Mas pronto que tarde y teniendo en cuenta la reputación y la imagen que la justicia europea está ofreciendo dentro y fuera de las fronteras del engendro en que se ha transformado la UE, temo que a cualquiera de los imaginativos comisarios europeos se les ocurra un nuevo logotipo que represente a ese instrumento de consumo para el poder político que son los jueces.
Tradicionalmente, la imagen clásica de la Justicia que a todos nos viene a la mente es la de una dama que, con los ojos vendados, porta una espada en una mano y una balanza en la otra como símbolo de equilibrio y equidad.
La utilización política de la Justicia en la UE ha llegado a tales extremos que, a día de hoy, es imposible que este tradicional símbolo represente absolutamente nada. A diario los líderes políticos critican sin pudor cualquier decisión judicial que no les parezca bien, se reparten descaradamente los órganos del poder judicial, los propios jueces, condicionados tanto a nivel mediático como político dictan sentencias dispares para delitos similares, una ministra ( española, para más señas, que en nuestro país somos particularmente virtuosos en el mangoneo judicial) se permite cuestionar la presunción de inocencia poniendo por delante la declaración de una joven ( imagino que no será igual para una anciana, aunque vaya usted a saber en el reino de la arbitrariedad) y podría seguir poniendo ejemplos de diversos países en los cuales los jueces son utilizados para eliminar de la carrera electoral a rivales peligrosos. El resultado es que los modestos e invisibles ciudadanos como yo, contemplamos estupefactos como se esfuma cualquier confianza en las instituciones públicas en su conjunto, empujadas por este descrédito judicial.
Pero volvamos a un nuevo tipo de símbolo de la Justicia mas posmoderno y actualizado. Para empezar, la venda de los ojos debería ser sustituida por unas gruesas gafas de miope con cristales coloreados en función del partido en el poder. Por supuesto nada de espada, en todo caso un frasco de colonia para disimular el hedor de corrupción. La balanza resulta igualmente anacrónica e innecesaria y lo más adecuado podría ser un pollo sin cabeza. La lozanía de la dama sería igualmente imprescindible que desapareciese para dar paso a una persona de género incierto mucho más moderna. ¿Tal vez una "drag queen "? Interesaría añadir a los pies de la figura una serie de enanitos deformes al modo de los extraños seres de los cuadros de El Bosco que simbolizasen las constantes zancadillas a las que la Justicia se encuentra expuesta en nuestra inefable UE. Tal vez, a su lado y de igual tamaño que la talla central, una representación vampírica de J.D. Vance como recordando el permanente peligro trumpista.
Por supuesto es solamente una idea. No me tengo por un avispado publicista tal y como se consideran los sufridos miembros de la Comisión Europea o cualquiera de los dirigentes actuales de los países de la UE que, tan ocupados en favorecer nuestra agricultura y nuestra ganadería, agilizar nuestra burocracia, cobrar justamente nuestros impuestos, velar por nuestra salud y cuidar de nuestro medio ambiente a la par que fortalecer nuestra seguridad mediante un chorreo de millones para las industrias armamentísticas, tan ocupados digo, en estos imprescindibles menesteres se les ha pasado por alto el actualizar nuestros símbolos. ¿ Pero no recuerdan lo estimulantes que son los símbolos? Cada vez que rememoro los aplausitos de las ocho de la tarde de aquel ya lejano 2020 se me saltan las lágrimas. Si, en aquella época todos unidos y confinados vencíamos al virus y hoy de igual modo debemos marchar y aplaudir a una nueva forma de impartir justicia que cada vez me recuerda más al modo de La Reina de Corazones de "Alicia en el País de las Maravillas". Bien pensado, tampoco es un mal símbolo y más sencillo que el anteriormente propuesto.
Solo doy ideas.