Y metido en ella, se encontraría Cristóbal, siempre riendo con su risa de conejo, su calva brillante y las orejas atentas, escuchando siempre. Se enteraba de todo y lo guardaba para usarlo en el momento oportuno. A las personas que le escuchaba se les paralizaba la respiración, ya que sus casos eran objeto de custodia y nadie podía saberlo. Pronto les llegaba una propuesta de regularización.
Pasaba de la risa a la seriedad amenazante. Alsina no tardó en responder que ya lo conocía. Invitado a Onda Cero, donde trabajaba entonces el periodista, Montoro mostró su malestar por el tono crítico del programa y presionaba para que fuera favorable. Al no lograrlo, llegó la amenaza del castigo fiscal: "Soy el ministro de Hacienda, ¿entiendes? Yo decido el IVA del libro digital, y quizás a tus accionistas no les gustará que lo suba".
Javier Chicote, periodista de ABC, también denunció represalias: "Soy víctima de esta trama por haber destapado el negocio del espacio fundado por Montoro. Investigaron hasta a mi hija, que entonces tenía 3 años. Finalmente, se levantó el secreto y nos imputan".
¿Nadie se enteraba de todo esto? Así se expresaba Losantos: “¿Lo sabía Mariano? ¡Por supuesto que lo sabía! ¿Y qué hizo Mariano? Pues nada, ¿pero acaso Mariano ha hecho algo alguna vez?”
Así que pocas bromas con él, aunque tenía un humor negro, negrísimo, como pudo comprobar Gonzalo Miró, afectado por un cambio legislativo que modificó la forma en que tributaban muchos profesionales a través de sociedades. Aunque era legal entonces, Hacienda lo consideró irregular con carácter retroactivo, obligando a pagar multas significativas. Algunos pudieron afrontarlo, pero hubo quienes acabaron arruinados.
Todo comenzó con una frase que se hizo viral: "Hacienda somos todos". Al principio parecía sensato decirlo, pero pronto fue objeto de sátiras tras el escándalo de la amnistía fiscal. ¿Qué decía el interesado? "La amnistía fiscal no es un regalo", aunque para los amiguetes regulados sí lo era. Se excusaban diciendo que había que dar algún estímulo a los ricos para que pagaran, ya que, si no, se irían al extranjero.
En 2012, Montoro amnistió a 20.000 defraudadores de Hacienda, qué tenían fuera de España 40.000 millones, que quedaron en el 3%, es decir, en 1.190 millones, según la información de un libro publicado por Miguel Ángel Revilla. Era un momento en el que se hacían recortes fiscales debido a la crisis que estábamos atravesando.
Prometieron bajar los impuestos, pero terminaron subiéndolos hasta el 21%. Es cierto que no había dinero, pero había que recaudar. También advertía que quien defrauda, paga, aunque no todos pagaban igual, ya que había mucha desigualdad. Estaba obsesionado con los impuestos. Cuando no quería aclarar algo, siempre usaba su latiguillo: "Eso no me consta," y seguía con su risita.
En su tiempo, se decía con mucha sátira: "Y el mejor premio de la Lotería de Navidad es compartirlo... ¿con Montoro?" O: "Participo gratis en tu décimo, ¿sabes?" Había que recortar y recaudar, mientras se inyectaba dinero a Bankia y otros, que todavía no lo han devuelto.
Se hablaba entonces de la Santísima Trinidad Económica, al referirse a Rato, Montoro y de Guindos. Se acusó a Ignacio González por presuntas filtraciones interesadas desde el Ministerio de Hacienda sobre datos fiscales. Y es que usaba la Agencia Tributaria para acceder a información relevante, reservada, sensible y legalmente protegida. La Protección de Datos es un principio ético básico, aunque a él le daba igual. Utilizaba el sarcasmo y la ironía para desviar la atención de responsabilidades reales.
Recibió información secreta de la Agencia Tributaria, incluso de Esperanza Aguirre, que todavía no lo puede ni ver, así como de la baronesa Thyssen, Nadal o periodistas. La culpa de esto se atribuye al Gobierno, mientras algunos resabiados le contestan que si llama "Gobierno" al juez de instrucción número dos de Tarragona.
¿Qué dice Montoro ahora? Lo niega todo, afirmando que “no existe ningún elemento probatorio. Según el exministro, todo coincide “con el actual contexto de verdaderos escándalos del Gobierno de España”. Como era de esperarse, se le echa la culpa al presidente Sánchez.
Lo más llamativo es su afirmación de que "no ha existido beneficio personal ni coacción irregular por su parte”, mostrando un gran cinismo retorcido. Estábamos mal, pero todavía podemos ir a peor, especialmente si se mete alguna mano negra, según Montoro.
Para terminar, ¿dónde metía Montoro las cantidades de dinero que recibía? En 16 empresas instrumentales desviaba los fondos de la presunta actividad delictiva, que se sepa. Lo hacía desde su despacho, mientras los equipos económicos “carecían de medios personales o materiales reconocidos, ni siquiera gastos de material de oficina”, según los investigadores. Mientras solucionaba esto, congeló el sueldo de los funcionarios.