Terminado ”su” periodo de reflexión, Pedro Sánchez ha dicho que no se va, que sigue y así se lo ha dicho primero al rey y, posteriormente lo ha manifestado en una comparecencia en la Moncloa frente una pléyade de periodista y otros medios de comunicación donde, además de dar la noticia, previamente ha expuesto sus razones.
Como era de esperar, las reacciones a su decisión y las razones de la misma, han provocado una gran reacción en todos los partidos políticos que, según su ideología o su compromiso para conseguir que Sánchez obtuviera el cargo de presidir el gobierno, han inundado las redes sociales hasta la saciedad. Vean algunos ejemplos.
El presidente ha dicho que no se trata de un punto y seguido sino de un punto y aparte. ¿Como deberemos interpretar estas palabras? ¿Qué acciones deberá tomar para que la actual situación, impropia de una democracia consolidada se transforme en lo que debería ser en realidad? En mi último artículo titulado: ¿Dejará Pedro Sánchez su cargo de presidente? Ya Indicaba lo que Sánchez insinuaba o bien entendía, que España tiene un grave problema con su justicia.
Aunque no lo dijera, él es conocedor del mal uso del lawfare en el ámbito judicial, así como las mentiras i falsas noticias que corren por las redes sociales sin que exista control y que llegan a todos los hogares a través de internet i de la telefonía móvil. La guerra sucia no es ninguna novedad, en España se practica desde hace varias décadas y, mayormente, por parte de la derecha que tiene la impresión de que España es de su propiedad y cuando no gobierna, la practica con todos los medios posibles para desacreditar al gobierno, ya sea diciendo que es ilegal o poniendo obstáculos para cumplir la Constitución, como es el caso del Poder Judicial sin renovar.
Vean la opinión del periodista Jesús Maraña, expresada en una conferencia, sobre la falsa prensa y las mentiras y bulos que esta aporta desgraciadamente.
A la vista de algunas declaraciones de diversos políticos no puedo dar crédito a ciertos comentarios. Aznar, por ejemplo, manifiesta que la ley de Amnistía es inconstitucional. ¿Qué personajes como el juez Martin Pallín o el catedrático Pérez Royo digan lo contrario no le hace pensar que se equivoca? ¿Qué la Comisión de Venecia haya manifestado su legalidad y que no afecta a la separación de poderes no le hacen recapacitar? ¿Quién a estas alturas puede otorgarle credibilidad a un personaje que aseguró que Sadam Husein poseía armas de destrucción masiva y que todavía hoy piensa que la matanza de Atocha fue perpetrada por ETA?
Por último, permitan que les muestre un gran reportaje de la periodista Ana Pardo de Vera, donde explica como un juez admitió a trámite la denuncia contra la esposa del presidente, contraviniendo la normativa sobre el particular del mismísimo Tribunal Constitucional.
A la vista de todo lo expuesto solo me queda preguntar a los lectores su opinión: ¿No es cierto que la guerra sucia se ha apoderado de la política? ¿Por qué no se renueva el Poder Judicial? ¿Qué interés tiene la derecha española para evitar su renovación? ¿No resulta indignante que Abascal le diga al PP que rompa cualquier negociación con el PSOE, especialmente para no renovar dicho Poder? ¿Es esta la situación que quiere la ciudadanía del país como democracia consolidada?