En un acto que podría calificarse como una ironía política, la Comunidad de Madrid, bajo el liderazgo de Isabel Díaz Ayuso, celebró con pompa y circunstancia la declaración del flamenco como Bien de Interés Cultural (BIC) dentro del Patrimonio Inmaterial de la región. Este gesto, destinado a honrar y perpetuar la presencia del flamenco en la capital española, se vio dramáticamente ensombrecido por la decisión del Ayuntamiento de Madrid, dirigido por José Luis Martínez-Almeida, ambos del Partido Popular, de cancelar el Festival Flamenco Madrid, un evento que durante siete años había sido un punto de encuentro y celebración de esta expresión artística tan profundamente enraizada en la cultura española.
Madrid cancela el Festival Flamenco Madrid
La presidenta Díaz Ayuso, en la presentación del flamenco como BIC, proclamó el flamenco como parte intrínseca de la identidad madrileña, una afirmación que, a primera vista, parecería subrayar un compromiso con la promoción y protección de esta forma de arte. Sin embargo, este gesto se ve ensombrecido por la abrupta cancelación del Festival Flamenco Madrid, anunciada apenas dos semanas después de la mascletà madrileña, un evento pirotécnico que, a pesar de su costo y polémica, parece disfrutar de más apoyo municipal que el propio arte flamenco.
Este acto de contradicción no solo plantea preguntas sobre la coherencia de las políticas culturales dentro del Partido Popular sino que también resalta una forma de hipocresía política. Por un lado, se celebra el flamenco como un tesoro cultural digno de reconocimiento y protección; por otro, se elimina uno de los principales escenarios para su expresión y disfrute por parte de madrileños y visitantes por igual.
El evento no funcionaba pero estaba a rebosar
La decisión de cancelar el festival, según fuentes municipales, se tomó bajo la premisa de que el evento "no funcionaba" como debería, una justificación que parece contradecir la historia de éxito del festival en términos de participación pública y colaboración público-privada. Esta contradicción es particularmente llamativa dado el notable apoyo financiero y promocional que la Comunidad de Madrid ha brindado al flamenco en años recientes, incluyendo la asignación de más de 1,8 millones de euros para su fomento en 2022.
La situación se agrava aún más cuando se considera la declaración de Díaz Ayuso en octubre de 2023, que provocó tensiones al atribuir a Madrid el título de "capital del flamenco", un honor que tradicionalmente solo podría reivindicar Andalucía. Esta afirmación, que ya de por sí generó controversia, ahora parece aún más insostenible a la luz de la reciente cancelación del festival por parte del ayuntamiento.
La hipocresía de esta situación no solo yace en la contradicción entre el reconocimiento público del flamenco y la eliminación de plataformas esenciales para su promoción, sino también en el impacto que esta decisión tiene sobre los artistas, profesionales y aficionados del flamenco. La cancelación del Festival Flamenco Madrid representa una pérdida significativa para el tejido cultural de la ciudad, eliminando un espacio de encuentro y desarrollo para un sector que había encontrado en este evento un escenario para la innovación, la celebración y el intercambio cultural.
Tristeza y el desconcierto de los defensores del flamenco
La tristeza y el desconcierto expresados por la Unión Flamenca y otros defensores del flamenco reflejan no solo la pérdida de un festival querido sino también la incoherencia de una administración que, por un lado, exalta el valor del flamenco y, por el otro, corta de raíz una de sus más vibrantes expresiones. En este contexto, la decisión del Ayuntamiento de Madrid no solo se siente como un acto de negligencia cultural, sino como un claro ejemplo de la hipocresía política que amenaza la riqueza y diversidad del patrimonio cultural español.