No siento ninguna simpatía hacia los mal llamados agricultores que protagonizan tractoradas estos días en diversos lugares de la geografía europea, en defensa de un sector cuya desaparición y/o transformación es imprescindible para la viabilidad del planeta.
En primer lugar, como ha dicho Unai Sordo, son la patronal, no trabajadores por cuenta ajena. En la agroindustria de los países desarrollados, el agricultor clásico ha desaparecido, dando paso a dos únicas categorías: empresarios agrícolas y obreros agrícolas. Es por ello que, de simpatizar con alguien, sería con los obreros agrícolas, no con los empresarios agrícolas.
En segundo lugar, estos empresarios agrícolas son el brazo ejecutor de un modelo de producción de alimentos que daña la salud de las personas y de los ecosistemas, que agota los recursos y que lleva al colapso al planeta. Todo ello, para aumentar el beneficio de las grandes corporaciones que controlan la cadena alimentaria a nivel mundial. En todo caso, simpatizaría con la agroecología que defiende la Vía campesina, y que numerosos estudios y expertos, incluida la FAO, ven como la única salida viable para alimentar al planeta de forma sostenible.
En tercer lugar, estos empresarios agrícolas tienen una empanada ideológica que los lleva a exigir medidas propias de una economía comunista, a pesar de votar mayoritariamente a partidos defensores del neoliberalismo y el libre mercado. Como productores piden poco menos que una economía planificada en la que el Estado intervenga el sector, prohíba el libre comercio, establezca precios mínimos y/o legisle para evitar los márgenes "abusivos" de la cadena de intermediarios existentes entre origen y destino. Piden, además, la intervención estatal para subvencionar el precio de los insumos necesarios para las explotaciones, con el fin de que los gastos de producción no mermen los beneficios. Pues todo eso, aunque sean medidas que apoya incluso Vox, son medidas comunistas, aunque ellos no lo sepan; totalmente opuestas al modelo neoliberal que defienden.
En cambio, cuando estos empresarios agrícolas mutan de productores a consumidores, entonces piden libre mercado y ausencia absoluta de regulación, para poder comprar a los precios más bajos posibles. Como consumidores, ya no les importa ir al Mercadona y comprar anchoas del Cantábrico de Marruecos, alubias de La Granja de China o aceite de oliva de Marruecos, envasado en Portugal. Ya no nos importa "las diferentes regulaciones sanitarias", ni las condiciones laborales de los trabajadores chinos o marroquíes. Tampoco nos importa comprar petróleo de las dictaduras del Golfo, ni móviles, portátiles y tablets de la “dictadura” china. Tampoco nos importa comprar ropa y calzado o automóviles fabricados por la “dictadura” china. Que D. Amancio tenga el 40% de sus fábricas en la “dictadura” china, para aprovechar la mano de obra barata y las regulaciones más laxas, no nos escandaliza... Al contrario, convertimos a D. Amancio en un héroe... Señores empresarios agrícolas, sean coherentes con el modelo económico que defienden. Si votan capitalismo, disfruten el capitalismo... No se puede sorber y soplar... No pueden ser comunistas cuando son productores y capitalistas cuando son consumidores.