Pedro Sánchez ha preparado cuidadosamente su inminente viaje a China, concertando previamente sus mensajes con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Este gesto revela una voluntad política de alinear posturas dentro de la Unión Europea en un momento especialmente delicado en el terreno comercial internacional.
La portavoz comunitaria, Paula Pinho, confirmó desde Bruselas que existe un intercambio habitual de puntos de vista entre Von der Leyen y los líderes europeos antes de desplazamientos clave. En este caso, la reunión que Sánchez mantendrá con el presidente chino, Xi Jinping, ha sido objeto de esta coordinación para reforzar una posición europea conjunta, especialmente tras el anuncio de nuevos aranceles por parte de Estados Unidos contra la UE, medida impulsada por el presidente Donald Trump.
Fuentes de Moncloa insisten en que el viaje del presidente español está alineado con la estrategia europea, recordando que Bruselas define a China como un "socio, competidor y rival sistémico". En este sentido, niegan que la visita de Sánchez busque alterar ese delicado equilibrio, sino más bien consolidar relaciones económicas con objetivos concretos.
La gira de Sánchez por Asia, que incluye también una parada en Vietnam, tiene un marcado carácter económico. El Ejecutivo español pretende reducir el desequilibrio comercial con ambos países, donde actualmente las exportaciones superan ampliamente a las importaciones españolas. Para ello, el Gobierno confía en abrir nuevas oportunidades en sectores clave como el farmacéutico, el cosmético y el agroalimentario.
Desde la Comisión Europea se ha subrayado que ningún jefe de Gobierno representa a Bruselas en sus viajes exteriores, pero se valora positivamente el esfuerzo de coordinación demostrado por el Ejecutivo español. En un contexto internacional de creciente proteccionismo, especialmente desde Washington, la unidad de mensaje entre socios europeos adquiere un peso estratégico creciente.
Esta visita no solo busca fortalecer las relaciones bilaterales con China, sino también posicionar a España como un actor relevante dentro de la política comercial común europea, en un momento en que las reglas del comercio global se reconfiguran bajo nuevas presiones.