Pedro Sánchez no es un revolucionario, ni su gobierno viene a cambiar el mundo
11
de Junio
de
2018
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La moción de censura contra un gobierno corrupto fue justa y necesaria, fue un paso esperanzador, pero supongo que nadie desde la izquierda esperaba de Pedro Sánchez o del PSOE una revolución, ni medidas que se enfrentasen directamente al capital a lo que el PSOE lleva tanto tiempo sirviendo fielmente.Por eso este nuevo gobierno podrá acometer algunas medidas cosméticas pero jamás intentará hacer un cambio de raíz de este sistema corrupto.Desde el primer minuto vemos como los medios de comunicación, los poderes económicos y una parte da oligarquía ven con buenos ojos este gobierno “amigo”.El nombramiento de Màxim Huerta como ministro de cultura me sorprendió, un periodista y escritor que participó como colaborador en algunos de los programas "rosa" de la prensa del corazón más anticulturales de la televisión, alguien que puede ser un buen escritor, aunque debo de reconocer que su obra aun no forma parte de mis libros de cabecera, o el nombramiento de Pedro Duque, el primer astronauta español, como ministro de ciencias, nombramientos curiosos que me llamaron la atención y en los dos casos permanezco a la espera de ver los resultados.Son gente como Borrell y Grande Marlaska los que me preocupan por sus hechos y sus palabras. Dos ministros que no reconocen la plurinacionalidad del Estado español, y son capaces me mimetizarse perfectamente tanto en el campo de la socialdemocracia como de la derecha más reaccionaria.En la "mochila" del flamante Ministro, el Juez Fernando Grande-Marlaska van piedras de las gordas, desde la “posibilidad” de que miró para otro lado cuando el Estado practico “supuestamente” la tortura, hasta la descalificación del gallego como idioma al llamarlo "dialecto". No sé si es de izquierdas o de derechas o todo lo contrario, pero es algo más que preocupante.En el caso de Borrell el nuevo ministro de exteriores viene de compartir manifestaciones antinacionalistas en Cataluña, con la derecha y con el fascismo, con un discurso frentista que recuerda más al lema del franquismo de “España una, grande y libre” que a un ministro capaz de ayudar a avanzar en el dialogo. Me asusta esta gente, porque considero que el primer e ineludible paso para comenzar a construir la convivencia, es el reconocimiento de que en el Estado español conviven diferentes naciones, y se hace necesario un cambio de modelo de estado y una nueva Constitución como base para construir esa convivencia, como los cimentos de lo que debe llegar a ser la casa de todas y todos.Y no podremos hablar de cambio real hasta que no se derogue la reforma laboral, la ley mordaza o el artículo 155, hasta que no se legisle para garantizar salarios y pensiones dignas, o una sanidad universal y gratuita al 100%, o una educación laica, de calidad y publica en todas sus etapas que sea igual para el hijo del rico que para las hijas e hijos de las trabajadoras.
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