Con hacer referencia al segundo de los mandamiento del Decálogo católico valdría. No haría falta escribir más sino señalar a los pecadores, en tanto en cuanto se consideran cristianos católicos. Mas en una sociedad claramente laica muchas personas no entenderían esa apelación. Por tanto no queda otra que analizar lo que viene sucediendo respecto a las manifestaciones en la calle Ferraz (realmente son en la calles circundantes por estar cortada la mayor parte del tiempo) y la aparición de objetos y acciones aparentemente católicas. A ello súmense las apelaciones al pensamiento católico para justificar esto o aquello.
Habrán visto a personas enarbolar crucifijos, rosarios o banderas con la cruz cristiana en las protestas, legítimas, de muchas personas frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz. Frente a un acuerdo, todavía no hay ley aunque se vea en lontananza, que a la mayoría de españoles parece horrible, es muy cívico manifestarse cuantas veces hagan falta. Lo pueden hacer personas de izquierdas, derechas, feas, altas, gordas, normativas, cristianas, ateas o lo que sea porque la principal cuestión poco o nada tiene que ver con la propia identidad de los manifestados. Es una queja, un lamento casi, sobre el bien común de todos los españoles sin distinción.
Si alguien quiere hacer profesión de fe en esas manifestaciones está en su derecho, aunque sea católicamente irracional. En primer lugar, ya que a algunos les está dando por recordar la Biblia estos días, nada mejor que irse a Éxodo 20-7: “No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso”. ¿Se está utilizando a Dios en falso? Parece que sí (de ahí el titular) pues ¿qué tiene que ver “el que es” con la amnistía que ha pactado Pedro Sánchez? No hay cosa más mundana que el politiqueo. Es parte del libre albedrío concedido por el Hacedor. Mientras no sea pecado o atente contra la doctrina de la Iglesia ¿por qué llevar un crucifijo a la manifestación? ¿Piensan que Satanás, si es que está en Sánchez, se va a ir hacia atrás o va a recular ante un símbolo humano?
El laicismo y el cristianismo mal entendidos
Dice Fabrice Hadjadj que los demonios, a diferencia de muchos humanos, sí creen en Dios. Sánchez, posiblemente no crea y es seguro que ha caído en la tercera tentación del desierto, pero es un problema personal que enfrentará cuando se las vea ante Dios. Ahora bien la utilización de símbolos cristianos en una manifestación política no es lógica, ni conveniente al kerigma o al apostolado. No pinta nada en las cosas del César, a excepción de que se vinculase a cuestiones de fe o doctrina.
Todo esto hace daño, en realidad, a la presencia necesaria del católico en la libre discusión en la sociedades laicas y pluralistas. Hay que impedir que el hecho religioso, en toda su magnitud, quede completamente circunscrito al ámbito privado, que es lo que quieren muchos ateos y agnósticos (salvo cuando es de otra religión, claro). Lo católico tiene mucho que decir en temas comunitarios, éticos, morales y legislativos sin imposiciones dogmáticas, ni integrismos. Y lo que parece todo esto que está sucediendo es mucho más una postura integrista que consecuente con los doctrina de la Iglesia.
Pueden leer a Angelo Scola, académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, o al añorado Benedicto XVI/Joseph Ratzinger respecto a la acción en sociedades pluralistas y laicas. Por cierto decía Ratzinger: «Apartarse de las grandes fuerzas morales y religiosas de la propia historia es el suicidio de de una cultura y una nación». Cierto, pero ir con los símbolos cristianos a manifestaciones de cuestiones políticas laicas no lo arregla. Además, ¿cuántos de los que buscan una especie de martirio por el rezo del rosario no se están dejando tentar por el Diablo desde el pináculo del Templo? Una cosa es ser mártir por la fe y otra por tolai.
Mentar a santo Tomás en vano
Los hay que justifican la violencia recurriendo a los salmos u otras partes del Antiguo Testamento, pero lo más gracioso, por tramposo, ha sido utilizar a santo Tomás de Aquino como justificador de la rebelión ante las fuerzas de orden público o contra Sánchez. Lo más molesto es que mienten pensando que el resto de mortales no han leído la Summa Theologicae u otros escritos de aquinate. El problema es puede aparecer alguien que sí lo haya hecho y señale con el dedo la mentira. Y no, santo Tomás nunca justificó la rebelión a la policía, ni a Sánchez. Vayamos por pasos.
