A pocas horas de que se inicie el 40 Congreso del PSOE, a falta de una lucha de candidaturas por la Secretaría General o de un debate ideológico más profundo que la exaltación del «líder supremo», el mayor interés está en quiénes formarán parte de la nueva Ejecutiva Federal porque, de esos nombres, se podrá verificar la estrategia política de cara a los próximos años del PSOE y, sobre todo, de Pedro Sánchez.
Fuentes del PSOE han comunicado a Diario16 algunos nombres, asegurando con mucha contundencia que ocuparán algunas de la Secretarías. Hay personas de las que no sorprende su presencia. Sin embargo, puede haber sorpresas, sobre todo cuando durante años han sido parte importante de la oposición interna a Sánchez, principalmente en lo referente al pacto con Unidas Podemos, las políticas territoriales o que no han callado su oposición a determinadas medidas adoptadas por el Gobierno.
Casualmente, estas personas, de las que sorprende que siquiera se las haya tenido en cuenta por un secretario general tan tendente a castigar o a purgar a quienes le muestran la crítica y a no premiar a los que le son o han sido leales, fueron parte directa de su salida tras el Comité Federal del 1 de octubre de 2016 y en las primarias de mayo de 2017 se colocaron en el lado de Susana Díaz.
Las mismas fuentes informan de que, además de renovar la Presidencia de Cristina Narbona y la Vicesecretaría General a Adriana Lastra, el navarro Santos Cerdán será el nuevo secretario de Organización, María de los Llanos Castellanos la secretaria de Relaciones Institucionales y Administraciones Públicas, Javier Izquierdo el secretario de Acción Electoral, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis el secretario de Política Municipal y, sorpresa, Guillermo Fernández Vara el secretario de Política Autonómica.
La inclusión del actual presidente de Extremadura es una sorpresa mayúscula y coincide con el acercamiento de Sánchez a Felipe González, con toda la carga ideológica que eso conlleva.
Pedro Sánchez se presentó en el 39 Congreso con la idea de recuperar el espacio ideológico de la izquierda que, precisamente, la tendencia felipista había abandonado para primar los conceptos presuntamente socialdemócratas que, en realidad, eran un eufemismo para acercar al PSOE al centro político y combatir ahí, no en el progresismo, con el Partido Popular.
Cierre de filas
En los últimos tiempos, Sánchez está realizando movimientos posiblemente tendentes a frenar el mar de fondo que hay en la militancia socialista, tanto en los que ya eran críticos con él como con los defraudados que le fueron leales. Pedro Sánchez sabe perfectamente que la acción de gobierno que está realizando, por muchos fuegos artificiales que lance a través de sus diferentes comisariados de propaganda, ha provocado la decepción del votante que tanto esperó de él. Por eso necesita ahora un cierre de filas absoluto y por esta razón en este Congreso no habrá humillaciones como las que se produjeron en el celebrado en 2017.
Sánchez sabe, además, que el enemigo lo tiene en casa. No en el partido, porque ya se encargó él de realizar las modificaciones reglamentarias y estatutarias para blindarse en el poder, sino en el Gobierno. El secretario general del PSOE es consciente, o debería serlo, de que la figura de Yolanda Díaz se está abriendo paso, no sólo en Unidas Podemos, sino en los propios votantes y una parte de la militancia desencantada con lo que está haciendo como presidente del Gobierno. Esta es otra de las razones que podrían justificar ese cambio de parecer y ese acercamiento al felipismo, al bonismo y al susanismo que ya se entrevió en la crisis de Gobierno de julio cuando nombró ministra a Isabel Rodríguez.
Los Congresos del PSOE son impredecibles por muy controlados que en Ferraz crean que los tienen y entre los militantes sanchistas acérrimos no gustará que se les dé tanta cancha a quienes en el pasado fueron sus rivales.