El pasado domingo 26 de mayo participé en la VI Cumbre Mundial de la Libertad, organizada por la OMPEI (Organización Médica Peruana de Investigación) y la Sociedad de la Libertad y dentro de la mesa con el título «Crimen Organizado».
Esta Cumbre se ha desarrollado durante los días 24, 25 y 26 de mayo bajo el lema de «Amenazas a la vida, la libertad y la propiedad» y estuvo enmarcada por la oposición y rechazo total a las enmiendas al RSI y al Tratado pandémico de la OMS. Fue retransmitida a través de la plataforma Youtube y, como no era de extrañar, el vídeo de la jornada del domingo no ha durado mucho.
Por las declaraciones del propio Órgano de Negociación Intergubernamental y del Director General de la OMS, parece que el «Tratado (o Acuerdo) sobre Pandemias» no ha recabado el consenso necesario como para ser aprobado en la actual Asamblea Mundial de la Salud, que ya se está celebrando en Ginebra, Suiza.
Los dos documentos han sido negociados por los representantes de los Estados miembros en condiciones de total opacidad. No han sido comunicadas ni la identidad de estas personas ni los contenidos a negociar, ni los mandatos que llevan de los gobiernos.
¡Viva la tan cacareada transparencia!
Todo se está ejecutando a espaldas de la población y bajo la batuta de la OMS. No se trata de una operación política, no se trata de buscar entre todos la salud y el bien común de la población mundial. Entonces, ¿de qué trata este montaje?
El título de esta mesa es un poco escalofriante para un médico de a pie como yo: «Crimen Organizado». Las dos palabras que componen el rótulo de la mesa son bastante claras. No hay confusión posible en cuanto a su significado.
Creo que con este título queda meridianamente claro de qué va todo este tinglado auspiciado por la OMS. Ateniéndome al
diccionario de la RAE, tenemos un sustantivo («crimen»), que denota como poco un delito, y un adjetivo («organizado») que colorea el concepto anterior como una estructura orgánica, viva, que puede ejecutarse sistemáticamente por una corporación, en este caso la OMS.
Sinceramente, me da la sensación de que esta historia me va superando con el tiempo. Creo que fui de las pocas personas que, en su día, se leyó los borradores de los dos documentos de la OMS. Y como no podía ser menos, elaboré sendos escritos (1y 2) mostrando una serie de cuestiones de su contenido que, a mi modo de ver, no eran aceptables.
Pero las diversas reuniones del Órgano de Negociación Intergubernamental (INB) han dado como resultado distintos borradores de los documentos y, la verdad sea dicha, ni he tenido el tiempo ni la moral suficiente como para estudiarlos.
Sí que he seguido la pista a personas que lo han hecho y me ha llegado que las posiciones iniciales desde las que partía la OMS se han ido dulcificando o moderando.
Parece que ya no se puede aducir que, en la literalidad de los documentos, la OMS vaya a anular la soberanía sanitaria de las naciones o de la población… pero sigue reconociéndose la OMS como «la autoridad que dirige y coordina el trabajo de salud internacional».
¿Quién le ha otorgado esa representatividad?
No es mi deseo darle más vueltas a las mismas cosas una y otra vez. Y, además, estamos en la mesa sobre el tema «Crimen organizado».
Da la impresión de que es la mesa con contenidos más conspiranoicos. Pero lo importante es que no es una teoría sino la pura realidad que nos rodea allá donde miremos. Y no, no estoy paranoico.
El tema trata, ni más ni menos, de un complot, un plan estructurado por vaya a saber usted quién, aunque sus cabezas
visibles sean los Tedros de turno y sus «financiadores filantrópicos» con aroma a farmacia.
A mi modo de ver, se observan diversos flecos en la trama, y la salud se ha colocado como la gran excusa para poner patas arriba a la humanidad debido a la pandemia de turno.
Apenas hemos salido de una que ha costado muchas vidas, mucho sufrimiento y que ha sido el entrenamiento perfecto, bien aprovechado, para la domesticación social, y ya están dando aliento a otra, bien impulsada por un bicho aviar o por el que se ponga más a tiro de los laboratorios de guerra biológica.
Puede ser ya integrado, al menos en las mentes de las personas no adoctrinadas por el mensaje uniforme de la «única verdad posible», que el origen de este mal sueño de cuatro años atrás no fue un salto natural de un bicho de la naturaleza anidado en una especie de mamíferos hasta la especie humana.
Sólo hace falta seguir la trama de los hechos, con sus sincronías y coincidencias temáticas. Por ejemplo, recomiendo vivamente los editoriales de Diario 16+ de fechas 12, 18y 26de este mes de mayo. El titular de la saga es «Desmantelar la OMS, una urgencia democrática».
Si podemos identificar las diferentes piezas del rompecabezas y las relacionamos en el tiempo, de lo que se trata en primera instancia es de un genocidio, una atrocidad planeada, arengada y ejecutada por mentes retorcidas, sin rastro de sangre humana en sus venas.
¿Cuál es la finalidad de este plan organizado por quien sea que esté detrás de los monigotes que conocemos? Sinceramente, lo desconozco, pero no pinta nada bien para el conjunto de la humanidad.
Sólo sé que veo un suceder de hechos de forma paralela en la misma dirección: un control digital de los ciudadanos, una limitación de derechos individuales como el de movilidad, expresión, igualdad ante la justicia; el hundimiento del sector primario (agricultura, ganadería y pesca) con la consiguiente escasez de alimentos, la instauración de la paranoia climática
provocada por el CO2 con la consiguiente deriva hacia el control de la huella de carbono y la proliferación de energías aparentemente más limpias… pero bastante más caras.
