Hace años ante un problema de garganta el tratamiento empleado con más frecuencia era la extirpación de las amígdalas. Más tarde se eliminó esta práctica como habitual, pero para entonces ya había muchos niños sin amígdalas. Boris Pérez no era uno de ellos, pero recordaba la situación.Ya de mayor cuentan que ante una afección de garganta que no remitía, decidió ir al médico de urgencias en una clínica privada. Estaba sentado frente al médico que desde el sillón de su despacho le cuestionaba: “dolor de garganta, ¿y cree usted que por un dolor de garganta hay que ir a urgencias?”. Boris lo pensó un momento y respondió: “depende de cuál, de cuánto y de por qué”. El médico esperó a que continuara su explicación. Boris prosiguió: “de cuál garganta, porque para mi la mía es más urgente que las de otras personas; de cuánto duela la garganta, y aunque esto es algo subjetivo, a mí me duele mucho; y también depende de por qué duela la garganta, así por ejemplo si el motivo es un hachazo, el caso sería de extrema urgencia”.El médico preguntó: “¿a usted le han dado con un hacha en la garganta?”. Boris dijo que no, que era un ejemplo y que él por principio se mantiene alejado de objetos peligrosos cuyo nombre acabe en “cha”, como un hacha o una plancha. El médico no preguntó nada más. Por un lado a Boris le pareció bien porque le dolía la garganta, pero por otro lado pensaba que quizás no debía haber ido a urgencias. Cuando se va a la oficina de correos cada uno decide si un paquete lo envía como urgente o no, pero el sistema sanitario no debe funcionar así, aunque no hay folletos explicativos al respecto.Recibió tratamiento y también el diagnóstico por escrito: faringoamigdalitis aguda. Eso le tranquilizó. Si se trataba de un dolor agudo debía ser porque era urgente, y así se justificaba su visita a urgencias. Porque un dolor agudo es algo grave. O quizás no, porque en música los sonidos agudos y graves no son lo mismo, ¿o sí? Boris recordó en ese momento que no sabía nada de música. Pero ésa es otra historia.
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