Ábalos pasó ayer por la comisión de investigación del Senado por el caso Koldo. Y no hubo demasiados cambios respecto al hombre que, semanas atrás, anunció su migración al Grupo Mixto tras asegurar que ya no tiene coche oficial, ni secretaria, ni nada, y que está solo. El personaje del abandonado por el mundo que va dando pena por ahí y que ya confía únicamente en la Justicia, luchando contra todo y contra todos,a pecho descubierto, sigue funcionando en las situaciones más apuradas. Siempre que el actor sepa interpretar su papel. Y Ábalos va sobrado de método Stanislavski y de dominio de la escena.
Ahora bien, ¿ha convencido el extitular de Transportes al pueblo español? No parece. Ayer defendió la compra de mascarillas en lo peor de la pandemia mientras la oposición trataba de presentarlo, infructuosamente y sin pruebas concluyentes, como jefe de una compleja trama que se enriqueció con las comisiones y mordidas a través de Soluciones de Gestión, esa misteriosa empresa relacionada con su exasesor, Koldo García, el subalterno que lo metió en el lío y a quien él trata como a una especie de chico de los recados. ¿Recados de qué, para quién, por qué? Demasiadas preguntas sin respuestas.
José Luis Ábalos reconoció que no llegó a hacer seguimiento de ninguna compra de material sanitario durante la pandemia e incidió en que la gestión de todas las adquisiciones de material las hacía el subsecretario, Jesús Manuel Gómez García, en el cargo desde 2018. Es decir, el manido pero siempre efectista yo no sé nada, eso lo llevaba otro, pregunte usted en otro negociado. Escasa explicación para un político que ostentaba mucho poder en el Gobierno de coalición y que, en teoría, debía saber todo lo que se movía por los despachos ministeriales. ¿No sospechó nada raro cuando los Aldama y compañía, la cuadrilla de conseguidores y estraperlistas de las mascarillas se movían por las altas esferas como Pedro por su casa (y perdón por lo de Pedro)? Pues por lo visto no.
Además, Ábalos explicó que su entonces asesor no formaba parte del equipo de seguimiento de la pandemia. Pues para no formar parte, daba la sensación de controlar todo el cotarro, tal como se desprende del atestado de la UCO. El exministro, expulsado del grupo socialista, se limitó a mantener el tipo en una comisión que ha despertado gran expectación mediática, aunque, según él, todo esto es una performance porque está siendo sometido a un “juicio paralelo”. El “principio acusatorio se extiende como a uno le da la gana”, bromeó. Acto seguido, recordó que él confiaba en su subsecretario, que era con quien despachaba y a quien le encargó la gestión de todos los contratos: “Fue quien derivó todas las contrataciones”, añadió tras negar que tuviera conocimiento de las compras realizadas por la empresa Soluciones de Gestión.Esta declaración deja en mal lugar a su subordinado, un hombre que hasta ahora había pasado desapercibido en el caso. Echarle el marrón al de abajo, como suele decirse vulgarmente, no es elegante, pero Ábalos no está para florituras ni altruismos. Cada palo que aguante su vela. Toca salvar el pellejo como sea, salir indemne de esto, y en esas está.
“Estaba satisfecho de toda esa gestión, porque permitió tener material, y a un precio sensiblemente inferior”, se limitó a contestar el exministro tras aseverar que “aunque se flexibilizaron las contrataciones no se hicieron al margen de la ley”. En todo momento se mostró tranquilo y confiado, con ese aplomo del nacido en el Mediterráneo que se pasea tranquilamente por la playa, mojándose los pies tras meterse una buena paella entre pecho y espalda. Hasta se permitió bromear con la supuesta droga que, según la caverna, se movió con la llegada de la vicepresidenta venelozana, Delcy Rodríguez, al aeropuerto de Barajas: “Llene 40 maletas de coca e intente despegar”, ironizó con retranca. “No existieron las maletas. Fue un bulo tremendamente instalado. Lo único que llevaba era un equipaje personal, que igual que entró, salió al avión de Doha. Esto escapa a toda lógica racional”, dijo zanjando la cuestión.
Pero quedaba la pregunta más importante: su relación peligrosa con Koldo García, tanto personal como profesional. Ábalos confirmó que lo nombró asesor recomendado por Santos Cerdán, y que su relación se estrechó, no por su trabajo en el ministerio, sino porque le llevaba en coche a los actos de partido. O sea, la historia del chófer mudito y fiel que ve, oye y calla. No obstante, aseguró que nunca le encargó a Koldo que buscara mascarillas, y añadió que el asesor no tenía ningún poder directivo. Es más, Ábalos ha llegado a dudar de que realmente exista un caso de corrupción. “Yo no me voy a poner en plan juez ni voy a menoscabar el derecho a la defensa de nadie.Yo no voy a ratificar la existencia de ninguna trama”,insistió a preguntas del senador del PP Luis Santamaría, a quien se vio algo cortado o falto de pericia, permitiendo que se le escapara la pieza grande de la cacería. Todo lo contrario que al interrogado, que estaba en su salsa y solo le faltaba pedirse una caña.
“Es difícil creer que Koldo fuera el cerebro de la trama”, agregó Ábalos. Una sentencia tirada con algo de mala leche, ya que de ella parece desprenderse que el exministro no ve a su ayudante, el obediente aizcolari socialista, con luces suficientes ni como cabeza pensante de nada. El exministro aseguró que no conoció ni se reunió con ningún miembro de la trama, y dijo desconocer que su asesor pudiera estar enriqueciéndose. En resumen, Ábalos no vio ni notó nada raro, pese a que, a su alrededor, se estaban levantando pequeños emporios con casas y apartamentos, cuentas corrientes, coches de alta gama y lujos varios. Un festival del dinero y del negocio, tal como consta en el informe de la Guardia Civil.
Ábalos pasó por el Senado con más pena que gloria, sin profundizar en nada, sin llamar la atención, que es lo que pretendía. Ni siquiera entró en cómo se concedían los contratos y adjudicaciones ministeriales, algo lógico por otra parte, ya que de momento no figura investigado en ningún sumario. Así que, con las mismas, y tras lamentar su expulsión del PSOE (chinita a Sánchez) se levantó de la silla, se ajustó la chaqueta caballerosamente y salió de una comisión tan absurda e inútil como se preveía en un primer momento. Primer round de puro trámite. Misión cumplida y a Todo es mentiracon Risto que, hoy por hoy, es lo que le da cámara y de comer.