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Manipulación política

21 de Diciembre de 2024
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Manipulación política

La política... los políticos... ¿No se podría prescindir de ellos?

La política, tal y como la conocemos actualmente, sobrevuela todos los escenarios de la vida. También el escenario de la Ciencia.

Se ha comprobado de forma continua en la historia de la humanidad y ha sido efervescente durante estos últimos años con el «proceso covid».

El poder político ha dictado lo que está bien y lo que no lo está; lo que es correcto científicamente y lo que no; lo que es bueno para la población y lo que no. Y, desde ahí, ha adoptado una serie de medidas coercitivas, obligando a la población a pasar por el aro de la usurpación de derechos individuales, a la vez que suprimía la más mínima información veraz sobre lo que estaba sucediendo.

En mi juventud, y de esto ya hace unas cuantas décadas, comenzaron a surgir desde la religión voces discordantes con el poder establecido y se escuchaban posicionamientos de sacerdotes que velaban por los derechos sociales de las personas más desfavorecidas.

Fue un movimiento muy nutrido, sobre todo en Hispanoamérica. Aquella «Teología de la Liberación» que hacía énfasis en la necesidad de cubrir las necesidades básicas de las personas aquí en la Tierra, liberándoles de la esclavitud socioeconómica, un cimiento desde donde el poder económico seguía moviendo los hilos de la sociedad en su conjunto, dirigiéndola hacia el mantenimiento de la situación tal y como estaba.

En España, en cada diócesis, salían curas díscolos con el poder, y en sus homilías dominicales asestaban duros golpes a ese poder terrenal establecido, intentando remover las conciencias de las personas que les escuchaban.

La crítica que se vertía sobre ellos con más frecuencia era que «los curas no se debían meter en política». A los lectores más jóvenes, me imagino que esto les sonará a chino. Pero fue una realidad.

Pero es que, así como la política, tal y como he dicho antes, está sobrevolando en todos los escenarios, también lo hace así la religión. Y para los que no comulgan con ningún credo, al menos convendrán que la ética, la moral, están entremezcladas con todo tipo de realidad.

¿Por qué estoy escribiendo sobre esta cuestión de la política? Estamos observando los movimientos del tablero de ajedrez de la política norteamericana con los sonados nombramientos de personajes interesantes al mando del HHS (Departamento de Salud) , CDC, FDA, etc.

Da la sensación de que se aproxima un huracán, uno de esos tornados que azotan y destrozan las costas norteamericanas del sur. Y el estado profundo parece que no solamente está temblando sino que está intentando evitar a toda costa que esas personas sean confirmadas por el Senado.

Una de estas reacciones ha sido unir a 75 premios Nobel de diferentes sectores en una carta dirigida al Senado norteamericano pidiéndole que no le dé su plácet al nombramiento del señor Kennedy. ¿A que no se nota nada que hay una mano detrás de esta iniciativa?

Y lo que más me ha llamado la atención es una decisión que ha tomado el actual staff del HHS: prolongar la protección de responsabilidad tanto a los fabricantes de las «vacunas covid-19» como a quienes las están distribuyendo en la población.

Bueno, viéndolo con una perspectiva histórica, no tendría nada que extrañar si este hecho ya ha sucedido 11 veces desde 2020. La administración Biden fue prorrogando poco a poco estas salvaguardas para mantener el montaje sin correr peligro por las posibles avalanchas de demandas judiciales de responsabilidad civil por las consecuencias nefastas producidas por estos productos de experimentación.

Lo que ahora huele mal, fatal, y clama al cielo es que la protección se ha extendido ¡¡hasta enero de 2029!! Tal medida va a entrar en vigor en enero de 2025. O sea, el gobierno saliente quiere asegurarse de dejar bien cubiertas a las empresas farmacéuticas y a los profesionales que se encarguen de inocular sus productos venenosos.

Estamos viendo claramente una argucia legal entretejida por los políticos que han perdido las elecciones para seguir con la patraña montada sobre una serie de mentiras.

Es curioso que, aunque Biden finalizó el estado de emergencia en mayo de 2023, el HHS, su Departamento de Salud, no hizo lo propio, con lo que sigue en situación de «emergencia de salud pública» por covid-19. ¿Alguien es capaz de entender esta situación?

Una de las consecuencias de esta nueva y enorme prórroga es que las posibles compensaciones por efectos adversos van a continuar siendo gestionadas vía (CICP), el programa específico de compensación por las lesiones producidas por las contramedidas que la administración ejerció y que está manteniendo frente a covid-19.

Y se está comprobando que este sistema es excesivamente rígido y cicatero. De forma resumida, este programa de compensación sólo cubre sueldos no recibidos (hasta un límite de 50.000$) y muertes.

A fecha 1 de noviembre 2024, se han recibido 13.520 reclamaciones. De las cuales:

  • 65 han sido aceptadas para compensación. De éstas, hasta la fecha, sólo se han abonado 18. Y de éstas, una de ellas ha recibido la cantidad de 370.376$ (me figuro que por fallecimiento), y el resto han recibido una cuantía promedio de 4.169’10$.
  • 3.373 solicitudes han sido denegadas.
  • 10.082 están en proceso de revisión.

¿A alguien le parece que éste es un procedimiento justo frente a hechos probados, por ejemplo de sufrir una miocarditis o un síndrome de Guillain Barré? ¿4.169’10$ de compensación?

¡¡Por dios!!

El cuadro se torna más surrealista incluso cuando miramos desde más arriba ese programa de compensación:

  • Posee un presupuesto anual de 10 millones de dólares.
  • El presupuesto de la maquinaria burocrática que lo sustenta es de, atención, 9 millones de dólares.
  • El presupuesto que queda como realmente efectivo para compensar a la pobre gente que, engañada, se inoculó esos engendros venenosos y sufrieron en consecuencia efectos adversos es de 1 millón de dólares.

Como diría mi difunto ex-suegro, «es como para ir a mear y no echar ni gota».

En este tipo de cosas, no nos podemos contentar con que suceden en el extranjero. Aquí hubo una salida de tiesto ministerial que dejó en cada españolito que se dejó inocular la única y total responsabilidad de asumir que pudiera sufrir algún efecto adverso. Como nadie ha sido obligado a hacerlo… y, además, con toda su cara, dijeron que en la página web del Ministerio de Sanidad se podía encontrar (tras buscarlo) un aviso de posibles efectos adversos.

¡¡De locos!!

Salud para ti y los tuyos

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