Ya no se trata sólo de los «malvados» Emiliano García-Page y Javier Lambán. La oposición a Pedro Sánchez empieza a llegar desde los barones sanchistas y esto es algo que el secretario general del PSOE no tenía previsto.
Las concesiones suicidas al independentismo catalán para mantenerse en el poder han elevado el nivel de crítica, no sólo entre los barones tradicionalmente críticos, sino en el mismo sanchismo. El colmo llegó con el acuerdo con Esquerra para que Salvador Illa fuera investido presidente de la Generalitat.
El plan de Sánchez estaba muy claro. Cambiar el eje de Andalucía a Cataluña como vector principal del sostenimiento de su Secretaría General. Los resultados están ahí y son el resultado de la venganza del autócrata. Andalucía se le opuso en el pasado y ahora lo están pagando.
Sólo el sanchismo puede acabar con Pedro Sánchez y el escenario de desigualdad absoluta que ha generado para poder mantenerse en el poder ha desatado una oposición con la que no contaba.
De cara al Congreso Federal que se celebrará la semana que viene en Sevilla, al menos 6 federaciones han presentado durísimas enmiendas contra el plan de Sánchez en materia de financiación autonómica.
Evidentemente, están Castilla-La Mancha y Aragón. No obstante, aparecen Madrid, Castilla y León, Extremadura y Galicia, federaciones lideradas por Juan Lobato, Luis Tudanca, Miguel Ángel Gallardo y José Ramón Gómez Besteiro, todos sanchistas consumados.
Hay que recordar que esas 6 federaciones suponen un tercio de los militantes del PSOE. En sus enmiendas, que han sido aprobadas por la militancia, exigen que el sistema de financiación sea justo, multilateral y con criterios comunes para todas las comunidades autónomas. Es decir, que no exista ningún tipo de discriminación, como la que pretende imponer Pedro Sánchez para mantener el apoyo parlamentario de los independentistas catalanes.
En la Ponencia Marco que presentó Ferraz se muestra partidaria de una federalización de la Agencia Tributaria, es decir, que rompa la estructura centralizada. Esto es lo que necesita ahora Sánchez, aunque sea una verdadera locura.
Sin embargo, las federaciones con secretarios generales responsables, por más que vengan del sanchismo, se han opuesto con el apoyo de sus militantes. Hay que tener en cuenta que para Pedro Sánchez lo que diga la militancia no le importa nada, como ha demostrado a lo largo de una trayectoria política basada en la mitomanía más profunda.
El sanchismo contra los planes de Sánchez
La militancia de la federación madrileña, liderada por Juan Lobato, ha aprobado enmiendas en las que reclama garantizar que todas las comunidades autónomas aportan a la caja común con criterios estables y comunes. En concreto piden que el sistema de financiación responda al principio de justicia social, es decir que cada comunidad aporte conforme a su capacidad económica y reciba según sus necesidades.
Además, Madrid se opone frontalmente a la federalización de la Agencia Tributaria en una enmienda en la que se pone en valor la eficacia del actual organismo y que se garantice su centralidad.
La militancia castellanoleonesa, con Luis Tudanca a la cabeza, apuesta por una negociación multilateral del nuevo sistema de financiación autonómica. Reclaman que se tengan en cuenta cuestiones como la despoblación, el envejecimiento, la dispersión territorial y el coste efectivo de los servicios públicos.
Por su parte, la militancia de Extremadura reclama una financiación autonómica basada en la justicia social y en la igualdad cimentada por los principios de estabilidad, equilibrio y certeza.
En Galicia, las enmiendas presentadas también se oponen frontalmente al plan de Sánchez de federalizar la Agencia Tributaria advirtiendo, además, que se debe diferenciar entre un pacto entre partidos y el ideario del partido. El problema que tiene el PSOE es que ese ideario ya sólo son los caprichos y necesidades de Pedro Sánchez.
Todo el mundo sabe cuál va a ser el final: el inicio de purgas sistemáticas contra todos aquellos que han osado a oponerse a los deseos del líder supremo. Los líderes del PSOE deberían hacer caso a los sabios y, en concreto, a Robespierre cuando dijo que «cuando la tiranía se derrumba procuremos no darle tiempo para que se levante». Ya cometieron ese error una vez. En Sevilla tienen la ocasión de enmendarlo. Los españoles les aplaudirán.