Feijóo convierte el diálogo en amenaza y la pluralidad en cesión

El líder del PP acusa al Gobierno de ceder ante el independentismo, pero omite una realidad: su discurso sobre la igualdad encubre una estrategia de confrontación territorial sin alternativa clara

15 de Julio de 2025
Actualizado a las 11:57h
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Feijóo convierte el diálogo en amenaza y la pluralidad en cesión

Alberto Núñez Feijóo ha vuelto a elegir el camino de la simplificación: acusar a Pedro Sánchez de “vender” la financiación autonómica a cambio de su permanencia en el poder. El argumento, formulado con tono grave y envoltorio institucional, busca convertir cualquier acuerdo político en una cesión ilegítima y cualquier diálogo con Cataluña en una traición al resto del país. Sin embargo, tras esa pose de rigor, se esconde una debilidad: la ausencia de una propuesta seria, concreta y coherente de reforma territorial.

Durante un acto organizado por el diario La Razón, Feijóo ha denunciado que el Ejecutivo utiliza los recursos públicos como “moneda de cambio” para mantenerse en La Moncloa. Ha asegurado que él no se “rendirá a las minorías políticas” y ha insistido en que “la igualdad no puede depender del código postal”. Pero ¿qué propone realmente el líder del PP más allá de señalar al adversario y agitar agravios?

La invocación a la mayoría y el olvido de la diversidad

Feijóo insiste en una idea recurrente: “España necesita un Gobierno que no se rinda a las minorías”. Sin embargo, en una democracia parlamentaria como la española, gobernar en minoría no es una anomalía, sino una expresión legítima de la pluralidad del país. La voluntad de alcanzar acuerdos con formaciones periféricas no es una claudicación, sino el reflejo de una realidad compleja que el líder conservador parece no querer asumir.

Al hablar de “una mayoría incontestable” como solución a todos los males, Feijóo dibuja un modelo idealizado que, en la práctica, exige invisibilizar a millones de ciudadanos que no se identifican con su proyecto. La promesa de una mayoría limpia y central, presentada como receta mágica, esconde una peligrosa nostalgia de una España homogénea que ya no existe.

Críticas sin propuesta y un oportunismo fiscal evidente

La posición del PP respecto a la financiación autonómica no solo es crítica, sino oportunamente variable. Se denuncia ahora lo que en el pasado se toleró o incluso se aplicó con otros actores y bajo otros liderazgos. La llamada al orden constitucional se convierte así en un pretexto para bloquear cualquier avance que no pase por su control directo.

Mientras tanto, dirigentes como Miguel Tellado elevan el tono hasta acusar al Gobierno de ser el “enemigo en casa”, y de perpetrar un “atentado contra la igualdad”. Estas declaraciones, más propias de una tribuna activista que de una oposición institucional, contribuyen a tensar el clima político y dificultan cualquier posible acuerdo de Estado.

El Partido Popular no ofrece una alternativa creíble de modelo de país, más allá de la resistencia al cambio y la apelación abstracta a una mayoría que nunca acaba de llegar. En vez de liderar una propuesta federalista o de justicia fiscal, elige atizar el resentimiento y presentar cualquier cesión como un sacrificio nacional.

Feijóo no interpela al conjunto de la ciudadanía, sino que se dirige solo a quienes comparten su malestar ante el actual reparto de poder. Su visión de la igualdad es parcial y defensiva. Y su discurso, lejos de construir puentes, profundiza en una lógica de bloques que aleja a España del necesario consenso territorial que requiere su pluralidad.

Mientras tanto, los desafíos reales del sistema de financiación siguen sin resolverse: infrafinanciación crónica de algunas comunidades, falta de criterios equitativos y un marco legal desfasado. Pero para abordarlos, haría falta algo más que titulares grandilocuentes: valentía política, sentido de Estado y voluntad de diálogo. Justo lo que hoy falta en el principal partido de la oposición.

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