La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), bajo el liderazgo predominante de Estados Unidos, ha sido presentada históricamente como una alianza defensiva. Sin embargo, la triste realidad refleja que está organización ha servido como una herramienta estratégica de influencia estadounidense en Europa. Lejos de fortalecer la soberanía europea, la OTAN ha profundizado la dependencia militar del continente respecto a Washington, condicionando las políticas exteriores y de seguridad de la Unión Europea.
Desde la Guerra Fría hasta hoy, la OTAN ha promovido los intereses geopolíticos de Estados Unidos, involucrando a los países europeos en conflictos y tensiones que no necesariamente responden a sus propios intereses. El caso de la invasión de Irak y la falsa justificación de las armas de destrucción masiva es un claro ejemplo. La expansión de la alianza hacia el este, las tensiones crecientes con Rusia y la presión constante por aumentar el gasto militar reflejan una agenda donde Europa parece tener un papel subordinado.
En este sentido, la OTAN actúa como un "caballo de Troya": una estructura aparentemente aliada, pero que en la práctica socava la autonomía estratégica de Europa, impidiendo el desarrollo de una defensa común independiente y subordinando a los estados miembros a decisiones externas. La alianza, más que proteger, ha servido para insertar los intereses de Estados Unidos en el corazón del continente europeo.
Llegados a este punto, la OTAN sólo ha servido para generar dependencia militar. La respuesta es un contundente NO. El vínculo entre la industria tecnológica y el sector militar ha tenido un impacto innegable. Muchos de los avances que hoy disfrutamos — internet, GPS, microondas, drones, portátiles, satélites, códigos QR, Avances médicos (penicilina, cirugía, prótesis), mejora de aviones y coches, tejidos resistentes (chalecos antibalas, impermeables o térmicos), entre otros — tienen un origen militar, principalmente en Estados Unidos. Este liderazgo tecnológico no es casual: mientras que la UE ha descuidado la inversión en I+D, países como EE.UU. y China han generado miles de patentes, consolidando su influencia global.
¿Esto que significa? Pues muy sencillo. Mientras la Unión Europea ha mirado hacia otro lado en cuestión de inversiones tecnológicas con resultados de generar productos de altas tecnología, países como China y EEUU se han preocupado en crear patentes posicionándose como los países con mayor influencia tecnológica en el mundo.
La Unión Europea se ha creído que vivir bajo el paraguas de EEUU era lo adecuado hasta que ha aparecido Donald Trump y nos ha puesto en nuestro sitio. ¿queréis protección? Pues a pagar. A partir de ahí, la UE se enfrenta al dilema de aumentar su presupuesto en defensa, muchas veces comprando armamento a empresas estadounidenses, al tiempo que se ve excluida de los procesos de negociación más relevantes, como los vinculados a la paz en Ucrania. Esto pone en evidencia una pérdida de peso político y estratégico de Europa en el escenario internacional.
La situación es especialmente preocupante si se tiene en cuenta que esta apuesta por la defensa podría implicar recortes en sectores clave como la educación, la sanidad o los servicios sociales. Y con ello, un aumento de la tensión social y el auge de discursos extremistas. Eso por no hablar de las temidas políticas arancelarias que los EEUU pretende implementar en al UE.
De ahí, que, por un lado, la Unión Europea debe de ir pensando en una estrategia alternativa que no sea “recortar”.
Y, por otro lado, frente a la influencia dominante de Estados Unidos a través de la OTAN debe reflexionar en avanzar hacia una verdadera autonomía estratégica. Esto implica construir una política de defensa común, independiente de Washington, que permita a Europa actuar según sus propios intereses. Para lograrlo, la UE debe reforzar su soberanía política, reducir la dependencia militar externa y fomentar la cooperación interna en materia de seguridad y tecnología de defensa. Solo así podrá convertirse en un actor global con voz propia y proteger eficazmente sus prioridades geopolíticas.
Asimismo, la UE no puede alinearse automáticamente con las posturas de Washington; hay que desarrollar una política de defensa común independiente de la OTAN y de Estados Unidos, con capacidades militares propias que respondan a los intereses específicos del continente europeo; y debe fomentar una política exterior basada en el diálogo, la estabilidad regional y el multilateralismo.
A la UE Le han visto las costuras y nos han ninguneado. Hoy no tenemos poder de decisión porque la gran mayoría de los productos con alto contenido tecnológico no son europeos y, sabemos de donde proceden. Estamos viendo que no sólo no estamos en la mesa donde se firmará la paz con Ucrania (siendo este país perteneciente a la UE) si no que aprovechando la débil posición de la UE muchos gobernantes empiezan a tener avaricias imperialistas con Ucrania, Panamá, Groenlandia (perteneciente a la Unión Europea), Canadá y Taiwán.
Si la Unión Europea no empiezan a trabajar como una “unión”, al menos en España, vamos a retroceder a décadas en blanco y negro donde el militar cobrará más que el profesor, la universidad será para una élite, la gran mayoría sin oportunidades vivirá bajo la limosna del gobierno de turno y estaremos ante el Boom Turístico 2.0 como única herramienta económica para subsistir como nación.
La única esperanza es que somos un continente con más de tres mil años de historia, empezando desde Andalucía. Así que tenemos experiencia en poder revertir la situación. Por cierto, ¿debe Europa seguir permitiendo la presencia militar estadounidense en bases como las de Morón de la Frontera y Rota? ¿Hasta cuándo? Andaluzas y andaluces, levantaos.
Europa no puede depender más de la alternancia de poder de EEUU como ha quedado demostrado. De lo contrario…