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La ruptura del contrato social

31 de Octubre de 2021
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Hasta una persona tan poco sospechosa de veleidades izquierdistas o radicales como Emilio Lamo de Espinosa, antiguo presidente del Real Instituto Elcano, ha señalado en su último libro que “Occidente debe reconstruir el contrato social de la postguerra”. Aunque tal vez tendríamos que ir más allá y decir que Occidente lo que tendría que abordar es la reconstrucción del Contrato Social del propio Rousseau y de la soberanía popular.  Y es que si primero se produjo lo que Lasch llamó  “secesión de las élites”, y su traición a la democracia, con su apuesta descarnada por el  neoliberalismo más atroz, como se vio con la crisis del 2008, la falta de reacción y, digámoslo claramente, la traición de las contra-elites por las que apostó buena parte de la ciudadanía como reacción, ha llevado a una secesión del propio pueblo respecto al sistema. Es lo que varios pensadores franceses, desde diversas ópticas, como por ejemplo Guilluy, Brezet o Cautrès están señalando. Brezet por habla de que el pueblo francés, refugiándose en la abstención, está protagonizando una verdadera “secesión democrática”, mientras que Cautrès señala que la democracia en Francia se ha convertido en “intermitente” y que “cada cinco años, durante las presidenciales, se representa una obra y luego los espectadores (el pueblo) se va del teatro”. Y lo mismo podríamos decir de España.

En nuestro país, aquella frase de Tierno Galván de que “los programas políticos están para no cumplirse”, se ha convertido en el lema incrustado en la vieja y nueva política, en los nuevos y viejos políticos. Prometer lo que sea en las elecciones para engañar cuatro años o los que se puedan. En definitiva, incumplir su parte del contrato. No es extraño,  pues,  que según el CIS y cualquier encuesta los políticos se hayan convertido en uno de los principales problemas de los españoles y que el descredito de los mismos sea total. No es para menos. Así por ejemplo, lo último lo tenemos que en España es la reducción en inversión en relación al PIB que el gobierno de Sánchez ha diseñado en sus planes enviados a Bruselas. Para el 2024 Sánchez y sus aliados han decidido que la inversión en educación pase del 4,6 % en relación al PIB actual (recordemos que la media europea está en el 5 % y en Finlandia se sitúa en el 7 %) al 4,1 %,  y que en Sanidad se pase del 7,4 % al 6,2 % en ese año.  Es decir, exactamente los mismos planes que envió Rajoy. De otros temas como la prometida derogación de la reforma laboral mejor ni hablar. Estos eran los que iban a cambiar. Cambiar para que todo siguiera igual, para que siguiesen dominando y mandando los de siempre, los que ni se presentan a las elecciones ni cumplen su parte del contrato.

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