Ecologistas en Acción acaba de manifestarse en contra de la expansión de macrorrenovables en el Maestrazgo y la razón que esgrime es que afecta a la Red Natura 2000.
En cierta ocasión conocí a un médico que decía que no era necesario defender a los pobres porque solo los ricos ponían denuncias. Pobres territorios fuera de esa línea imaginaria trazada de forma arbitraria y que se llama Red Natura 2000, en vuestros suelos puede pasar de todo, porque en ellos no hay nada que valga la pena: no crecen los árboles, las abejas no polinizan, las luciérnagas son cosa del pasado y las aves no se atreven a entrar por miedo a que un guardia de frontera les pida el pasaporte.
Claro que lo que dice Ecologistas en Acción es que se cumpla lo que se escribe en forma de norma, o dicho de otra manera: que si el MITECO fija unos criterios, que no venga el Gobierno (aquí nos entran dudas sobre si el MITECO es parte del Gobierno) a incumplirlos soberanamente.
Ha tardado esta organización ecologista en reaccionar, es posible que empujada por un clamor popular que lleva meses zumbando en los oídos de los activistas más finos, y aunque también aquí es válido el dicho de “nunca es tarde si la dicha es buena”, lo cierto es que Ecologistas Zamora, organización a la que pertenezco, y que sigue estando registrada como Asociación Ecologistas en Acción de Zamora, se apartó del organigrama de Ecologistas en Acción (Confederal) después de las propuestas de expulsión recibidas por, precisamente, defender una moratoria en la expansión de los proyectos de macrorrenovables en Castilla y León, al observar la falta de una planificación zonal adecuada por parte tanto del Gobierno como de la Comunidad Autónoma de CyL, en materia de energías renovables.
Pero volvamos al bulo que dio origen al debate, ese que dice que una cosa es mala solo si afecta a otra buena. Es un bulo, me han chivado, lanzado por la extrema derecha, y que traducido a titulares comprensibles viene a decir que el capitalismo verde es inocuo –como el crecimiento sin freno o la extracción ilimitada de recursos–, lo que es puro veneno es hacérselo tragar a una montaña buena, a un paisaje bueno, a un viñedo bueno, etc. Pero, en serio, las macrorrenovables no son malas, no hay datos que prueben que ya van más de medio millón de murciélagos muertos en pocos años, o que para poner una fotovoltaica en medio del campo es necesario cerrar corredores biológicos, o que hay especies desaparecidas por culpa de estos proyectos, o que muchos paisajes han quedado degradados, etc. No, rotundamente no, lo que son malas son algunas montañas y algunas praderas o tierras de cultivo, como las cordilleras de Galicia, que a simple vista ya se ven plagadas de todo tipo de inyecciones curativas. Y todo por no estar dentro de una lista de lugares benditos.
Malditos extremistas de izquierda, siempre inventando historias, que si para poner un triste molino de viento de 200 metros de altura hace falta hacer una carretera, que si las ovejas no pueden pastar en los cercados de las fotovoltaicas porque no hay nadie que les abra la puerta, que si no hay más población en lo rural desde que comenzara la invasión de los megawatios, que si lo del Hidrógeno verde es la mayor estafa de lo que vamos de siglo, que si las plantas de biogás contaminan, que si quemar biomasa no es verde... Ah, y lo último: que desde que empezaron a instalarse este tipo de industrias en el mundo hay muchísima más electricidad circulando de sobra –todavía no sabemos para qué–, pero paradójicamente no han parado de crecer las emisiones de carbono, y que por eso, todo este negocio de lo renovable a gran escala no es más que un añadido, otro más en el suma y sigue del caos climático –también llamado suicidio del capital–.
Malditos extremistas de izquierda, ecologistas radicales que no siguen las instrucciones del ecologismo institucional y subvencionado. Mira que se ponen pesados con eso de que no hay más solución que el decrecimiento en el consumo de materias primas y el crecimiento en la producción de cercanía. Porque todo es cuestión de distancias, repiten como loros, y no es lo mismo generar electricidad de forma comunitaria que poner perdido el monte con millones de kilómetros de líneas de alta tensión que para que mantengan la tensión estable necesitan de fuentes de energía estables –como es lógico– y que funcionen día y noche, haga viento o no lo haga y pongas la lavadora de madrugada o la pongas a pleno sol.
Malditos ecologistas radicales que no aceptan los bulos que se extienden por los periódicos nacionales e internacionales sin aportar pruebas científicas de en qué manera la revolución del capitalismo verde está logrando frenar la extinción de las especies. Malditos, no os creéis nada, joder, nada de lo que es de perogrullo: que hay cosas buenas y hay cosas malas, y que si te toca vivir en un lugar malo, pues te fastidias y punto.
Y para colmo, negáis las bondades de la eólica marina. ¿Pero qué daño os hacen esos alfileres en medio del océano? ¿Por qué pedís pruebas científicas de que no provocan ningún efecto nocivo en los ecosistemas marinos ni a la vista de quienes aman los horizontes? ¿Qué queréis, que os presentemos un informe de impacto medioambiental con millones de corta y pegas? Tenemos ecologistas profesionales dispuestos a eso y más.
Ay, ecologistas puros, ecologistas extremistas y radicales que seguís defendiendo la naturaleza. ¡Pero si eso ya no se lleva! Lo que se lleva es defender la energía. Sí, la energía. ¿Para qué? Eso es lo que menos importa. Lo que importa es que hay subvenciones para generarla, y más tarde ya se verá qué se hace con ella.
¿Que no os creéis lo del coche eléctrico? ¡Lo que nos faltaba por oír! ¿Pero no habéis visto cómo vuelan los burros con el hidrógeno? Parece mentira. Abrid los ojos, descreídos, ruralistas, pretecnológicos y atrasados ecologistas defensores de la biodiversidad como lo único de verdad que no podemos perder en este planeta. Sí, parece mentira. Ah, y dejad ya de poner alegaciones y recursos de alzada.