En mis mas de 45 años como militante del PSOE he vivido, disfrutando o padeciendo todas sus etapas. La primera desde el año 1972 hasta finales de los 80 fue realmente entrañable, primaba los valores socialistas entre nosotros de respeto y buen compañerismo. Sin embargo y a medida que el PSOE iba acumulando poder, se fue desvirtuando en lo ideológico “tirando por la borda” muchos de sus principios y convicciones y con el paso del tiempo degradándose las relaciones entre sus militantes.La llegada al socaire del poder de tantos advenedizos, arribistas y oportunistas era previsible, lo mismo el daño que nos podrían causar. Pero para quienes nos hemos mantenido como coherentes socialistas, la decepción y el daño mayor nos lo han causado nuestros compañeros veteranos, no dudando para perpetuarse en sus cargos como políticos profesionales, en hacer un PSOE a su imagen y semejanza, con unas estructuras jerarquizadas y poco democráticas y lo peor, utilizando prácticas en ocasiones indeseables, con el apoyo de sus dóciles, sumisos e interesados acólitos.Al principio llegué a tener muchos compañeros que también eran buenos amigos, pero con el transcurso del tiempo eso pasó a la historia y ahora lamentablemente por la deriva que han tomado tengo pocos compañeros y muchos menos amigos, de estos me sobran con los dedos de las manos y con quien estaba mejor relacionado y más me identificaba era el íntegro y ejemplar socialista Carmelo Padrón, desgraciadamente falleció recientemente. Me hubiera gustado disfrutar bastante más de su buen compañerismo y amistad. De todos los recuerdos que tengo en mis tantos años de militancia en el PSOE, guardo uno muy especial y fue cuando le conocí en la campaña electoral a las primeras elecciones generales de junio de 1977.La identificación ideológica entre nosotros como socialistas ortodoxos era total y hacíamos causa común con los compañeros de esa misma línea en el Comité Regional, del que pasamos a formar parte entre los años 1977-1985. Teníamos mediante debates grandes enfrentamientos con nuestros compañeros socialdemócratas, pero siempre se producían desde el respeto, cordialidad y amistad. Carmelo tenía una buena oratoria y solía utilizar argumentos solidos y consistentes.Fue uno de los máximos impulsores cuando en 1980 constituimos Izquierda Socialista en Canarias y representando a la misma, pasó junto con el malogrado y entrañable Ramón Álvarez a formar parte del Comité Federal, al ser elegidos mediante la candidatura ganadora que obtuvo el 52% de los votos en el IV Congreso Regional, celebrado en 1986 en Tenerife.Lo mismo nos ocurría en el terreno personal apoyándonos mutuamente. Algunas veces estuve tentado de “tirar la toalla” y él me convencía de no hacerlo, exponiéndome que siempre había algo por lo que luchar. En ese sentido estaba convencido de que la única formula para acabar Canarias con su atraso secular, era dotarnos de una nueva ley electoral, que contemple la circunscripción electoral regional única y así acabar con nuestras divisiones y enfrentamientos como consecuencia del dañino insularismo y que Coalición Canaria pase a la oposición.Tenía Carmelo muchas cualidades y virtudes destacando su integridad y honestidad. Lo demostró cuando habiendo sido injustamente acusado de corrupción, por dignidad y para no causarle daño al PSOE, dimitió en 1991 de sus cargos de secretario de organización y diputado regional. Al celebrarse el juicio como se esperaba fue absuelto, aunque ocurrió después de más de trece años, habiendo sufrido junto a su familia y durante todo ese tiempo un atentico calvario. El juicio fue muy emotivo, sobre todo al final cuando tomando la palabra manifestó que durante todo ese tiempo en lo profesional y económico le había ido muy bien, pero en contra de su voluntad le cercenaron la forma de vida que llevaba anteriormente, elegida libremente y con la que se sentía plenamente identificado. Durante el homenaje que le organicé, manifestó su predisposición y motivación por retornar a la militancia que tanto le significó. Lo hizo hasta el final de su vida plena y satisfactoriamente.Tal y como le caracterizó luchó siempre por sus convicciones como ejemplar socialista y profesionalmente trabajando como catedrático en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y en su despacho jurídico, aportando muchas iniciativas urbanísticas para diversos municipios de Canarias y altruistas asesoramientos a organizaciones ecologistas, como Ben Magec y plataformas vecinales por sus justos derechos, como los vecinos de Ojos de Garza próximos al Aeropuerto de Gran Canaria, en su contencioso con AENA. Era muy buena persona y pretendía el entendimiento entre los compañeros y compañeras. Lo intento la última vez con los tres candidatos a la secretaría general regional. Solía acompañarle en sus sesiones de tratamiento en el Hospital Dr. Negrín y me lo contaba con entusiasmo, pensando que podría lograr que se integraran en una sola candidatura. Aunque no se cumplieran, pero sus buenas intenciones las mantenía hasta el final.Él y Ramón Álvarez Braun, han sido y serán mis referentes de contemporáneos compañeros en Canarias, sus legados y recuerdos los llevaré siempre conmigo.
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