Y revoloteando en el horizonte, como casi siempre, el peligro de una guerra. Al final, quién contra quién es lo de menos. Lo que se busca es la permanencia del miedo a la vez que se propicia el vaciamiento lucrativo de los stocks en los almacenes de la industria armamentista.
Ayudamos a destruir (ganando mucho dinero)… y luego ayudamos a reconstruir (tanto de forma activa como prestando el dinero necesario). Un claro ejemplo es la presión que está ejerciendo ahora mismito el todo poderoso fondo de inversión BlackRock, top de los tops donde los haya, con la devolución de los préstamos a Ucrania... junto a los intereses oportunos, claro. Un negocio redondo.
Pero no nos engañemos. El tema no es económico. Quien sea el que esté en la cúspide del plan ya tiene todo el dinero del mundo y está en posesión también de la máquina de los billetes.
Repito que no tengo las respuestas a las preguntas finales sobre quién, por qué y para qué, pero sólo con ver lo que observo a mi alrededor y cómo van sucediéndose los hechos me es suficiente como para posicionarme frente a este complot de la OMS.
Están estimulando la actividad de laboratorios de guerra biológica disfrazados de laboratorios científicos bienintencionados que lo único que muestran de cara al público es su deseo de librarnos de unos bichos que, por otro lado, no existen en la naturaleza y que difícilmente pasarían a los humanos si no los fabricaran en sus laboratorios.
Están favoreciendo la aparición de la nada, por arte de birlibirloque, de nuevos gérmenes con características más invasivas y con más mala leche, con la capacidad de poner al ser humano contra las cuerdas de la supervivencia. ¿Esto no es entonces un plan organizado criminal?
Y para cercenar más, si cabe, la posibilidad de defender nuestra soberanía, los propios documentos de la OMS permiten que haya estructuras supranacionales que decidan por nosotros. En el caso de España, la Unión Europea se encargaría de evitar que nos calentáramos la cabeza a la hora de tomar decisiones al respecto. Nótese la ironía.
La Comisión Europea está comandada actualmente por la señora Von Der Layen, que es la persona que negoció y compró sin luz ni taquígrafos y sin documentación de la otra parte, la industria farmacéutica, la friolera de 4.600 millones de inoculaciones venenosas por valor de 71.000 millones de euros. Son datos del Tribunal de Cuentas Europeo de 2022.
Y esto para los 447 millones de europeos de aquel entonces. Así que el plan era, por lo menos inicialmente, tener disponibles 10 inoculaciones para cada europeo.
La Comisión Europea a la que me refería es uno de los ejemplos de estructura supranacional que podrá tomar decisiones en nombre de todos los países integrados en la Unión Europea. Y todos los habitantes de Europa hipotéticamente tendríamos que agachar la cabeza y decir a coro «amén». Al menos eso es lo que pretenden.
¡Pues va a ser que no!
Aunque nuestros gobiernos lo acaten de buen grado e incluso den un paso al frente, hinchando pecho, para mostrar lo obedientes que son ante esa élite que sigue maquinando su plan oscuro, no nos vamos a callar.
Voy a aprovechar la ocasión para agradecer la valentía de unos pocos mandatarios que se han atrevido a lo largo de este proceso a mostrar su oposición a esa estructura del crimen organizado... y así les ha ido: los presidentes de Burundi, Tanzania y Haití y el recientemente tiroteado primer ministro de Eslovaquia.
No es fácil tener las agallas suficientes como para arriesgar sus vidas ante la villanía, la vileza de unas mentes criminales carentes de escrúpulos. Tanto que cuesta catalogarlos como seres humanos.
Como en cualquier organización sectaria, y los «malotes» de la OMS también lo son, no es fácil salirse de los compromisos adquiridos. Se resuelve también en estos documentos que se necesitarían en realidad tres años para poder salirse «de facto» del acuerdo firmado anteriormente. ¡Algo inaudito e incomprensible!
Desconozco qué deparará la 77ª Asamblea Mundial de la Salud, qué se decidirá sobre los documentos de marras pero lo que sí sé es que, tal y como están planteados, no nos llevarían a la mejora de la salud de la población mundial. Y éste debería ser el primer gran objetivo de la OMS.
En cuanto a la importancia de las enfermedades infecciosas (malaria, tuberculosis, síndromes de inmunodeficiencia), todavía hoy en día provocadoras de gran mortalidad en el mundo «menos desarrollado», se podrían evitar desde la mejora de las condiciones sociales, agua y alimentos en condiciones, eliminación de las tensiones de guerra, en las que vive una gran parte de la población mundial.
Otra de los grandes causas de enfermedad y muerte, éstas ya más en el mundo llamado «desarrollado», son las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Éstas se podrían evitar, o al menos amortiguar, desde una educación para vivir, con medidas de control sobre la industria alimentaria y sobre las emisiones de productos químicos y redes electromagnéticas.
Es hacia allí donde se deben enfocar ingentes cantidades de dinero y no hacia la fabricación de vacunas sin garantías de eficiencia y salubridad ni hacia la implantación de medidas coercitivas sobre la población.
A toda esta realidad se le puede llamar literalmente «crimen organizado». Mientras las élites continúen por esta senda distópica, intentando mantener el yugo sobre la mayoría de las personas, seguiremos fieles a nuestras convicciones como servidores del ser humano.
¡Viva la libertad!
¡Stop a la OMS!
¡Fuera de la OMS!
Salud para ti y los tuyos.