¿Cuándo se jodió Perú? es una de las iniciales reflexiones de Zavalita, protagonista de " Conversación en la Catedral" la gran novela de Mario Vargas Llosa. Me pregunto lo mismo solo que con respecto a Europa. Recuerdo con ilusión la adhesión española, efectiva desde 1986, a una comunidad de países que considerábamos entonces como modelo de modernidad y libertad. Yo era un bebé cuando más de 20 años antes Fernando María Castiella presentó la primera petición de ingreso en la por entonces Comunidad Económica Europea, familiarmente CEE. Eran tiempos de dictadura en España y nos dieron con la puerta en las narices. La felicidad quedaba al norte de los Pirineos.
En la actualidad somos miembros de pleno derecho de un sueño hecho añicos. Integrantes entusiastas de un engendro que ha crecido hasta engullir por completo e intoxicarse con lo peor de cada una las identidades nacionales europeas para transformarlas en un amasijo informe, una especie de papilla indigesta para cualquier ciudadano compuesta de terrores climáticos, vacunas, rusofobia, armas, censura y propaganda.
Pero volvamos al comienzo. ¿Cuándo se jodió Europa? Hay quien señala vicios de origen. Europa nunca ha sido soberana tras la hecatombe de la II Guerra Mundial. Los ejércitos americanos llegaron como liberadores (de los nazis) y se quedaron como policías de las veleidades comunistas en la parte del continente no ocupada por los soviéticos. Puede ser. Otros insisten en la opacidad y la falta de legitimidad de algunas instituciones importantes como la Comisión Europea cuyos miembros son elegidos con criterios menos claros que los papas romanos y encima sin fumata blanca. Y no olvidemos que de ellos parten iniciativas legislativas. Se señala también la burocracia elefantiásica, los sueldos indecentes, la falta de control en asuntos tan serios como la salud (caso de las vacunas), la divergencia entre los intereses de unos y otros estados o la corrupción ( como muestra el "qatargate").
Pero si un conflicto ha demostrado que Europa está "jodida" ese es el de la guerra de Ucrania. Y si lo rematamos con el asesinato masivo perpetrado en Gaza por el Gobierno de Netanyahu con la aquiescencia europea, nos daremos cuenta de que la oligocracia que nos gobierna carece por completo de moral y se encuentra totalmente desvinculada de la realidad de sus ciudadanos a los que miente sin pudor y desprecia por principio. Las élites europeas imponen sanciones que básicamente perjudican a las capas inferiores de sus sociedades al provocar inflación y carestía, al tiempo que envían armas y dinero a un régimen que no es ni liberal ni democrático para que recupere unos territorios de mayoría rusófila sacrificando sin piedad a la población ucraniana. Eso se llama carencia de moral. Peor todavía, se llenan la boca de sus fetiches simbólicos sobre la libertad, la democracia, el derecho internacional y las guerras de agresión sin darse cuenta (o lo más seguro es que sí se percaten pero que les importe un comino) de que demonizan hasta lo grotesco a Putin mientras excusan y justifican a Netanyahu que se muestra cien veces más criminal. Eso que llaman " El Resto del Mundo" no se pone de su parte. Es lógico, ya que en otros lugares queda sentido común Y, al parecer, como están perdidos y temerosos, solo se les ocurre iniciar una escalada bélica que comienza a dar verdadero miedo. Porque nuestros gobernantes son ridículos, como Macron o Sunak en sus bravatas, o patéticos como Scholz en su servilismo, o inconsistentes como cualquiera de los españoles, pero todos son peligrosos por su falta de moral. Y si por casualidad aparece alguien sensato que señala los problemas reales de la gente y se aleja de la cháchara sobre el clima o la identidad de género se le llama "populista" y aquí paz y después gloria.
Hoy mismo he escuchado a Borrell. Es cierto, me confieso masoquista. Dice que le preocupa el resultado de las elecciones europeas porque el aumento de la extrema derecha y la extrema izquierda pueda debilitar el apoyo a Ucrania. Debería en realidad preguntarse el motivo de la preferencia por dichas opciones. Tal vez la ciudadanía se haya percatado de la tomadura de pelo que nos pretenden imponer ya que nadie les ha elegido para que desencadenen una guerra por intereses que en nada benefician al conjunto de los votantes. Borrell debería leer " Sonámbulos" de Christopher Clark o "Los cañones de agosto" de Barbara Tuchman para recordar como unos dirigentes incompetentes lograron destruir una generación entera en 1914. Se trató del conflicto bélico más destructivo y a la vez más estúpido de la historia de la humanidad. A Borrell se le está poniendo cara del belicoso Conrard von Hötzendorf jefe de Estado Mayor de un ejército, el austriaco, al que arrastró a la I Guerra Mundial al final de la cual su imperio, al que pretendía defender, había quedado destruido.
Si. Europa se jodió cuando desapareció la moral y la conciencia de sus gobernantes. Deberíamos censurarlos votando y sustituyéndolos por otros dirigentes más honestos. Hoy, Pedro Sánchez ha persistido en su logorrea epistolar sobre el fango. Si, también deberíamos buscar otros presidentes menos literatos.