16.com/la-pandemia-del-autoritarismo/.
[17] Eso no quiere decir que no estemos expuestos a riegos y a enfermedades de todo tipo. Hay gente joven que no ha fumado nunca y le toca un cáncer de pulmón. Es decir, la desgracia y el peligro están estrechamente ligados con la vida.
[18]https://qcovid.org/. Por si alguien le interesase, puede hacer él mismo su test, debe introducir datos personales sin mostrar su DNI, nombre, dirección, etc. Es importante mencionar que claro que una persona sana puede morir a causa del virus, pero no sólo de éste, sino de muchos otros, y de accidentes, etc. La antítesis de la vida es la muerte, y queridos lectores, esta es irremediable.