Recientemente, ha sido publicado el libro Las nuevas derechas en el mundo por la Editorial Tirant Lo Blanch.En sus 544 páginas, esta obra es un ejercicio incisivo de investigación y análisis sobre la ultraderecha en un amplio conjunto de países democráticos.
El Bloque I del libro se denomina “Marco Conceptual” y reúne un conjunto de capítulos que abordan dimensiones y conceptos clave a partir de los cuales hacer comprehensible el fenómeno ideológico y político de los partidos de ultraderecha.
Posteriormente, en el planteamiento de por qué irrumpen con fuerza estos movimientos radicales y extremistas, se abordan los efectos negativos que el populismo y la radicalidad de la derecha extrema producen sobre los valores éticos que sostienen los derechos fundamentales de las democracias actuales. El fracaso de la individualidad, el rechazo a la complejidad de los tiempos actuales y la desafección hacia la política, comunes a todas las formaciones de extrema derecha, han propiciado la “fe nacionalista” que, entre otras razones, deriva de la falta de cohesión social característica de la ideología liberal. La tendencia a las ideas extremas y la polarización de los grupos políticos hacen inviable el consenso sobre temas de interés común. La visión comunitaria se manipula, la concordia se convierte en un objetivo imposible al primar los deseos individuales, se malogra el civismo ético y, todo ello, nos aleja de las sociedades virtuosas de las que no habló Aristóteles.
El “individualismo vital de lo inmediato" y la vacuidad del pensamiento actual han creado sociedades caracterizadas por la transmisión de “(des) información y (des) ideologización”. El pensamiento reaccionario, la confrontación cultural, la desafección política, el relato fácil e intencional y su canalización por redes sociales y medios de comunicación están constituyendo un verdadero problema para la democracia. De este modo, es el debate público lo que construye el compromiso de los ciudadanos, la toma de conciencia de la sociedad a la que pertenecen y por ello, la democracia tiene que recuperar su espacio en el relato político.
Las nuevas herramientas sobre comunicación política merecen dos capítulos dado que una de las corrientes ideológicas que mayor partido está sacando a estos nuevos entornos es la derecha radical. Estos partidos comparten una similar estructura de redes sociales, la aplicación de herramientas como “bots” y “trolls”, lo que les permite llegar a una audiencia global que consume masivamente estas formas de comunicación, con gran incidencia entre los jóvenes. Se abordan asuntos como la generación de opinión, los sentimientos frente a datos racionales y contrastables, la inteligencia de negocios y la inteligencia artificial que ocupan un papel clave en la difusión de las ideas de extrema derecha, a través de la personalización de contenidos y el redireccionamiento de los usuarios a grupos extremistas. La desinformación, las “fake news”, las “deep fakes”, la viralización, la verificación de información, el fenómeno influencer, los ciberataques o el caso particular de QAnon son dinámicas que alimentan la polarización y radicalización de la sociedad. Los mensajes son coincidentes en el rechazo a la agenda posmoderna cuestionando el impacto de la actividad humana en el cambio climático y la agenda multicultural y de protección de las minorías étnicas y sexuales y del aborto. El contexto socioeconómico, la ruptura de los consensos sociales existentes durante un largo periodo, el sentimiento de secundarización y la desconfianza en los partidos políticos sitúan a las nuevas generaciones en el foco de los extremismos de derecha.
El Bloque II analiza el caso español y el Bloque III está referido a Europa. Comienza este bloque con un capítulo que sitúa el debate en el plano europeo para, posteriormente, profundizar en las características de la extrema derecha en diversos países europeos, con un capítulo extenso sobre la situación en Rusia y Ucrania. En lo referido a los países nórdicos, se muestra la apropiación que ha realizado la extrema derecha de conceptos identitarios de la socialdemocracia señalándose características más diferenciales, en concreto: un discurso anti-establisment, la inmigración como argumento de la inseguridad y la recuperación de la identidad nacional.
