La izquierda alternativa parece no encontrar la fórmula electoral a través de la cual establecer una relación, como mínimo, de cordialidad y continuidad. Lo más desesperante de ello es que no se trata ya de dar forma a un proyecto político sino, más bien, de cuestiones cuantitativas que cubran las expectativas electoralistas de los partidos u organizaciones que lo conforman. En Andalucía tenemos una reciente experiencia de ruptura y “reestructuración” (de aquella manera) que bien podría servir de ejemplo para valorar si se hace un esfuerzo por dar el salto cualitativo.
La fórmula electoral de referencia de la izquierda alternativa andaluza en 2018 fue Adelante Andalucía. Se constituyó como un espacio esperanzador para los movimientos sociales y organizaciones progresistas y soberanistas del territorio. Entonces parecía que esta fórmula podría dar lugar a un proyecto político de largo recorrido apartado de la inmediatez de los tiempos electorales de la última década. Un proyecto centrado en constituir un nuevo sujeto político que, estando bien pertrechado y organizado, pudiese condicionar o formar parte de un futuro gobierno andaluz. Pero se trató de un espejismo. Lo cuantitativo y la lectura cortoplacista del momento sepultaron las posibilidades de una fórmula electoral que pudiese desembocar en un proyecto político andaluz heterogéneo.
Esta ruptura dejó a Adelante Andalucía en solitario y disputando el espacio a la “reestructuración” de la izquierda alternativa, cuya denominación electoral determinó ser Por Andalucía. La misma se configuró con Alianza Verde; Iniciativa del Pueblo Andaluz; Izquierda Unida; Más País; Podemos y Verdes Equo. Las elecciones de 2022 dejó el espacio que una vez obtuvo 17 diputados y el 16,18% de los votos en 7 diputados (2 de Adelante y 5 de Por Andalucía) y un 11,37% de apoyo. Es decir, cuantitativamente peor que en 2018 y cualitativamente sin rumbo claro y enfrentamientos varios dentro y fuera de ambos espacios.
El resultado electoral de las Elecciones europeas ha puesto en cuestión la fórmula de SUMAR como aglutinador de la izquierda alternativa. Los postulados de Izquierda Unida son acertados en la medida que plantea, a través de su Coordinador Federal Antonio Maíllo, pararse a reflexionar y meditar qué se ha hecho mal de forma colectiva. Y, sobre todo, reorientar los postulados a través del cual se ha determinado la construcción de plataformas electorales que, según señala el Coordinador Federal, deben reorientarse hacia una “cocción lenta” que nos lleve a espacios políticos reflexivos y amables.
En ese sentido, no podemos olvidar que Por Andalucía bien merece un esfuerzo por dar ese salto cualitativo apartado del cortoplacismo electoralista. Porque, para dejar tranquilos a los que gustan ver números/resultados y no valoran la importancia de los proyectos políticos colectivos, la proyección en votos de SUMAR y PODEMOS en las Elecciones Europeas (lo que sería Por Andalucía) consolida un suelo electoral del 7,05% (0,70% menos que en 2022) y un Grupo Parlamentario de 6 diputados (1 más que hace 2 años).
Sin embargo, si las fuerzas políticas que conforman Por Andalucía concurriesen por separado a las próximas elecciones andaluzas la representación de ambos espacios quedaría reducido a 4 diputados (ninguno de PODEMOS) y a la espera de ver si Adelante lograría mantener sus 2 diputados.
Por lo tanto, si en una situación de “desestabilización” e incertidumbre en la izquierda alternativa, el ámbito electoral de Por Andalucía continúa sostenido en esos valores, es obvio que los esfuerzos deben centrarse en modelar este sujeto político de amplias bases organizativas. Se trataría de comenzar por aplicar lo que Antonio Maíllo plantea para SUMAR en Por Andalucía para, de esta forma, consolidarlo como proyecto político común de la izquierda alternativa andaluza.
Resulta esperanzador que, pese a lo dramático de la situación, existe una voluntad política y social de verse representado en un espacio como Por Andalucía.