Tengo la suerte de haber sido una gran aficionada a la lectura. En estos momentos, tomo consciencia de que esta afición me ha evitado problemas de salud e incluso ha podido salvarme la vida. Lo digo porque cuando se inició la pandemia del COVID, ya había leído mucho sobre política, economía, historia, filosofía y psicología. Puede parecer que estos temas no tienen nada que ver con la salud, pero en realidad tienen mucha relación.
Si nos remontamos al siglo III a. C., Platón, en su magnánima obra LaRepública, ya describía como uno de los mayores deberes de los gobernantes el de mantener una población estable y, añadía, que estos se verán obligados a recurrir a la mentira en interés de sus subordinados. Siglos más tarde, Malthusalertaba que, de no intervenir obstáculos represivos, el nacimiento de nuevos seres aumentaría la pauperización gradual de la especie humana e incluso podría provocar su extinción. Ya en la segunda mitad del siglo XX, un reducido grupo de personas preocupadas por mejorar el mundo de manera interdisciplinar y holística crearon el Club de Roma, donde volvieron a alarmar sobre los límites del crecimiento de la población. Llegados a la segunda década del siglo XXI, emiten la última actualización donde dicen que la Humanidad ya ha superado la capacidad de carga del Planeta y predicen un posible colapso.
También había leído sobre el lucrativo negocio de las armas y las medicinas y como se pueden provocar y alargar guerras y enfermedades.
Cuando se inició la pandemia del COVID, ya había tomado consciencia de lo fácil que es engañar y manipular a la población, así como del gran poder que tienen los medios de comunicación. Con todos estos precedentes, no me sorprendió. Pensé: “Ya empiezan”. Soporté confinamientos y mascarillas, y, cuando en la empresa me dijeron que “debía vacunarme”, me excusé diciendo que como no tenía problemas de salud que se pudiesen complicar y esa vacuna tan rápida no era muy segura, prefería esperar. En ese momento, me sentí afortunada porque pude seguir trabajando y en mi entorno respetaron mi decisión.
En este momento, me siento muy afortunada porque he evitado los problemas de salud que sufren algunos conocidos míos desde que se vacunaron:
- Un doctor ingresado en UCI.
- Dos chicas con problemas de menstruación.
- Un chico ingresado en el hospital por “causas diversas”; le dieron el alta, pero debe tomar medicación, hacer dieta y seguimiento médico.
- Otro chico de cuarenta años empezó a tomar medicación para la presión alta poco después de vacunarse.
- El caso más lamentable es el de una amiga a la que le dijeron que podía vacunarse mientras tomaba antibiótico para una infección de orina; antes de la vacuna solía tener una infección de orina al año, desde que le inyectaron la primera dosis, cada dos meses debe tomar antibiótico para combatir las recurrentes infecciones de orina que sufre.