Respecto a Sánchez el aquinate escribió un pequeño tratado sobre los monarcas. No es un espejo de príncipes pero se asemeja. Mejor dicho, los precede. En De Regimine Principorum (en español La monarquía, la versión de Tecnos sigue siendo válida) santo Tomás expone que el príncipe ha sido situado por Dios, mediante diversos mecanismos, en lo alto y por ende cabe respetarle y hacer caso de sus mandatos. Si por un casual de la vida ese príncipe se desviase de lo justo y el bien común transformándose en un tirano, lo primero que habría que hacer es quejarse ante él mismo. Las manifestaciones son esa queja.
En caso de no hacer caso a las quejas, pudiendo hablar con el romano pontífice y otros príncipes para que le convenzan, hay que recurrir al rezo a Dios para que le haga cambiar de opinión. Si tras todo esto no hay cambios y la situación se hace insostenible, y siendo muy precavidos, cabría acabar con él por la fuerza. Es de las primeras justificaciones del magnicidio. Pero dado un caso extremo y teniendo seguro que es realmente malo para el bien común. La Amnistía tiene un enorme hedor hediondo, pero no llega al extremo de poder acabar con Sánchez.
Respecto al derecho a rebelarse nos toca acudir a otros textos de santo Tomás. Al gran texto de santo Tomás. En la Summa (I-2 q.96) afirma que ante leyes injustas lo suyo es rebelarse en el sentido de no hacerlas caso, obviarlas. De aquí se derivará, pasando el tiempo, la objeción de conciencia como derecho universal. Pero no lo dice para cualquier acción o ley sino que lo establece respecto a tres aspectos concretos: «La ley injusta no es propiamente ley. La ley solo es justa, en razón de su fin, cuando se ordena al bien común; en razón de su autor, cuando no sobrepasa las atribuciones del legislador; en razón de su forma, cuando establece cargas proporcionales entre los súbditos. […] La ley es injusta si su fin es contrario al bien común; si hay exceso de potestad por parte del legislador, o si la distribución de las cargas que impone la norma es desigual. […] Sin estas condiciones, la ley es violencia tiránica y debe ser resistida».
¿Pueden explicar los citadores de santo Tomás en qué aspecto dice el aquinate que es injusto lo que ellos dicen? ¿Es injusto pegar un porrazo o detener a quien la está montando en una manifestación? ¿Es contraria al bien común? A decir de muchas personas la ley de Amnistía es buena para el bien común. No hay unanimidad, ni afecta a cuestiones de fe. ¿Se están sobrepasando las atribuciones del legislador? De momento está siguiendo el curso legal y ya se verá si es constitucional o inconstitucional. Por cierto, lo constitucional como mecanismo para evitar los abusos del legislador o el ejecutivo está ahí. ¿Hay desproporcionalidad en las cargas? Está por ver, pero a quienes les puede molestar la desproporcionalidad (los que han pasado por la prisión) no parece que les moleste. Ergo, ¿a qué viene acogerse al doctor de la Iglesia para justificar las chorradas de uno?
¿Integrismo, espectáculo o ambas?
Es como decir que en lo católico cabe el santo y cabe el caballero cruzado. ¡Por favor, que no estamos en una guerra santa, ni nada por el estilo! La doctrina de la Iglesia católica establece como justas las guerras defensivas en ciertos casos. Y ninguno de esos casos se produce en estos momentos. Meter al crucificado y resucitado en las contiendas cenagosas y la bazofia de la política espectáculo es atentar contra el Segundo Mandamiento. Pedir que se abra la Iglesia de la calle Ferraz para acogerse a sagrado es fariseismo pues no les persiguen por cristianos. Rezar el rosario es postureo espectacular y nada tiene que ver con lo religioso o lo moral.
Por culpa de estas cosas de raros o integristas (huelen a yunque que apestan algunas posturas), el catolicismo acaba arrinconado como algo privado. Se dan argumentos a los antirreligiosos, esos mismos que se cagan con los islamistas, para que el hecho cristiano sea deportado a las catacumbas sociales cuando, en una sociedad plural y laica, el católico tiene todo el derecho a hacer profesión de fe y defender sus postulados (los de la Iglesia católica, no los propios) para beneficio del bien común y la generación de una moralidad sana y no relativista. ¡Quitad vuestras sucias manos de Cristo!