Durante un acto en Madrid, Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha emitido una serie de comentarios polémicos que han desatado un fuerte debate sobre el papel de las instituciones y el feminismo en la defensa de las víctimas de violencia machista. En un discurso que apuntaba a la falta de manifestaciones recientes por las denuncias contra figuras políticas de la izquierda, como Íñigo Errejón, cuestionó lo que considera un uso partidista del movimiento feminista, dejando caer que “se utiliza a la mujer” cuando conviene políticamente, mientras que otros casos son silenciados. Estas declaraciones han levantado ampollas en un contexto donde las mujeres, que sufren violencia de género y abusos, reclaman que su dolor no sea explotado como arma política.
Un cuestionamiento al feminismo
Ayuso afirmó que “no se puede dejar gobernar a cualquier precio” y que los pactos “contra natura” han resultado en un desprestigio de la historia de todos los españoles. A pesar de que sus palabras mencionaron problemas generales en la política española, el tono de su mensaje se centró en la crítica al movimiento feminista, del cual su partido, el Partido Popular, ha mantenido una postura ambivalente, oscilando entre el apoyo a algunas medidas de protección de las mujeres y el rechazo a otras iniciativas como el Pacto de Estado contra la Violencia de Género. Según Ayuso, no se han organizado manifestaciones recientes en apoyo a las víctimas “dependiendo de quién comete los casos,” una afirmación que muchos han interpretado como un ataque hacia los colectivos feministas, a los que acusa de hipocresía y de reaccionar de forma selectiva según el agresor.
Con este discurso, Ayuso deja entrever una crítica hacia las iniciativas feministas, particularmente hacia aquellas que buscan poner en el centro a las víctimas de violencia machista, al señalar que el movimiento responde con mayor contundencia cuando los agresores provienen de determinados espacios políticos. La presidenta sugiere que se utiliza el dolor de las víctimas para servir intereses partidistas, una afirmación que, para muchos, trivializa el sufrimiento de las mujeres y resta legitimidad al esfuerzo colectivo de las organizaciones feministas que luchan contra la violencia de género.
Feminismo y política
Las declaraciones de Ayuso buscan capitalizar el malestar entre quienes consideran que las respuestas sociales a los casos de violencia machista varían según el contexto político. Sin embargo, muchas voces feministas han respondido, recordando que el movimiento no debe ser politizado en beneficio de nadie, y que el sufrimiento de las víctimas debería estar siempre en el centro del debate. Para estos colectivos, el feminismo es una herramienta de justicia social que trasciende la política de partido y busca soluciones efectivas a un problema estructural que afecta a mujeres de todos los orígenes.
La Federación de Mujeres Progresistas respondió a estas declaraciones señalando que “instrumentalizar la violencia de género y la lucha feminista es un acto de irresponsabilidad y falta de respeto hacia las víctimas”. Añaden que la lucha feminista, aunque en ocasiones haya tenido desencuentros con algunos sectores políticos, ha sido históricamente transversal y que sus acciones están orientadas exclusivamente hacia la protección de los derechos de las mujeres. Según una portavoz de la organización, “las mujeres no son ni de izquierda ni de derecha cuando sufren violencia. Merecen respeto, apoyo y, sobre todo, justicia”.
Víctimas en el centro del debate
A lo largo de las últimas semanas, Ayuso ha protagonizado varios discursos en los que denuncia lo que llama “una doble vara de medir” en la reacción ante los casos de violencia de género. Sin embargo, es crucial recordar que las víctimas de estos casos son quienes deben estar en el centro del debate, y que la función de las instituciones es protegerlas sin importar las circunstancias políticas de los agresores. Ayuso, en su intento por cuestionar al feminismo, corre el riesgo de trivializar el trauma de las víctimas, al presentar el apoyo a las mujeres como una cuestión de conveniencia política. Esta postura ha sido duramente criticada por organizaciones de derechos humanos, que insisten en que la violencia machista es un problema estructural que debe abordarse desde el compromiso y el respeto a las víctimas.
En cuanto a las acusaciones que Ayuso dirige hacia la izquierda, según la cual algunas figuras políticas como Íñigo Errejón no han sido suficientemente condenadas, varios representantes feministas han respondido destacando que la justicia no debe depender de ideologías. La defensa de las víctimas no debería estar sujeta a cálculos políticos, sino que debería ser una política de Estado transversal. Desde la Fundación Mujeres recalcaron que “la violencia contra las mujeres no conoce ideologías, y politizar el apoyo a las víctimas solo profundiza su sufrimiento”.
Respeto y la justicia
Para muchas activistas, la violencia de género es un problema que necesita de un enfoque empático y de una respuesta institucional que no ponga en cuestión la integridad y la sinceridad del movimiento feminista. La presidenta madrileña ha generado un eco de polémica que, lejos de fortalecer la justicia para las víctimas, parece abonar a la desconfianza y la instrumentalización de una lucha que lleva décadas buscando erradicar la violencia de género. Ante esto, el feminismo continúa su batalla con una claridad inquebrantable: proteger a las mujeres sin importar los intereses de quien esté en el poder.