En un momento de la comisión parlamentaria de investigación sobre las cloacas del Estado, la Operación Cataluña y la Policía Patriótica, el diputado Legarda Uriarte, del Grupo Vasco, preguntó al comisario Marcelino Martín-Blas, jefe de Asuntos Internos, por la “famosa” Brigada de Revisión de Casos que puso en marcha el Partido Popular en tiempos de Mariano Rajoy y del ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. En ese momento, el policía respondió con tono entre sorprendido y afectado: “¿Qué?”. “Sí, la brigada de revisión de casos que creó el Partido Popular en la Policía”, insistió el diputado.
El comisario se sintió incómodo y trató de responder: “Yo no he dicho que se llamara así, porque no lo sé, pero ese era el objetivo”. “Sí, nos acordamos”, sentenció el diputado. Martín-Blas hizo un requiebro y trató de volver al asunto de las investigaciones por corrupción contra líderes políticos de la antigua Convergencia, el partido de Jordi Pujol que terminó implosionando en medio de un aluvión de escándalos de todo tipo antes de ponerse en marcha el procés de independencia de Cataluña. “Entonces, entre esa documentación revisan lo del tres per cent, porque era una información que llevaba parada algún tiempo...”, explica el comisario tratando de cambiar de tercio.
¿Pero qué era la “famosa” Brigada de Análisis y Revisión de Casos (BARC), esa misteriosa unidad de la que apenas se sabe nada? Fue un grupo policial creado por el anterior jefe operativo del cuerpo, Eugenio Pino, y que elaboró informes sobre procedimientos policiales de casos como el 11M, Marta del Castillo o el Faisán. Es decir, una división que buscaba darle una vuelta a la investigación de asuntos que habían resultado polémicos o conflictivos. La Dirección Adjunta Operativa (DAO) de la Policía Nacional la terminó disolviendo en el año 2017 en medio del escándalo de la Policía Patriótica.
Fuentes policiales explicaron en su día a la Agencia Efe que el nuevo jefe operativo de la Policía, Florentino Villabona, adoptó la decisión de eliminar la BARC y comunicó a su responsable que los funcionarios pasaran a disposición de la División de Personal para que se les asignara un nuevo destino. La decisión se produjo apenas 24 horas después de que el propio exDAO Eugenio Pino, que creó esta brigada a mediados de 2015, revelara en una entrevista con el diario El Mundo que él fue quien dio la orden de encargar a esta unidad compuesta por “doce o trece” funcionarios averiguar qué había pasado en el 11M, el Faisán y en el crimen de Marta del Castillo. El resultado fueron tres voluminosos informes que la Policía mantuvo en secreto y que Pino pidió en esa entrevista que fuesen “desclasificados”.
Pero el asunto principal de aquella brigada secreta fue, sin duda, el 11M. Fue precisamente El Mundo quien fabricó la famosa teoría de la conspiración alternativa a la versión oficial, mediante la cual los atentados de Atocha perpetrados el 11 de marzo de 2004 (con 192 fallecidos y más de dos mil heridos) no fueron obra de Al Qaeda en represalia por la participación de España en la guerra de Irak, sino de la banda terrorista ETA. Este bulo fue desmontado durante el juicio, pero ahora empieza a saberse que un grupo de policías “en la sombra” pudieron trabajar para afianzar la teoría de la conspiración y la manipulación informativa puesta en marcha por Aznar a las puertas de las elecciones generales que finalmente dieron la victoria a José Luis Rodríguez Zapatero.
Las fuentes consultadas aclaran que esta brigada no tenía como objetivo revisar causas ya juzgadas, sino analizar los procedimientos y técnicas policiales empleadas para la resolución de unos casos determinados. El propósito era discernir si había habido fallos en la actuación policial y, por tanto, no volver a cometerlos en futuras investigaciones. En realidad, siempre existió la sospecha de que ese grupo policial paralelo se dedicaba a fabricar informes favorables a las tesis políticas del PP, y que después se filtraban a la prensa para intoxicar a la opinión pública. Durante años, y todavía hoy, Aznar y un importante sector del PP han insistido en que fue ETA la responsable de la colocación de las bombas en los trenes de Madrid, pese a que se ha demostrado en sede judicial que la autoría llevaba el sello de una célula yihadista. Cabe recordar que apenas unas horas después de los atentados, Aznar llamó personalmente a directores de medios de comunicación para informarles de que tenía informes policiales y por tanto la certeza de que había sido ETA. El ministro del Interior, Ángel Acebes, mantuvo esa versión en los días previos a las elecciones, a pesar de que los TEDAX (el grupo de desactivación de explosivos) ya habían descartado el tipo de material detonante usado por ETA tras hallar una furgoneta con una cinta con versículos del Corán y cantidades de Goma-2 ECO, sustancia distinta a la utilizada por la banda independentista vasca. Pese a todo, la cloaca policial seguía sirviendo informes manipulados como una maquinaria imparable, informes que siempre terminaban en los mismos periódicos y portales webs de la derecha y la extrema derecha. La sentencia de la Audiencia Nacional de 2007 no halló ninguna conexión con ETA y condenó a los autores materiales y colaboradores islamistas a fuertes penas de prisión. La teoría de la conspiración no fue más que un inmenso bulo cocinado y salido de la cloaca. Pero sus autores no han pagado por ello. La Brigada está disuelta, sus componentes jubilados o a punto de hacerlo, los informes apócrifos y turbios que saltaron a los medios de comunicación enterrados, junto a otros como la operación Cataluña y el informe PISA sobre la financiación de Podemos. Y, por supuesto, los responsables políticos del montaje, impunes.
La disolución de esta brigada fue la segunda decisión de Villabona desde su nombramiento como máximo responsable operativo de la Policía. El propio Villabona ya avanzó en su discurso de toma de posesión ante la cúpula policial su intención de recuperar la confianza de los jueces en el cuerpo y de dejar “allanado” el terreno a su sucesor, ya que él tenía previsto jubilarse de forma inmediata.