Isabel Díaz Ayuso ha vuelto a hacer de la confrontación su estrategia política, pero esta vez con un giro inesperado: el victimismo. En una reciente entrevista en Telecinco, la presidenta de la Comunidad de Madrid se ha colocado en el centro de una supuesta persecución por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, al que acusa de orquestar una "operación de Estado" en su contra. "Me quieren destruir", ha afirmado sin tapujos, después de calificar el congreso del PSOE-M como un "congreso del odio".
La estrategia de Ayuso no es nueva, pero en esta ocasión ha ido un paso más allá. No solo ha denunciado una "campaña" en su contra, sino que ha asegurado que el Gobierno está detraído recursos de Madrid para "dopar" a Cataluña y favorecer a Salvador Illa. En un intento de marcar perfil ante el nuevo presidente de la Generalitat, Ayuso ha desafiado al líder del PSC a debatir en televisión sobre el modelo de financiación autonómica, insinuando que los madrileños están financiando los privilegios fiscales de Cataluña.
De acusadora a acusada: la estrategia de la persecución
La presidenta madrileña lleva meses denunciando lo que considera una "caza" contra su persona. Esta retórica se ha intensificado con la investigación sobre su pareja, Alberto González Amador, por fraude fiscal. Según Ayuso, Moncloa "ha cogido como rehén" a su pareja para atacarla indirectamente, sin ofrecer pruebas que sustenten esa afirmación.
Las declaraciones más controvertidas han sido sus alusiones a un supuesto espionaje por parte del Gobierno. La presidenta madrileña aseguró que sus mensajes de WhatsApp con Pedro Sánchez han "desaparecido misteriosamente" y sugirió que Moncloa podría estar detras de ello. "No sé qué programas informáticos están utilizando, pero sólo sé que el chat que tenía con Sánchez ya no está", afirmó.
Las insinuaciones de Ayuso sobre un posible espionaje desde el Ejecutivo central han sido recibidas con escepticismo, incluso dentro de su propio partido. Mientras algunos dirigentes del PP se alinean con su discurso, otros consideran que sus acusaciones son arriesgadas y pueden restar credibilidad a la oposición en un momento en el que el caso Koldo está golpeando al Gobierno.
El debate con Illa: una cortina de humo
En paralelo a sus denuncias contra Sánchez, Ayuso ha aprovechado su intervención mediática para desafiar a Salvador Illa a un debate público sobre la financiación autonómica. "Que venga a este plató, nos sentamos y hablamos con tranquilidad y con la verdad por delante", ha retado. Según la presidenta madrileña, el Gobierno de Sánchez "dopa" a la Generalitat con beneficios fiscales mientras castiga a Madrid.
El discurso de Ayuso sobre la financiación autonómica omite ciertos matices. Madrid es la comunidad que más aporta al sistema de solidaridad interterritorial, pero también es la que recibe mayores beneficios fiscales gracias a su política de bonificaciones. La presidenta evita mencionar que el modelo de financiación autonómica no lo define el Ejecutivo central, sino un acuerdo entre todas las comunidades.
El planteamiento de Ayuso en este debate parece más un intento de reforzar su liderazgo dentro del PP que una verdadera iniciativa de diálogo. La presidenta madrileña busca situarse como la voz más beligerante contra el Ejecutivo, desplazando incluso a Alberto Nuñez Feijóo en la estrategia de oposición.
El giro de Ayuso: de la confrontación al victimismo
Díaz Ayuso ha construido su carrera política a base de la confrontación directa con el Gobierno central. Sin embargo, su nueva narrativa introduce un matiz: ella no solo es la que denuncia, sino también la que sufre. Su estrategia recuerda a la utilizada por el propio Sánchez cuando denuncia "bulos" y "persecuciones" por parte de la derecha. En este sentido, Ayuso parece haberse apropiado de la misma táctica que critica en su adversario.
La presidenta de Madrid se presenta ahora como una política atacada por "el aparato del Estado" y por unos medios de comunicación que, según ella, trabajan en su contra. Este discurso le permite cohesionar a su electorado más fiel, pero también corre el riesgo de alejar a los sectores más moderados del PP.
En definitiva, Ayuso ha dado un nuevo giro a su discurso, pasando de la agresividad pura a una combinación de ataque y victimismo. La pregunta es si esta estrategia le resultará efectiva a largo plazo o si, por el contrario, terminará desgastando su imagen pública. Por ahora, lo único claro es que la confrontación sigue siendo su principal herramienta política.