Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a protagonizar una escena de propaganda política con acusaciones incendiarias y sin sustento. Desde Quito, en un viaje oficial que coincide sospechosamente con la comparecencia judicial de su pareja por presuntos delitos fiscales y corrupción, la presidenta de la Comunidad de Madrid ha atacado al presidente Pedro Sánchez por su visita a China. Ayuso ha asegurado que Sánchez actúa por libre, que nadie le ha pedido representar a Europa, y que está “entregando los intereses de España al comunismo chino”.
Acusaciones sin fundamento en un momento crítico
Pero los hechos desmienten tajantemente sus palabras. La visita del presidente del Gobierno está plenamente coordinada con la Comisión Europea. La portavoz comunitaria Paula Pinho lo dejó claro esta semana: Sánchez ha intercambiado mensajes y puntos de vista con la presidenta Ursula von der Leyen antes de su viaje, en un momento especialmente delicado para las relaciones internacionales, marcado por la amenaza arancelaria de Donald Trump. Una visita institucional, económica y diplomática no improvisada, pensada para proteger los intereses de las empresas españolas en Asia.
Ayuso, en su cruzada liberal, repite el guion de Vox
En lugar de reconocer la importancia de la coordinación internacional, Ayuso ha preferido retomar el discurso de la extrema derecha: agitar el miedo al comunismo, deslegitimar la acción exterior del Gobierno y presentarse como una mártir del "liberalismo" frente al “totalitarismo socialista”. "Sánchez quiere erigirse como portavoz que nadie le ha pedido, entregarnos al comunismo chino", declaró, usando un lenguaje que recuerda más a un mitin de Vox que a una intervención institucional desde el extranjero.
El verdadero problema no está en China, sino mucho más cerca. Mientras arremete contra un supuesto sometimiento del Gobierno a potencias extranjeras, Ayuso calla sobre la investigación que rodea a su pareja, Alberto González Amador, acusado de haber defraudado a Hacienda y de haberse beneficiado de contratos con el Grupo Quirón, adjudicatario preferente en la sanidad madrileña. Todo esto ocurre en plena tormenta política y judicial, y Ayuso elige como destino Ecuador, donde firma acuerdos mientras evita los micrófonos en Madrid.
Sánchez no va solo: va con Europa
Frente al ruido, los datos. El viaje del presidente del Gobierno a China y Vietnam responde a una estrategia común europea. La UE considera a China un socio económico, un competidor y un rival sistémico, lo que obliga a un equilibrio diplomático constante. Sánchez no ha ido a entregar nada, sino a defender los intereses comerciales de España, intentando abrir puertas a empresas de sectores estratégicos como el agroalimentario, el farmacéutico o el cosmético. Todo ello en un contexto global cada vez más complejo, marcado por la reactivación del proteccionismo estadounidense y la necesidad urgente de diversificar mercados.
La acusación de que Sánchez busca “lavar su imagen” es una cortina de humo con un propósito evidente: tapar los escándalos que cercan a Ayuso. Es ella quien va por libre, quien lanza afirmaciones sin pruebas, quien incendia el debate público mientras el mundo vive momentos de enorme tensión geopolítica.
Ecuador como refugio, no como misión
Desde el Gobierno madrileño insisten en que la visita a Ecuador estaba programada. Pero la coincidencia con la declaración judicial de González Amador no ha pasado desapercibida. La justicia investiga no solo delitos fiscales, sino también una presunta red de favores vinculada a la adjudicación de contratos públicos. Una comparecencia clave, a la que la presidenta no estará presente, como ya ha hecho otras veces cuando las noticias judiciales apuntaban directamente a su entorno más cercano.
Mientras Ayuso firma protocolos en Quito, se desentiende del debate nacional y lanza mensajes que solo buscan alimentar la crispación. Su estrategia es clara: agitar fantasmas y sembrar dudas para que no se hable de lo importante, de lo que la afecta directamente. No le interesa Europa, ni China, ni la estabilidad económica del país. Solo su imagen, su relato, su versión.
Ayuso, presidenta de todos... pero no para todos
Lejos de mantener una postura institucional y neutral como corresponde a una presidenta autonómica en viaje oficial, Isabel Díaz Ayuso ha mostrado públicamente su apoyo al actual presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, candidato de la derecha en una de las elecciones más reñidas de la historia reciente del país. Lo ha hecho sin matices, olvidando que representa a todos los madrileños, no solo a una parte. Este gesto, que puede parecer simbólico, es una intromisión inaceptable en la política interna de un país soberano y un desprecio hacia la otra mitad del electorado ecuatoriano, que apoya a la candidata progresista Luisa González. Ayuso no viaja como líder del PP, sino como presidenta de una comunidad autónoma, y su obligación era mantener una actitud institucional, no convertirse en altavoz de la derecha latinoamericana.
¿Y el PP? Entre dos aguas
La postura del Partido Popular es cada vez más incómoda. Mientras su presidenta madrileña repite las consignas de Vox sobre el comunismo chino y la "entrega" de España, su líder nacional, Alberto Núñez Feijóo, intenta presentarse como un político responsable que tiende la mano ante la guerra arancelaria abierta por Trump. Feijóo ha propuesto diez medidas para hacer frente al desafío y ha pedido unidad nacional, en un gesto que contrasta con la actitud destructiva de Ayuso.
Desde Sumar e Izquierda Unida han exigido a Feijóo que aclare si está con Europa o con la ultraderecha. Porque el Partido Popular no puede seguir jugando a dos bandas: pactando con Vox en los gobiernos autonómicos mientras critica su agenda en Bruselas. Y menos aún puede permitirse callar ante los exabruptos de su principal figura regional, que está cruzando todas las líneas.
Una falsa defensora de la libertad
Ayuso dice defender la libertad. Pero en su boca, “libertad” significa impunidad para quienes están siendo investigados, desinformación para la ciudadanía y desprecio por las instituciones. Se autoproclama guardiana del mundo libre, justo cuando ese mundo se tambalea por dentro y por fuera. Mientras Europa busca cohesión y respuesta común ante el desafío estadounidense y el avance autoritario, ella juega a destruir puentes y repetir bulos.
Ni el viaje de Sánchez fue improvisado, ni sus objetivos son personales. Sí lo son, en cambio, las palabras de una presidenta autonómica que se comporta como candidata eterna y agitadora profesional. Ayuso no va a Ecuador por España: va a proteger su trinchera. Y no ataca a Sánchez por China: lo hace para que no se hable de lo que de verdad le incomoda.