Como a los protagonistas del día les ha gustado el teatro, se ha alargado la función. Nos preguntamos por el final, pero antes debemos recorrer los lugares comunes en el inicio de esta aventura. Seremos didácticos.
- Podemos reconoció desde el primer momento que no podría ganar la moción de censura y, por tanto, la justificó con la denuncia de la corrupción del PP. Opinión: Como esa corrupción es sobradamente conocida, muchos entendimos que el principal objetivo político de la moción era la promoción de Pablo Iglesias, en un momento de estancamiento demoscópico.
- Aunque Podemos no lo reconoció, la opinión generalizada fue, desde el principio, que el destinatario real de la moción era el PSOE, sin capacidad de respuesta por hallarse en el momento crítico de las primarias. Opinión: Como Sánchez resucitó, ganó y se lanzó a por el electorado de Podemos (a los dos días de salir elegido declaró aquello de “pienso igual que muchos votantes de Podemos”) la jugada le salió mal a Iglesias, pues regresó, y más fuerte que nunca, Sánchez, principal víctima de la maldad de Podemos el día 4 de marzo de 2016, cuando no solo le negó a Pedro la posibilidad de ser presidente del gobierno, sino que castigó a todos los españoles a seguir soportando al PP, que pudo presentarse a las elecciones del 26J desde el Gobierno. La mejor prueba del nuevo error de cálculo de Iglesias, esta vez con el binomio moción/crisis PSOE, es que su estancamiento en las encuestas se ha convertido en evidente retroceso.
- Podemos se planteó esta acción como catalizadora de una movilización popular que hizo confluir, precisamente, en el 20 de mayo, un día antes de las primarias del PSOE, abundando en lo expuesto en el punto anterior. Opinión: No solo aquella movilización de Podemos en la Puerta del Sol de Madrid se saldó sin pena ni gloria, sino que Podemos tuvo que dar por finiquitado el TRAMABUS, tras ser derrotado en todas las portadas por las primarias del PSOE. Además, la moción sirvió para “matar” una campaña de recogida de firmas pidiendo la disolución legal del PP que el colectivo “Indignad@s” había iniciado en Change el 22 de abril. Los datos son elocuentes: en los cuatro primeros días se recogieron casi 30.000 firmas, es decir, a 7.500 diarias. Desde el mismo día en que se presentó la moción se produjo una caída en picado y hasta hoy, 13 de junio, solo se han recogido 10.800 firmas más, es decir, a razón de 230 firmas cada día. Me pregunto: ¿Porqué Pablo Iglesias no dio la orden a todos los afiliados de Podemos para que firmaran y divulgaran masivamente una campaña cuyo objetivo remaba en la misma dirección que su moción de censura? A partir de aquí usted puede hacerse todas las preguntas/respuestas que desee, y con más criterio si tiene información privilegiada sobre esta sospechosa coincidencia.
- Una montaña de tertulianos y columnistas han avalado la moción de censura de Iglesias con la que presentó Felipe Glez. contra Suarez en 1980, también fracasada. Opinión: No me cansaré de afirmar que aquella moción de censura no movió un ápice el panorama político. A Suarez se lo cargaron los suyos y lo que llevó a González en volandas al éxito del 82 fue el 23F fracasado de Tejero, en 1.981, operación en la que quizás en el siglo XXX, o en el treinta mil, consigamos saber hasta qué punto estuvieron implicados los del PSOE, aunque solo fuera porque supieron de los contubernios donde se preparó, y ni avisaron ni apoyaron al gobierno legítimo del recordado don Adolfo... cada vez que vamos a Barajas. Y si no, que alguien explique la nula colaboración de González en el famoso programa-trampa de Evole que media España se creyó.
- Por último, los foros de noticias y las redes sociales son, y arrecian tras la victoria de Sánchez, una catarata de reproches entre socialistas y pablistas en torno al 4 de marzo de 2016, el día que Podemos unió sus votos a los del PP para que Sánchez no fuera presidente del Gobierno. Opinión: Desde un enfoque psicológico, hay quien piensa que un ego incorregible como Iglesias no podía conciliar el sueño, y necesitaba crear un trance político “decisivo”, en el que los del PSOE le negaran a él lo mismo que él le negó a Sánchez hace ahora quince meses. Más cuando pensaba que ganaría Susana.
Descrito el marco, nos falta recordar los acontecimientos sucedidos entre la fecha en que se presentó la moción, aquella rueda de prensa de finales de abril, y el debate que hoy continuará en el Congreso de los Diputados. Destacamos los siguientes:
- La revolución primaveral de las primarias socialistas, ya mencionada, en contra.
- El amontonamiento de eventos contra el PP derivados de la corrupción, a favor.
- La definición de la pregunta y la fecha comprometida por la Generalitat para la celebración del referéndum independentista. Ruptura interna en Podemos.
Y el paréntesis de la noche me ha traído las siguientes preguntas a la cabeza:
Primera.- Habiendo pronunciado Pablo la frase "Asumo los errores que pude cometer”, pregunto: ¿Le exigirá el portavoz del PSOE que conteste con un “SI” o un “NO”, sin matices, a si entre esos “errores” asume el de haber votado NO a la investidura de Sánchez y, por tanto, hoy piensa que debería haber hecho lo contrario?
Segunda.- Habiendo incluido la Generalitat la palabra mágica en la pregunta del referéndum, ¿se comprometerá hoy mismo Iglesias, si sale elegido presidente, a convocar en toda España el referéndum que el miedo nos debe desde hace 40 años, para que podamos elegir entre monarquía y república? ¿Comprenderá que esa valentía le llevaría a liderar la solución del conflicto más grave del momento?
Tercera.- Y, por último, ¿habrá convocado Pablo Iglesias esta noche, en secreto, a Pedro Sánchez y a Albert Rivera, para pedirles el voto a su candidatura, a cambio de ofrecerles su muerte política al día siguiente, en la hoguera de sus propias vanidades y con dimisión incluida de su cargo en Podemos, como sacrificio personal con tal de conseguir el bien supremo y general de sacar del gobierno al jefe de una organización criminal?Si, Pablo, estamos esperando una nueva sorpresa por tu parte, pero que merezca la pena.Las respuestas, también llamadas decepciones, hoy mismo, a lo largo del día y antes de que baje el telón. Si merecen la pena, las escribiremos.