El Bloque IV está referido al estudio de todo el continente americano. El profesor Greven analiza la extrema derecha en los EEUU disertando en último lugar sobre el escenario de la elección presidencial de 2024. México, Argentina, Brasil, Chile o Perú son otras realidades políticas que se observan.
El Bloque V se refiere a estudios de caso de países para los que se identifican características propias como son Israel, India y Turquía.
En general, en este estudio de realidades y contextos tan diversos se observa que en los años ‘80 el extremismo parecía un fenómeno más rural que estrictamente urbano, de vieja clase media y personas de más edad, de forma parecida a lo que se había descrito como el extremismo de las clases medias en décadas anteriores, con clara orientación de género, siendo llamados partidos “Männerparteien” rechazando las leyes de género.
Desde los años 90, se ha ido detectando un creciente apoyo a la ultraderecha entre las clases trabajadoras hasta llegar a la situación actual, con un discurso claramente “antiuniversalista” o “antiglobalista”, tratándose una variedad de aspectos contextualizadores como son la historia, ideología, organización, personas (líderes, miembros, activistas y votantes), actividades, causas, consecuencias y respuestas, mostrando una radiografía de realidades diversas que sirva de estudio sobre si existe un riesgo para la propia supervivencia de las democracias.
De los factores que se analizan como influyentes en este auge de la ultraderecha, la primera causa que se expone es la desigualdad. Como sugiere Laborda, la globalización ha creado ganadores y perdedores y los mayores perdedores de esas clases medias son quienes votan a partidos más radicales, sobre todo a la ultraderecha. Hay diferencias claras de mensajes políticos dependiendo del contexto político de cada país que va de soluciones más proteccionistas en unos países a defender más medidas ultraliberales en lo económico en otros. En todo ello vemos un aumento de la desconfianza en la alteridad que se traduce en la xenofobia y toda una fenomenología asociada al factor de la globalización. La segunda causa del descontento social es el impacto de las nuevas tecnologías. Ese impacto genera una enorme ansiedad en muchas capas de la sociedad, sobre todo en trabajadores de cuello blanco como administrativos, contables o comerciales que han perdido su puesto de trabajo o temen perderlo. La digitalización también crea brechas entre el campo y la ciudad y entre los más jóvenes y los mayores. Mientras unos ven grandes oportunidades en esta cuarta revolución industrial, otros sólo perciben amenazas y optan por opciones políticas más proteccionistas y retrógradas. El tercer factor es la crisis de sostenibilidad de nuestros Estados de bienestar. Ello crea grupos de interés que, por razones muy diferentes, se vuelven anti-establishment y anti-globalización. Por un lado, hablamos de los trabajadores de la función pública, por ahora protegidos de la competencia propia de un mundo globalizado que se oponen a una mayor liberalización del sector de los servicios y por otro lado, los trabajadores del ámbito privado son atraídos por mensajes que señalan que hay demasiada burocracia ineficiente y por tanto, es mejor reducir el gasto público, simplificando su discurso en lo que se conoce como chovinismo del bienestar. Finalmente, hay una cuarta razón que explica el descontento actual y que engloba todas las demás. Se trata de la crisis de legitimidad que tiene la democracia representativa. Los partidos políticos convencionales sufren un serio descrédito que también afecta a la legitimidad de las instituciones y apostar por una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones públicas es hacer de la democracia una forma de organización siempre en movimiento. Como subrayara Sartori (1987), lo que la democracia sea no puede separarse de lo que la democracia debiera ser y es que una democracia existe sólo mientras sus ideales y valores la crean. Por ello, para sobrevivir, la democracia requiere cumplir con una serie de elementos sin los cuales no sería democracia como son la ciudadanía activa, el bienestar, la pluralidad de ideas, la coherencia entre la democracia que se propone y la que se practica dentro de los propios partidos, la igualdad y la inclusión. A fin de cuentas, pensar sobre la irrupción de estos movimientos es una llamada de atención a los dirigentes políticos como a la sociedad civil y su responsabilidad pensando en la convivencia de hoy y de mañana.