Poderoso caballero es don dinero. Y en la Medicina no podía ser menos.
Con este artículo no voy a descubrir la pólvora. Lo sé. Soy consciente de que no es lo mismo utilizar la Medicina como un medio para sobrevivir en este mundo mercantil que centrarse principalmente en el tema económico para desarrollar esta profesión.
Desde tiempo atrás, se le ha tenido al profesional de la Medicina dentro de un sector de la sociedad que se definía como la «clase pudiente». Es clásico escuchar que, en ambientes rurales, «las fuerzas vivas» de un pueblo eran el médico, el boticario, el alcalde, el secretario, el cura, el maestro y el jefe de la guardia civil. Y se les guardaba un respeto en parte lindante con cierto miedo.
Cuando llegué yo a ese escenario a principios de los 80 del siglo pasado, el guion ya era otro, más normalizado. Ya no se recibían esos presentes de la matanza del cerdo ni los de navidad. Aunque no eran del gremio, todavía recuerdo en los años 60 los aguinaldos que los vecinos de una ciudad pequeña como Pamplona colocaban alrededor de las pequeñas plataformas cilíndricas desde donde los policías municipales ordenaban el tráfico en cruces de vías estratégicas y muy transitadas.
Ahora me quiero referir al mercantilismo que observo en mi profesión.
Hace un par de días leí un artículo que me llamó la atención. El tema versaba sobre las sumas de dinero que los pediatras norteamericanos recibían de los seguros médicos por lograr que las personitas que atendían se vacunaran según las indicaciones del calendario vacunal.
Blue Cross Blue Shield es una federación de 33 compañías de seguros que dan protección sanitaria a 115 millones de personas en EEUU.
El documento que voy a mencionar (de 2016), cuando se hizo público, curiosamente y por arte de magia, desapareció de su página web en internet. Ya sabemos que lo que no aparece en internet da la sensación casi como que no existe. Algo así como los barridos históricos de personajes incómodos para el poder. Stalin y otros gobernantes despóticos han usado este tipo de tretas para hacer desaparecer del mapa cosas, sucesos o personas que no les interesaba que fueran de dominio público.
Como se puede ver en la imagen tomada del documento al que he hecho referencia, se señala que cada pediatra recibía (al menos en 2016) la cantidad de 400$ por cada niño de 2 años que estuviera vacunado de la totalidad de las inoculaciones establecidas en el calendario vacunal.
Además, había un refuerzo de presión para estimular la labor de convencimiento de los pediatras. Las cantidades a recibir se tornarían en 0$ si no lograban que, al menos, el 63% de sus pacientes estuvieran vacunados según el calendario legalmente establecido.
Imaginaos que un pediatra atiende a un colectivo de 100 niños de 2 años. Si lograba que 63 de ellos estuvieran completamente vacunados, recibiría la no desdeñable cantidad de 25.200$ como premio por su labor. Pero si sólo lograra vacunar a 62… no recibiría nada.
¿Se entiende la cosa? ¿Se puede apreciar el afán de los pediatras norteamericanos por vacunar a los niños? ¿Una vacunación en pos de un pretendido bienestar de los niños o del real llenado de los bolsillos del pediatra de turno?
Por si surgen dudas sobre la verosimilitud de esta información, aquí dejo el enlace al documento. Alguien lo pudo rescatar antes de su borrado definitivo en la red.
De esta información no es difícil pasar a relacionarla con las cantidades de 5 o incluso 6 dígitos que tanto insignes pediatras españoles (uno de ellos, por ejemplo, llegó a percibir casi 150.000€ en 2022), así como las asociaciones profesionales del ramo:
- Asociación Española de Pediatría: 717.514€.
- Los miembros del Comité Asesor de Vacunas de la anterior asociación: 210.000€.
- La Asociación Española de Vacunología: 156.064€.
En España, las empresas farmacéuticas, agrupadas en Farmaindustria, en 2022 aportaron 667 millones de € (repito, 667 millones de €) a diversos agentes del sector sanitario como colaboraciones económicas directas. Estas «transferencias de valor», como le llaman eufemísticamente a esta compra de voluntades a los sanitarios, se repartieron de la siguiente manera:
- 313 millones de euros a organizaciones y profesionales sanitarios por su participación en actividades de investigación y desarrollo de nuevos tratamientos.
- 218 millones de euros a apoyar las actividades de formación continuada. Tanto para organizar reuniones y congresos como para sufragar la asistencia de profesionales a dichas actividades.
- 92 millones de euros para «servicios profesionales».
- 44 millones para donaciones a organizaciones sanitarias.
¿Alguien puede creer que este tipo de desembolsos de la industria farmacéutica a los sanitarios se produce de forma altruista?
De todas formas lo que me desencadenó escribir este artículo sobre el aspecto mercantil de la Medicina actual fue un titular que vi en una revista digital de información médico-sanitaria.
Aquí dejo el pantallazo que hice.
Como se aprecia en el título, «El mercado del sistema nervioso se recupera ante el aumento de las enfermedades neurodegenerativas», está bien claro cuál es el interés de esta gente, ¿no?
Menos mal que en la profesión existen médicos que priorizan la salud y el bienestar de las personas que atienden sin que les ciegue los reflejos del vil metal.
Salud para ti y los tuyos.