El día 16 de este mes publique, en este medio, un articulo preguntando si Feijóo dimitiría o sería cesado. Tenía mis serias dudas de que el PP ganara las elecciones ante los hechos acaecidos pocos días antes y, su repercusión en muchos medios informativos.
La misma noche del 23-J, Alberto Núñez Feijóo tomó la decisión de no conceder la derrota y anunció, ante las personas congregadas en la calle Génova frente a la sede del PP que, como candidato más votado, abriría el diálogo con el resto de partidos para así obtener su investidura. Es lo que ha sucedido siempre, citó como prueba el nombre de todos los anteriores presidentes del gobierno. Pero los números no salían y el público, le saboteó interrumpiendo su discurso al grito de "Ayuso, Ayuso presidenta", mientras la madrileña ponía cara de póker. Toda la gente interpretó que aquello era una huida hacia adelante de Feijóo para tapar su fracaso, ganar tiempo y consolidarse como líder del PP.
Lo que ocurrió es que el juego se le fue de las manos, y ahora hemos sabido que en algún momento le pasó por la cabeza negociar de forma seria con Junts poniendo los indultos encima de la mesa. No fue solo un café o un cambio de impresiones, como dicen ahora. Escucharon propuestas, y las respondieron. El líder gallego estaba convencido que por justicia histórica le tocaba gobernar a él y no previó que abriendo la puerta al diálogo con el partido de Carles Puigdemont estaba cavando su propia tumba. Su error fue querer ser presidente a toda costa con una aritmética imposible (con Vox, por un lado, y PNV, ERC y Junts por otro). Y frente al no rotundo del PNV, quiso comprobar si en la piscina de Junts había agua, y cayó en la trampa.
El ex presidente Puigdemont había buscado durante estos años ser reconocido como interlocutor, y de repente se encontraba que ambos, PSOE y PP llamaban a su puerta. ¡Bingo! Mejor imposible. Dejándose querer y administrando los silencios, dejó que el PP fuera entrando poco a poco dentro de la trampa, y los populares, sedientos de poder y creyendo que había regresado la CiU de toda la vida, no detectaron que los llevaban mansamente al huerto.
Después, una vez comprobada la imposibilidad de una operación -que Vox no hubiera permitido nunca-, en Génova idearon el discurso del "no soy presidente porque no he querido", es decir, intentaba hacer creer a la ciudadanía que, si hubiera dado el ok a la amnistía, Junts le habría hecho presidente, como ocurrió con Sánchez pocos días después.
Pero ese discurso era falso. Si Feijóo se hubiera comprometido con la amnistía, Vox le habría retirado su apoyo y, por lo tanto, no habría tenido sus votos. Se lo recordó desde la tribuna del Congreso Aitor Esteban: Si usted quiere sumar los votos del PNV, antes deberá restar los de Vox. El PSOE ya tenía la munición perfecta para contrarrestar los ataques del PP: los populares no podían criticar su acuerdo con Puigdemont porque ellos también lo habían intentado, pero a los socialistas les salían los números, pero al PP no
El presidente popular, Núñez Feijóo, engañó a sus propios votantes dos veces. Primero haciéndoles creer que podía ser presidente. Y después convenciéndolos de que no lo era porque no había querido ceder ante el chantaje de los independentistas. Ambas cosas eran mentira, pero por alguna extraña razón ha colado entre los suyos y nadie de nivel, ni político ni opinador, se lo ha reprochado. La excusa era que, ante el escándalo de la amnistía que negociaba Sánchez con Junts, había que cerrar filas con él y perdonarle todas esas extrañas maniobras. Y ver si con un poco de suerte la legislatura embarrancaba y se volvía a las urnas.
Pero, mira por dónde, había una tercera mentira que ahora ha aflorado gracias a su desliz, ante muchos periodistas y, así ha sido calificado por muchos medios de comunicación. No podía ser presidente, era falso que no lo fuera por qué no quiso y, además no ha pensado lo que ha estado defendiendo públicamente en estos meses, ni respecto a los indultos, ni respecto a la amnistía (que valoró durante 24 horas y rechazó por una cuestión legal y no de principio), ni respecto a si hubo terrorismo durante el Procés.
Ahora sabemos que Feijóo buscó el apoyo del PNV y la oferta que les hizo. Que lo intentó también con Junts y sabemos los detalles, pero también lo intentó con ERC. La cuestión era, a toda costa, conseguir los votos que necesitaba para obtener la investidura, pero, al no conseguirlo mintió descaradamente.
En política, como decía Josep Tarradellas, se puede hacer de todo menos el ridículo. Pero a Feijóo parece que le es igual, y en política, cuando toda la estrategia se hace pivotar sobre mentiras, tarde o temprano te explota en la cara. Y en Madrid, creo, que ya se les está terminando la paciencia con Feijóo y pongo en duda su continuidad por mucho tiempo.