Seamos sinceros en 1936 las mujeres españolas se podían divorciar, votar y ser elegidas diputadas al Congreso, pero el 18 de julio un golpe de estado de lo militares antidemocraticos, derivo en una Guerra Civil, la cual ganaron gracias al apoyo militar de la aviación nazi alemana de Hitler e italiana de Musolini, con semejante apoyo y con Francia e Inglaterra poniendose de perfil, el alzamiento derivo en una cruda dictadura, de fusilamientos en cunetas a toda aquella persona que mostrará un mínimo rasgo de democracia.
En 1975 el protagonista murió en su cama, y a falta de un juicio a los colaboradores de la dictadura, como se hizo en Argentina, ellos mismos optaron por blanquearse, y disfrazarse de demócratas para un monarca restituido por el Generalísimo. el primero el ministro de gobernación con Franco, Manuel Fraga que con Alianza Popular después Partido Popular.
Blanqueado el legislativo, tocaba cambiar el nombre al judicial, nuestra respetada Audiencia Nacional, fue hasta 1977 el TOP (Tribunal de Orden Público) creado por Franco en 1963 para a su vez, blanquear los tribunales militares ante la Unión Europea, de la que venían buenos ingresos a través del turismo barato de sol y playa.
Feijo, Ayuso y Abascal son herederos de ese tardo franquista, donde están acostumbrados a imponer su relato, por encima del dato que toda democracia real exige la disparidad de opiniones. Por ello, a la mínima bloquean la ley de memoría histórica, o el Consejo del poder judicial. Amparados por el poder de El Ser Superior, del que escribí la semana pasada.
A pesar que un tercio de los españoles con derecho a votar se auto excluyen de la ecuación para llorar en Twitter lo que no se atreven a defender con su voto, es el momento de empezar de verdad, esa segunda transición democrática que mueve este Diario 16 plus.
En la práctica España ya es casi un gobierno federal, donde excepto Defensa y Hacienda, el resto de competencias están transferidas a las comunidades autónomas, donde cada una hace y deshace a su antojo, como pudimos comprobar con el Covid, en el que fue necesario coordinarnos desde el gobierno central.
La transición no puede ser solo un empoderamiento territorial, y repartir por el Estado Español los diferentes organismos que potencian los tejemanejes en La Corte Madrileña, si no que debe ser una transición real de una partidocracia a una democracia directa, y controlable por la ciudadanía en tiempo real, lo cual ya es posible, pero los partidos no quieren que les fiscalicemos de verdad. En vez de crear espejismos políticos como fue el PRD de Florentino y Miquel Roca o su versión actualizada bajo la marca Ciudadanos.