Luis Pérez Fernández, más conocido como Alvise, vuelve a ser noticia en Bruselas. Esta vez no por sus habituales provocaciones, sino por haber infringido una norma básica de comportamiento en el Parlamento Europeo: la obligación de declarar todos sus ingresos al comienzo de la legislatura. La sanción, aunque simbólica en lo económico, tiene un valor político importante: la Eurocámara no está dispuesta a pasar por alto ni siquiera las irregularidades más pequeñas.
Una sanción que deja huella
La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, anunció este lunes la penalización: Alvise perderá dos jornadas de dietas, lo que equivale a 700 euros. Se trata de una medida prevista en el reglamento de la institución (concretamente en el artículo 183) para los casos en que un eurodiputado no respeta el código de conducta, especialmente en lo relativo a la transparencia.
Metsola dejó claro en su intervención que el eurodiputado de Se Acabó la Fiesta "ha incumplido sus obligaciones de transparencia" al no presentar la declaración de intereses económicos, algo obligatorio para todos los representantes desde el inicio del mandato. Alvise, además, no ha recurrido la decisión, por lo que la sanción es definitiva.
No es un hecho aislado
Este episodio no es el único que rodea al controvertido político. El pasado diciembre, sus propios compañeros de partido, también elegidos como eurodiputados, fueron aceptados en el grupo parlamentario de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), liderado por el partido Hermanos de Italia de Giorgia Meloni. Sin embargo, Alvise fue excluido.
Desde el grupo ECR, explicaron entonces que preferían esperar a la resolución de la investigación abierta por la Audiencia Nacional contra él, por una presunta financiación irregular de su campaña. Una investigación que, según diversas fuentes, sigue en curso.
Alvise ha construido su carrera política en torno a la provocación y el ruido en redes sociales. Sin embargo, esta actitud empieza a pasarle factura. Aunque logró irrumpir en la Eurocámara con tres escaños, su forma de actuar le ha generado distancias incluso dentro del bloque conservador europeo. La sanción anunciada ahora, aunque sea leve en términos económicos, es un toque de atención institucional que podría ir seguido de consecuencias más serias si continúa en la misma línea.
La falta de transparencia es una de las cuestiones que más preocupa en Bruselas, sobre todo en tiempos en los que los populismos crecen y la confianza ciudadana en las instituciones europeas se tambalea. Por eso, sancionar públicamente a un eurodiputado que no declara sus ingresos no es solo una cuestión contable: es una señal política.
Más que 700 euros
La pérdida de dos dietas diarias (350 euros por jornada) puede parecer una cantidad menor para alguien con un salario mensual de más de 7.800 euros netos, como es el caso de los eurodiputados. Pero lo relevante es el mensaje: el Parlamento Europeo no tolera que se juegue con la transparencia, ni siquiera cuando se trata de figuras mediáticas con respaldo electoral.
Este tipo de medidas, aunque poco frecuentes, tienen un peso simbólico clave. Reafirman el compromiso de las instituciones con los principios básicos que rigen la vida democrática, y sirven de advertencia a quienes intentan usar su escaño como plataforma personal sin asumir las responsabilidades que ello implica.
Alvise, que se mantiene como eurodiputado no adscrito tras el rechazo de los Conservadores europeos, se enfrenta ahora a un dilema: moderar su actitud para poder integrarse en algún grupo parlamentario o continuar su camino en solitario, enfrentado con las normas que él mismo aceptó al presentarse a las elecciones.
Por el momento, su castigo ha sido solo económico. Pero en política europea, todo empieza por los gestos. Y este gesto dice mucho.