Durante un congreso, mientras intervenía un científico de altísimo nivel, un amigo que observaba al público asistente me decía: “muchos están convencidos de que ellos son quienes tendrían que estar impartiendo esta conferencia en su lugar”. Con el Periodismo pasa lo mismo, pero multiplicado por miles.
Hay un grave problema de Educación y Formación que afecta a muchas personas –con y sin títulos académicos– que confunden con periodistas a correveidiles, comentaristas-de-barra-de-bar y ‘cuñaos’ de nueva aparición. Fruto de su desconocimiento o mala intención, que es mucho peor, hacen ver que el Periodismo es el cotilleo, el rumor de corrala o la historieta que se le acaba de ocurrir a alguien.
Afortunadamente, también son muchas las personas que se preocupan por saber quién está detrás de lo que leen en un medio escrito o a quién están escuchando y viendo en un medio audiovisual. Al contrario de lo que algunos intereses bastardos quieren hacer ver, el Periodismo –lo otro no lo es– informa sobre lo que ocurre y explica lo que hay en torno a lo que publica, teniendo en cuenta la máxima ‘facts are sacred, comments are free (los hechos son sagrados, las opiniones son libres)’. Los y las periodistas tampoco tienen por qué ser objetivos (¿lo puede ser alguien, por ejemplo, ante un atentado terrorista?), pero sí deben mostrar independencia y honestidad.
Ahora es cuando saltan los ‘cuñaos’ para sacar a relucir a este o aquella que dijo tal o cual cosa, que todos están ‘compraos’(¡si lo sabrán ellos!)... Son los mismos que en su día sabían cómo resolver la reciente grave crisis económica –que, por supuesto, ya vaticinaron– mejor que nadie, de fútbol son más entendidos que los mejores entrenadores y ahora te pueden explicar todo lo que quieras sobre epidemiología o el calentamiento global del planeta. Son, en definitiva, quienes aciertan las quinielas los lunes.
El derecho a la información está recogido en nuestra actual Constitución (artículo 20) y no en vano forma parte de los derechos y deberes fundamentales. Una sociedad bien informada es una sociedad sana y debemos proteger la pluralidad informativa para proteger las libertades que tanta sangre, sudor y lágrimas nos ha costado conseguir.
Pero también es necesario que las ejerzan las personas que están legitimadas para ello, aunque haya quienes pretendan lo contrario y quien se lo permita. ¿Por qué no puedo, por ejemplo, ejercer el Derecho, la Medicina o entrenar a un equipo de fútbol profesional si no tengo la titulación correspondiente y, sin embargo, se permite ejercer el Periodismo a quienes no la tienen?
Como en todos los ámbitos, hay profesionales mejores y peores. Está en nosotros diferenciarlos y poner en valor a quienes honran ‘el mejor oficio del mundo’, que decía Gabriel García Márquez.