Pedro Sánchez, entre el peronismo y la magia política

06 de Junio de 2024
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Sanchez y Begomez

Cuentan que a Harry Houdini le encantaba desafiar a la policía. Llegaba a un pueblo, se presentaba ante el sheriff del lugar acompañado de un puñado de periodistas y le retaba a ponerle las esposas y a meterlo entre rejas. “Me escaparé sin que ustedes puedan hacer nada”, le decía al estupefacto funcionario del orden. Y tal cual. Encerraban al mago, bien atado o encadenado, y al día siguiente, inevitablemente, la celda siempre amanecía vacía. El resto lo hacían los titulares de prensa. “Houdini lo ha vuelto a hacer”. “El rey de las esposas”. Y su leyenda de escapista irreductible crecía y crecía por todo el mundo.

¿Cuál fue el gran secreto del éxito de Houdini, una ganzúa potentísima que lo abría todo, su talento para sobornar a los carceleros, un cuerpo fluido y dúctil como de otro planeta capaz de colarse por las rendijas hasta atravesar los gruesos muros de la penitenciaría estatal? Nada de eso. Fue un adelantado a su tiempo, un pionero de la propaganda y la publicidad, un tipo que sabía vender sus trucos como nadie hasta labrarse una leyenda personal mítica con un solo objetivo: que el público terminara creyendo que era una especie de dios por encima de las leyes de la naturaleza, de la física, del espacio y el tiempo.

Pedro Sánchez es el Houdini de nuestro tiempo. Una prodigiosa factoría de producir magia política. Cada vez que el presidente se siente acorralado en Moncloa, un nuevo golpe de efecto. Cada vez que los jueces de la caverna le filtran un papelito a Inda, una nueva sorpresa. Frente a la máquina del fango, la máquina del tiempo capaz de hacer desaparecer los problemas más acuciantes.

Ayer fue un mal día para el presidente del Gobierno. Muy malo. La noticia de la citación judicial de su esposa, Begoña Gómez, para responder ante el juez Peinado por delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios, fue un golpe duro, de los más duros que ha recibido desde que está en política. “No me van a quebrar”, insistió ayer el premier socialista con el público totalmente entregado en Benalmádena. El matrimonio monclovita juega ya al peronismo más descarado y sin pudor. No hay partido, no hay programa, solo el culto al amor. El mito de la poderosa Evitaretorna con fuerza. En ese ambiente mitinero, con un PSOE extraño, irreconocible, todo hacía presagiar que un nuevo truco de magia no tardaría en llegar. Y ha llegado.

Esta misma mañana, Albares ha anunciado que España se suma al proceso abierto en la Corte Internacional de La Haya por el genocidio israelí en Gaza. Esta vez le ha tocado al ministro de Exteriores hacer las veces del ayudante del show y apretar la palanca de la máquina mágica. Se le da al resorte mecánico y ale-hop. Pantalla superada. Lo que parecía un escenario letal para el Gobierno (un posible escándalo de corrupción familiar) se acaba convirtiendo en otro día histórico para el país, el día en que vamos a sentar en el banquillo de Núremberg a los nazis de nuestro tiempo, entre ellos Netanyahu. Se acabó la crisis gubernamental, zanjado el apuro. El militante socialista (también el de izquierdas que mira con reservas el sanchismo) sufre un chute de ilusionismo que lo saca de la zozobra, de las dudas, del pesimismo y el bajón. Ese “populismo en vena”, como lo llama Feijóo, es en realidad mucho más, es el pico adictivo que el líder le mete en la sangre a sus bases en medio de la turbulenta campaña electoral. El caballo que ayuda al PSOE a mantenerse en empate técnico con la derecha. Y no hay antídoto para esa droga. El PP lo ha intentado todo: bloquear el Poder Judicial para seguir secuestrando la Justicia, aliarse con los ultras, poner cerco a Ferraz apaleando monigotes sanchistas, tentar a Puigdemont para una moción de censura y movilizar a sus jueces de guardia con un Watergatillo contra la mujer del presidente. Pero nada. Los números siguen sin dar. El álgebra se les resiste a los matemáticos demoscópicos genoveses. ¿Qué más se puede hacer con este renacido de ultratumba? ¿Cómo clavarle la última estaca en el corazón?

Sánchez se ha especializado en la magia. Un David Copperfield de la política que el día menos pensado despliega una sábana inmensa sobre el Falcon y lo hace desaparecer, dejando a todos con la boca abierta. A base de sacarse cartas de la chistera y anuncios impactantes a primera hora de la mañana, va dándole el cambiazo a la agenda de Feijóo. Cada epístola abierta a la ciudadanía es un naipe marcado, un falso mus que descoloca al gallego, un hombre previsible, no lo olvidemos, de sota, caballo y rey. No le pidas tú a Feijóo que improvise un discurso con brillantez. Es lento y torpe como un defensa central sin cintura.

Génova creía tener claro cuál iba a ser el orden del día de la jornada de campaña de hoy: Begoña Gómez y más Begoña Gómez. Más leña al mono, más Caso Máster de la Complutense hasta aburrir a las cabras de la Meseta. Y ahora habrá que hablar de Netanyahu, de la fastidiosa Corte Penal, de los palestinos y del Derecho Internacional (asuntos en los que, para qué vamos a engañarnos, embarranca la derecha española). Todos los periódicos se vuelcan ya con el asunto a cinco columnas. Las noticias funestas sobre Begoña Gómez pertenecen al Cretácico Superior. Sánchez es un no parar de trampas, tretas y artimañas. Le va tan bien, que ya está pensando en ampliar su repertorio, incluyendo el número de descolgarse por los pies, maniatado como sugirió Abascal en su día, de las Torres KIO; o el de la camisa de fuerza bajo el agua, que es más espectacular. Qué gran Houdini nos ha salido.

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