El PSOE de Andalucía de Juan Espadas no es el PSOE andaluz de Susana Díaz, pero se le parece mucho en época preelectoral como la actual. A la espera del anuncio de propuestas ilusionantes para el electorado de la comunidad más poblada y la segunda más extensa, el discurso de los socialistas andaluces enarbolando la importancia de la movilización de las izquierdas para “frenar a la extrema derecha” en las urnas el próximo 19 de Junio se antoja tan inútil y estéril como el que llevó a la ex secretaria general del partido en Andalucía a lograr su victoria más amarga el 2 de diciembre de 2018, cuando por primera vez entraron diputados de Vox en un parlamento autonómico.
Hace cuatro años, la participación no llegó al 58,65% del censo electoral. Más de 2,6 millones de andaluces decidieron no ir a votar. El incremento notable de la participación respecto a 2018, algo bastante improbable por diferentes motivos, es uno de los pocos factores que decantaría la balanza hacia una mayoría de las fuerzas de izquierdas. La elección de la fecha de las elecciones por parte de Juan Manuel Moreno Bonilla a las puertas del verano y del fin del curso académico es una decidida apuesta por una baja participación.
Las encuestas de todo tipo, más o menos cocinadas a gusto del interesado, otorgan una holgada mayoría al Partido Popular de Moreno Bonilla, la última de este lunes mismo elaborada por Sigma 2 para Antena 3. Incluso se vislumbra cada vez más evidente la posibilidad de que el actual presidente andaluz, que obtuvo el peor resultado del PP en unas andaluzas en 2018, no tenga que echar mano del apoyo de la ultraderecha en el próximo ejecutivo, como ha tenido que hacer su colega de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. Bastaría su abstención para una nueva investidura de Moreno Bonilla.
La elección de la fecha de las elecciones a las puertas del verano y del fin del curso académico es una decidida apuesta por una baja participación
La clave del resultado que salga de las urnas andaluzas el próximo 19-J vuelve a estar en el índice de participación, como en 2018, aunque esta vez no queda tan claro que una importante participación redunde directamente en un buen resultado de las formaciones de izquierdas, con la que únicamente el PSOE considera que podría recuperar el gobierno en Andalucía.
El bochornoso espectáculo de la negociación in extremis y el colmo de la no inscripción a tiempo de Podemos en la lista conjunta auspiciada por la vicepresidenta Yolanda Díaz, en su primer experimento de una plataforma transversal de fuerzas de izquierdas, no auguran un buen comienzo electoral para estas formaciones de izquierdas en Andalucía.
La coalición de seis, o cuatro, siglas bajo la denominación de Por Andalucía y el proyecto de corte netamente andalucista de izquierdas de Adelante Andalucía de Teresa Rodríguez mantienen un potencial electorado que a día de hoy son una auténtica incógnita. Este será sin duda el único apoyo que podrá tener el PSOE de Espadas si quiere recuperar el poder para la izquierda en Andalucía, e incluso los de Teresa Rodríguez reprochan a Por Andalucía que hayan tenido que venir desde Madrid para cerrar de esta manera tan esperpéntica la coalición de fuerzas mientras ella pregona con orgullo que Adelante Andalucía es la única formación que no recibe consignas de más allá de Despeñaperros.
En esta tesitura se moverá toda la campaña electoral andaluza, pero las cartas ya parecen claras desde la misma precampaña, de ahí que el empeño del PSOE andaluz de volver a mover el espantajo de los peligros de la ultraderecha no parece ser una táctica electoralmente rentable, como se ha venido demostrando precisamente desde que Susana Díaz lo hizo por primera vez en España en las andaluzas de 2018.